Hofe x 4.40: «Hay una necesidad de encajar, no solo en la música, sino en cualquier curro»

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Hofe x 4.40: «Hay una necesidad de encajar, no solo en la música, sino en cualquier curro»

Más que una entrevista, hablar con Hofe x 4.40 fue como asistir a una conversación entre bambalinas con los miembros del grupo. Igotz Mendez (Hofe), Marcos Galech y Xabier Lafuente (4.40) irrumpieron en la escena electrónica en 2022 con ‘Amodioa’, una obra a medio camino entre la electrónica más punky y el rap más imaginativo. En noviembre de 2023, redondearon el concepto con el lanzamiento de ‘Amorrua’. Xabier Lafuente no pudo estar presente para la ocasión, pero ocupó su lugar el percusionista Jangitz Larrañaga, que se unió a la formación después del lanzamiento de ‘Amodioa’, tras conocer a Igotz en una discoteca. Como él mismo dice: “Bendecido”.

Nada más llegar a la cita me doy cuenta de la espontaneidad y el colegueo que va a rodear a toda la entrevista. Los veo concentrados alrededor de un portátil y les pregunto qué hacen. “Nada”, me responden los tres al unísono, pero no es verdad. Me empiezan a contar sobre remixes, pistas regrabadas con efectos añadidos y qué se yo. También me cuentan que acaban de dar un concierto en Radio 3 (“a gusto, pero es raro tocar para las cámaras”), que están preparando otro en la Riviera (también para Radio 3) y que han bajado a Madrid “para matar muchos pájaros de un tiro”.

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Antes de su concierto el próximo 12 de abril en la Sala El Sol, Hofe x 4.40 se sientan con nosotros para hablar en detalle sobre sus tumultuosos comienzos locales, su relación con la escena y sus intenciones creativas. Aquí, todas las próximas fechas de su gira.

¿Los tres vivís en Euskadi?
Marcos: Ellos en Bilbao, yo en Pamplona, y hay otro (Xabier) que ha venido al concierto, pero luego se ha ido porque mañana tiene que irse a trabajar a la fábrica, que le han dado el día libre hoy, pero mañana no. Él también es de Pamplona.
¿Todos tenéis un trabajo paralelo a la música?
M: Yo soy técnico de sonido.
Jangitz: Yo tengo como un millón de trabajos, dependiendo de la temporada.
Igotz: Ahora mismo estoy con esto, pero cuando la cosa está un poco peor a veces curro con Jangitz en un catering. Sirviendo comida. Estamos a full con esto, pero no nos da para estar al 100%.

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¿Os plantearíais dejar Euskadi? No paro de escuchar a artistas quejarse de que tienen que irse a Madrid para que todo funcione.
J: No es necesario. Tengo un montón de colegas en Madrid y me flipa, pero creo que debería tener una bolsa de seguridad gigante para venir a Madrid. Porque alguna vez me lo he planteado y digo, ¿pero con qué vas a ir, hijo? Con una mano delante y otra de atrás. ¿Con 200 euros te vas a ir a Madrid?
M: Ahora mismo tocamos, sobre todo, por allí, y nos pagan más en Euskal Herria que en el resto de España. Cuando me paguen igual en Málaga que en Bilbao me plantearé vivir en Madrid, pero de momento me sale mucho mejor estar en Euskal Herria.
J: Además esa proyección es como un sueño, ¿no?
I: Estamos contentos, que es lo que importa. Todo lo que estamos haciendo ya es muchísimo más de lo que en mi vida me imaginaba que fuese a pasar.

