Juanes gana a Calamaro en Río Babel, a menos que te guste Maradona

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Juanes gana a Calamaro en Río Babel, a menos que te guste Maradona

Trueno comenzó su concierto a mitad de tarde en uno de los días más calurosos de las últimas semanas. La mayoría de asistentes optó por actuar como salamandras, buscando la sombra donde pudieran. El resto, sin importar cómo de fuerte pegase el sol, se mantuvo fiel a la fiesta del hip hop que presentaron Trueno y su magnífica banda en la Caja Mágica.

El rapero argentino es uno de los artistas jóvenes más disfrutables en directo. Su banda (compuesta por teclado, bajo, percusión, batería, guitarra y vientos) fue la que mejor sonó en esta primera jornada de Río Babel, y eso que competía con Juanes y Andrés Calamaro. La dureza de la batería y la profundidad del bajo convirtieron el show de Trueno en todo un rompecuellos que no excluyó a nadie, estando dirigido tanto a los amantes más intensos del hip hop como a los simpatizantes de la música urbana.

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Ainhoa Laucirica

‘REAL GANGSTA LOVE’, actual número 1 en España, fue uno de los highlights, potenciando su faceta vintage con un mashup de ‘The Next Episode’: «Cada disco y canción que sacamos lo escuchan por Madrid. Hay una canción que está sonando mucho por aquí», presentaba el argentino, que sorprendentemente suena exactamente igual que en las versiones de estudio. Cada canción, desde ‘DANCE CRIP’ a ‘NIGHT’, era una prueba de lo querido que es Trueno en España. Otra prueba más: el 13 de marzo de 2025 será su primer Wizink Center.

Cuando el sol empezó a esconderse, ya se notaron las 16.000 personas que inauguraban esta sexta edición del festival. Caloncho puso una banda sonora agradable, aunque lejos de interesante, al rato que había hasta la actuación de Juanes. Combinado con los monólogos de Facu Díaz y Patricia Espejo en Babel Comedy, se quedó una buena tarde.

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Tenía casi las mismas expectativas con Juanes que con Andrés Calamaro. Tenía claro que ambos son artistas con una ristra enorme de clásicos o canciones especialmente queridas. Sabía que Calamaro podía ser algo excéntrico, pero no sabía nada de la personalidad de Juanes. No esperarse nada vuelve a ser una ventaja, porque el concierto de Juanes me pareció el más divertido de la jornada.

Lo primero que pensé cuando empezó a cantar el colombiano fue «uy, que visuals más cutres» a la vez que «guau, su voz está intacta». Juanes me fue ganando poco a poco, pero de forma constante. En muchas canciones se encarga él de hacer los solos de guitarra, honrando su pasado metalero, y demuestra un inmenso carisma en todo lo que dice. «Me vale verga si no os la sabéis, ¡es muy fácil!», soltó con una sonrisa durante ‘Mala Gente’. «Me gusta la inteligencia artificial, pero me gusta más la inteligencia emocional», dijo en otro momento dado, animando al público a estar presente.

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‘Nada valgo sin tu amor’ empieza a sonar. Primer clásico. Le siguen ‘Volverte a Ver’, ‘Fuego’, ‘Es Por Ti’, ‘La camisa negra’, ‘A Dios le pido’, ‘Me enamora’… La lista es interminable. Cada vez que puede, que es muy a menudo, Juanes deja que el público le sustituya cantando, mientras se le ilumina la cara de ilusión. La traca final, que comenzó con unas inesperadas versiones de ‘Twist and Shout’ y ‘La bamba’, llegó a su fin con la maquinera ‘La Luz’, en la que entró desde un merenguito hasta una divertidísima sesión de «¡eo!» con el público, a lo Freddie Mercury.

Mariano Regidor

Nada chapado a la antigua, entretenido, participativo, buenrollero y musicalmente más interesante de lo que esperaba. Justo lo contrario que el concierto de Calamaro. En la primera mitad de su show, el argentino estuvo especialmente poco hablador. «Hola, Madrid» dijo al comenzar. El mashup de ‘Kashmir’ con ‘El día de la mujer mundial’ fue un gran momento de Calamaro, vestido con gorra, camisa y sus míticas gafas. Se le veía centrado y metido en el momento. Su voz, bastante bien conservada, destacaba entre los potentísimos coros de la banda, que mantuvo un gran nivel durante todo el set. Poco a poco, todo se fue desinflando.

Las canciones se iban sucediendo y cada vez estaba más claro que nada me iba a sorprender. Cuanto más eufórica estaba la gente a mi alrededor, más indiferente me volvía, lo cual es algo bastante incómodo. Todos queremos pasarlo bien. Excluyendo las canciones clave, como ‘Te quiero igual’, en la que Calamaro se marcó un Alex Turner con la letra en toda regla, ‘Flaca’ o ‘Paloma’, el resto del repertorio se me hizo muy repetitivo.

Él tampoco hace mucho por el entretenimiento. Mi punto de inflexión llegó con la canción de Maradona. Un momento bastante casposo, no diferente al resto del show, por otro lado. Aquí sí le entraron ganas de hablar a Calamaro, contando que su amigo y futbolista «adoraba a su pueblo, la música popular y el mundo», entre otras cosas. Claramente, el público estuvo más a tope con Calamaro que con Juanes. Despierta más afición, supongo. Sin embargo, aunque el número de clásicos de cada uno esté a la par, la calidad de sus shows no. Juanes hacía sus solos. La guitarra de Calamaro apenas se oía.

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