Sabrina Carpenter acaba de publicar uno de los discos más esperados de 2024. Después de cinco álbumes, Sabrina Carpenter llega con el sexto, ‘Short n’ Sweet‘, a su pico comercial, aupada por el enorme éxito de sus dos sencillos principales, ‘Espresso’ y ‘Please Please Please’. Había ganas de comprobar de qué manera Sabrina daría unidad a un disco que incluye canciones tan sumamente diferentes, tanto que parecen extraídas de discos distintos.

En ‘Short n’ Sweet’, para sorpresa de nadie, Carpenter apuesta por la variedad de estilos. Así, en el lado clásico y/o country-pop de ‘Please Please Please’, es decir, de las guitarras, están la muy Fleetwood Mac ‘Taste’, nuevo single, o la ultracaliforniana ‘Coincidence’, o la muy Dolly Parton ‘Slim Pickins’. Jack Antonoff, uno de los productores principales, deja su marca en grabaciones ligeramente más experimentales como ‘Lie to Girls’.

Y, en el lado de ‘Espresso’, es decir, de los sintetizadores, Sabrina no entrega en ‘Short n’ Sweet’ más canciones de música disco, pero le da al pop de radiofórmula en ‘Good Graces’, que parece de Ariana Grande, o al pop de los ochenta en ‘Bed Chem’, una de las joyas escondidas, muy posiblemente inspirada en ‘Sexual Healing’ de Marvin Gaye. O, como mínimo, totalmente evocadora de su sonido. En todos los casos Carpenter apuesta por la nostalgia, pero le da su toque personal.

Un toque que se nota en las letras, en las que Sabrina exhibe un sentido del humor y de la comicidad muy poco habituales en el pop. Ya se vio en la icónica frase «trabajo tarde / porque soy cantante» de ‘Espresso’ y en toda la letra de ‘Please Please Please’. En ‘Short n’ Sweet’ y, concretamente, en pistas como ‘Sharpest Tool’ o ‘Dumb & Poetic’, Sabrina deja frases para enmarcar reflexionando sobre chicos que le complican la vida, ineptos emocionales que se creen más profundos de lo que son.

Y, si las letras de ‘Short N’ Sweet’ aportan ese sentido unitario a un disco que musicalmente tira de aquí y de allá, como ya hacía Sabrina en su estupendo disco anterior, por cierto; resulta que el álbum se edita acompañado de una metanarrativa inesperada: parece que Sabrina dedica las letras a un conocido cantautor canadiense con el que salió brevemente, de ahí, también el título del álbum. Aunque fue más corto que dulce, por lo visto. Las redes ya se están frotando las manos con el salseo… y, sobre todo, con la música.

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