¿Cómo os conocisteis?
M: Fui a un concierto suyo (de Igotz), cuando él tenía 15 años, 14, 13… Yo era muy colega del chico con el que él hacía música y fui a verlos y dije: “Hostia, cómo le mete el niño”. Fui, le dije si quería grabar, y aquí estoy.
J: ¿Tú qué tipo de rollo hacías de chaval? Yo con 15 años me cagaba encima.
I: Intenso. Y eso, a Marcos le molaba y estaba ya como haciendo sus primeras movidas a nivel de grabar en su casa. Así nos conocimos. Ofreció su casa para grabar y luego nos hicimos muy colegas. Al principio currábamos juntos, pero teníamos proyectos por separado. A los años, ellos crearon un colectivo que se llamaba Nibbass. Aunque no estuviéramos unidos como tal en un proyecto, yo estaba orbitando mucho por alrededor suyo. Fue natural porque no hacíamos música juntos, pero sí estábamos todo el rato juntos prácticamente, así que lo suyo era entrar a Nibbass con ellos. Lo quisimos diferenciar un poco, así que fue Hofe y Nibbass. El otro miembro de 4.40, Xabi, entró también a Nibbass cuando empezó a producir. Al principio coincidíamos mucho en una bajera, que es como un local donde se juntan todos los jóvenes. Mítico de que te juntas con 20 chavales y pagas 20 euros al mes, o lo que sea.
M: Xabi venía a comprar porros (risas) y me dijo un colega que estaba empezando a hacer música. Xabi había estudiado en mi colegio, no habíamos sido amigos nunca, pero de vista sabíamos quienes éramos. Le dije que me pasase instrumentales y no quería porque le daba vergüenza. Le convencí y dije: “Yo aquí veo potencial”. Y así empezamos a currar.
I: Que Xabi entrara en el grupo cambió cosas porque realmente nosotros hacíamos como mucha peña por aquel entonces, que era robar bases de YouTube. Básicamente. Con Xabi empezamos a hacer música desde cero, lo cual fue un punto de inflexión. Luego el colectivo se disolvió por diferentes razones, la más importante siendo que asesinaron a uno de los miembros del grupo, que era uno de nuestros mejores amigos. Se llamaba Dani.
M: Llegó un momento en el que no estaban funcionando bien las cosas, porque estábamos todos hechos mierda. Cuando estás así, te pones a discutir con tu amigo porque él no ha hecho no sé qué y tal, y pensamos que era mejor seguir siendo amigos y aparcar todo eso.
I: Al final, intentar estirar las cosas es incluso peor. Hofe x 4.40 surgió a raíz de eso y también de que siempre nos habíamos entendido muy bien a la hora de trabajar, o sea, desde que yo iba a casa de Marcos con 15 años a grabar, hasta que entró Xabi también. Teníamos maneras parecidas de currar.

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Venís de una escena muy pequeña e intensa. ¿Cómo os apoyáis entre todos los artistas?
I: Nos llevamos muy guay.
M: Antes igual no nos llevábamos tan bien… (risas).
I: En Euskal Herria hay una escena super sólida y super guay. Yo soy de un pueblo, nos conocemos todo el mundo y creo que esa cercanía se nota un montón en todo. En la música, en la manera de tratar y también en que, aunque nosotros hagamos una música que podría no sonar en X ambientes o que no tenga nada que ver con la música que hace otra peña, nos juntamos en un montón de sitios que tenemos en común. Es una escena muy unida y que tiene mucha complicidad entre la gente. Se ha tejido una red guapísima de apoyo.
M: El primer disco de Chill Mafia lo hicieron con un piano de Igotz.
I: Yo no lo usaba, así que se lo dejé.

Empezasteis muy jóvenes. ¿De dónde os vino el gusanillo de la música?
M: Supongo que de familia. Mi padre toca la guitarra desde siempre y ha tenido grupillos. Yo Empecé tocando la guitarra, luego a rapear y a producir.
J: Grupillos… Tijuana In Blue. Uno de los más famosos del rock radical vasco (risas).
I: Yo empecé parecido. Mi padre y mi ama no son músicos, pero son enfermizos de la música. En el buen sentido. No era un estilo de música concreto, sino que había desde jazz hasta blues, hasta punk, incluso rap, aunque mi padre no lo entendía mucho, pero le picó la curiosidad. Public Enemy me gustó y me pareció una manera fácil de entrar en la música sin tener que liarme a aprender un instrumento. Al final, me picó el rap, pero todo ese background de todas las movidas que he escuchado sigue estando super presente.

Se nota en todas las referencias que haces, cuando hablas de Ryūichi Sakamoto, Ian Curtis… Tienes para los jóvenes, pero también para los no tan jóvenes.
I: Me sale solo. No son solo referencias de música, sino de todo lo que me pasa. Sí que hay veces que pienso que igual es pedante, pero si me sale solo, ¿por qué no?

¿Quién te ha llamado pedante?
I: Menos peña de lo que me podría llegar a pensar. O sea, yo creo que incluso soy yo más conmigo mismo. A veces que he dicho: “Joder, esto es un poco rebuscado”. La gente no me lo dice tanto.
M: Dentro de que haya referencias que puedan ser más densas, me parece más digerible y entendible que antes, cuando Igotz era más intensito. Era más enrevesado. Yo creo que esta imagen de ti viene de ahí.
I: De hecho, me mola mucho cuando alguien mayor me hace un comentario positivo en ese sentido de: “Hostia, que guapo que hayas dicho esto porque no me lo podría esperar”. Me acerca mucho a la peña más mayor.

Prácticamente todos venís de tocar instrumentos reales. Guitarras, batería… ¿Pensáis seguir siempre a full con lo electrónico?
I: Tal y como está hecha la movida, creo que no necesita eso.
M: Además, yo solo me acuerdo de dos escalas y los acordes básicos. Tampoco sé si me apetece hacer el payaso (risas). Xabi también tiene una guitarra y no sabe tocarla, pero tiene mucho oído. Es como cuando pasa una instrumental, no sabe en qué escala está, pero mete unos acordes raros todo de oído… Con la guitarra igual, hace cosas guays, pero a saber qué coño está haciendo.
I: Siempre decimos que nuestra música está enfocada a la electrónica y al ordenador. Hay percusión en directo, pero es una batería electrónica y el bombo lleva un trigger.
J: Yo no quiero tocar una batería.
I: No nos cerramos, pero la movida irá evolucionando, dependiendo de lo que nos venga o no.
J: Me alegro de que lo veáis así también.
M: La verdad es que es la primera vez que lo hablamos (risas).

