Música

Nicki Minaj / Pink Friday 2

Nicki Minaj salió del bucle de «mixtape por año» de sus inicios con un primer disco en 2010. Ahora, recién llegada a los 40, acaba de publicar su secuela. Muchas de las frases que hace 13 años empleábamos para hablar de ‘Pink Friday’ valen para ‘Pink Friday 2’. «El mundo del sampleo está a punto de llegar a lo sonrojante». «El límite de los sampleos y el mal gusto de recurrir a canciones demasiado conocidas y recientes es digno de ser analizado». Pero ojo, también: «Sería una pena centrarnos en los temas errados de este disco y oscurecer las virtudes de Nicki Minaj». Como en cierta ocasión, emerge la tentación de copiar y pegar la misma crítica, a ver si alguien se da cuenta.

Que no tengamos nada nuevo que decir de la llamada a ser la mejor rapera del siglo XXI no es bueno. Sobre todo porque tenía material personal para hacer un disco con el que caerse de culo. Su padre ha fallecido en circunstancias muy trágicas, ha sido madre, su competencia está a por uvas. Y salta a la vista que por mucho que haya querido hypear esto con grandes alharacas y retrasarlo como si fuera la Sagrada Familia, este disco no va a suponer un antes y un después en la carrera de Nicki Minaj. Ninguno la supuso.

Los singles principales definen esta era. En toda su diferencia, siendo casi antagónicos, sí resultan representativos. Por un lado, ‘Super Freaky Girl‘, con su sample del conocidísimo tema de Rick James -también popularizado por MC Hammer-, y su destreza para cabalgar pollas, cual «cowgirl» en toro mecánico. Por otro, un tema sensible, una balada como es ‘Last Time I Saw You’, sobre la pérdida de un ser querido. Ambas ideas -la de samplear y la del amor, no la del cerdeo- convergen en el tema de apertura. ‘Are You Gone Already?’ samplea un tema tan conocido como ‘when the party’s over’ de Billie Eilish, transformando la reflexión sobre el dolor en un tema sobre la tristeza que a Nicki le provoca que su bebé no vaya a conocer al abuelo. Recuerda que el dinero no da la felicidad. Por manida que esté la idea, funciona.

Pronto el disco pasa a otra cosa, con Nicki Minaj postulándose como «madre del año» (‘Barbie Dangerous’) y como «mejor rapera» (‘FTUC’) en temas a medio camino entre el rap y el trap. También pronto se alternan las naderías cuasi interludios (‘Beep Beep’, ‘Pink Birthday’) con la búsqueda de lo sublime. ‘Fallin 4 U’ está cargada de cuerdas y ‘Let Me Calm Down’ es una canción chulísima, en la que Nicki y J Cole reflexionan sobre lo que hace falta para que el amor funcione, sobre un bucle de voces adulteradas la mar de eficiente. Será el primero de los muchos momentos de buen pop que nos dejará el disco.

Especialmente brillante es la parte central de ‘Pink Friday 2’. El dembow con Drake, ‘Needle’, demuestra que ninguno de los dos está comprendiendo muy bien el paso de los tiempos y el cambio de las modas, pues la gente lleva tanto tiempo esperando por esto que la idea original debe de proceder de 2016, pero al menos es un single clarísimo. Tiene un recuerdo al día en que Björk se disfrazó de ganso («Poppin’ out like a cork, ducking ‘em like Björk») y una buena idea de partida por sencilla que parezca: «eres una aguja, y la vida, un pajar».

Justo ahí se abre un tramo de disco muy notable, con varias cosas que funcionan muy bien. ‘Cowgirl’ es una dulcísima -que no almibarada- colaboración con Lourdiz, con una guitarra de corte poético y contemplativo. ‘Everybody‘ confía en los daneses Junior Senior tras el éxito que ha reportado a Nicki haber confiado en los daneses Aqua para la banda sonora de ‘Barbie’, y apunta ya a ser el gran éxito de este álbum. ‘Red Ruby Da Sleeze’, con su sample de Lumidee, se crece en la secuencia tras haber pasado medio desapercibida hace unos meses. ‘Forward From Trini’ es una reivindicación de hedonismo recién traída del Caribe, y ‘Pink Friday Girls’ del archiconocido hit de Cyndi Lauper, que con esto superará definitivamente los 1.000 millones de streamings en Spotify, como si hubiera salido este 2023. Cuando una canción muy conocida es sampleada, provoca cierto rechazo inicial, pero no podemos decir que su filosofía no pegue a Nicki Minaj ni esté bien integrada. Lauper ya le ha dado su aprobación en redes sociales, y no precisamente para llevarse royalties: la escribió Robert Hazard.

Más desapercibida pasa la adaptación de ‘Heart of Glass’ en ‘My Life’ aunque se agradece la buena intención. Nunca se hablará lo suficiente sobre Blondie. Pero es verdad que ese tramo final es puro desconcierto, acudiendo ya únicamente al rescate la presencia de ‘Last Time I Saw You‘ y las aceptables baladas ‘Blessings’ y ‘Just the Memories’. Incluyendo pistas que aseguró que no iban en el álbum porque no le gustaban (‘Bahm Bahm’) o que han ganado encuestas para ser incluidas finalmente (‘Nicki Hendrix’ con Future), uno puede ir concluyendo que 15 años después, Nicki Minaj no tiene la más mínima idea de cómo se finiquita un disco bueno en su conjunto. Por alguna razón no lo debe de tener asumido de su niñez ni de su adolescencia. Es como si hubiera crecido más con singles sueltos de Foxy Brown que escuchando ‘The Blueprint’ y ‘Miseducation of Lauryn Hill’. Sabe cómo empezarlo, sabe cómo terminarlo, sabe cómo entreternos como los mejores. Pero no cómo darle empaque.

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Publicado por
Sebas E. Alonso