En este sentido, ¿cómo lleváis lo de las etiquetas?
J: De puta madre.
I: ¿Cómo que de puta madre? (risas)
M: Antes, en Radio 3, ha venido uno de los técnicos y me dice: “Oye y qué género hacéis vosotros”. Y yo: “Ninguno”. “Ya ya, pero si tuvieseis que poner un género cual dirías”. Y yo: “Es que no lo sé, música con el ordenador”.
I: Nosotros lo llevamos muy bien, porque no nos afecta. Los medios y la peña que lo necesita yo creo que lo llevan fatal. Eso sí que es verdad.
M: “¿Sois trap? ¿Sois post punk? ¿Sois hyperpop?” Yo soy Marcos.
I: Hay una necesidad de encajar, no solo en la música, sino en cualquier curro. Si eres peluquero, eres peluquero. Si eres cirujano, eres de clase tal, cobras bien… pues lo mismo con la música. Haces electrónica, entonces te corresponde estar aquí, aquí, aquí… y no puedes salir de esta movida.
M: Yo creo que los géneros musicales, si no están muertos, están a punto de morirse. Me parece que el público va por escenas. LA ÉLITE llevan un sonido muy definido. El único tema nuestro que se parece a LA ÉLITE es el que tenemos con LA ÉLITE, y compartimos un montón de público, porque el ambiente, o la actitud, es la misma. Puede haber otro grupo que te suene más como nosotros en cuanto a tema de sonidos y que luego tengamos un público super diferente, porque antes era por géneros musicales, pero ahora va por tribus urbanas. Yo soy rapero, este es punky y tenemos un grupo de… cosas.
J: Esto es diferente a la banda de local que se han juntado porque buscan hacer el mismo tipo de música. Hacer música en casa y tener estímulos de tantas partes te lleva a no definir lo que haces.
M: A la hora de hacer música, no nos gusta pensar. Tiro para adelante y lo que salga. Igual tengo una idea que puede ser algo post punk, pero si me suena a post punk, voy a buscar la manera de que no sea del todo post punk, porque eso ya está hecho. Tampoco estoy inventando nada, porque todo es a raíz de cosas que he escuchado.
I: Tampoco tenemos ninguna manera definida de trabajar. Nos apetece disfrutar de la música, hacerla y ya está.

Esto se ve en vuestros dos EP. ¿Cuál es la relación temática entre Amorrua y Amodioa?
I: En ‘Amorrua’ vale todo y en ‘Amodioa’ vale todo. Tampoco tenemos una temática. Queríamos redondear ‘Amodioa’ con el juego de palabras de los dos títulos. ‘Amodioa’ es amor en euskera y tiene la palabra odio en ella y ‘Amorrua’ es rabia y tiene la palabra amor. Tampoco teníamos pensado hacer un EP. Vimos los temas y nos encajaron. Yo diría que es el sonido que empezamos a buscar con ‘Amodioa’, pero mucho más definido y pulido. Es como un DLC.

¿Lo continuaréis?
Los tres, decididos: No.
I: Esto cierra un ciclo. ‘Amorrua’ es como la guinda del pastel.
M: Luego haremos un disco que, ¿cómo va a ser? Pues no lo sé. Tampoco va a haber un momento de: “A ver chavales, vamos a juntarnos y vamos a hacerlo”. Nosotros funcionamos haciendo.
I: Con ‘Amodioa’ tuvimos ese modus operandi. Hicimos y luego le dimos forma, y nos dimos cuenta de que tenía mucho sentido.
M: Al hacer la mezcla en casa también es más fácil que dos temas suenen parecidos. Por ejemplo, con ‘Amorrua’. ¿Qué tienen en común todos estos temas? Tienen una batería fuerte. ¿Cuál va a ser el hilo conductor de este disco? Hostias en el bombo y en la caja como panes.
J: Yo contento (risas).
M: En ‘Edamame’ le tuvimos que bajar la caja en la primera mezcla porque te partía el oído.
I: Cuando nos dimos cuenta de eso, que la intensidad era el hilo conductor, vimos que tenía mucho que ver con la rabia. Cuando tienes un arrebato, al principio es todo super intenso. Y así empieza el trabajo. De repente, va bajando cuando ya interiorizas. Cuando se te va pasando el cabreo. Sigue siendo un enfado, pero es más interiorizado. También queríamos cerrar el círculo que empezó con ‘Joven Lehendakari’ en ‘Amodioa’. Ahí dejamos claro que veníamos del rap y el trap y pasábamos a la electrónica. En ‘Amorrua’, todo es electrónica, pero el último tema tiene más que ver con esos inicios.

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