Zahara publicará su nuevo disco, ‘Lento ternura’, en el primer trimestre de 2025, casi 4 años después de su obra maestra, ‘PUTA‘. Será un disco muy diferente, a tenor de lo escuchado en los dos singles de presentación, ‘Yo solo quería escribir una canción de amor‘ y ahora ‘Tus michis’. Esta es nuestra Canción del Día hoy.
La artista celebró una fiesta en Madrid el pasado jueves, donde interpretó ‘Tus michis’ por primera vez. Se regalaron camisetas del tema, se pincharon canciones de temática gatuna, y se celebró un bingo en el que los números eran canciones sobre gatos. Sin embargo, hay un punto de oscuridad evidente en esta producción que, como el single anterior, ha realizado Zahara en solitario.
‘Tus michis’ parece una canción divertida, hecha para el meme, todo un contraste con ‘PUTA’: cantan unos gatos sampleados, y constituyen el estribillo, nada menos. Pero esto no es ‘Caída libre’ featuring Yola Berrocal, y hay un punto siniestro, desplegado en varios sentidos, comenzando por esos detalles de percusión industrial en un puente.
Por un lado, Zahara reconoce de nuevo una falta de valor si es para defenderse a sí misma («No sé pelear por mí, no puedo ponerme ahí y decir «Que no me jodan la vida»»). Tampoco se considera, aparentemente, una persona «buena» o el mejor «ejemplo» («te he dejado a mi hijo, para que vea pureza, para que tenga el ejemplo, de una persona buena»).
Por otro, sí es capaz de reunir valor si es para ayudar a una amiga y defenderla. Si en el vídeo Zahara se hace las uñas, no es para pintárselas: «se las clavo a cualquiera que se atreva a decirte que no vales la pena». La cantante ha escrito un largo texto para explicar que esta amiga es la escritora La Benito (Patricia Benito), cómo se conocieron, y la importancia que ha tenido en su carrera. El álbum rondará la idea de hogar y, para comprobar qué grado de luz y sombra implica eso, habrá que esperar un par de meses. Carta de Zahara:
«La Benito llegó a mi vida en una clase de yoga.
En un ejercicio de relajación, nos miramos y empezamos a reír a carcajadas sin que nadie entendiera nada. Ni siquiera nosotras lo sabíamos muy bien, pero, aun así, sentí que ella y yo compartíamos algo único que solo nosotras podríamos entender.
Durante estos años, ha formado parte de muchísimos momentos de mi vida. Me ha ayudado en mis mudanzas, ha estado cogiéndome la mano en situaciones de auténtica flaqueza, ha escuchado mis canciones antes de que existieran, ha cuidado de mi hijo siempre que lo he necesitado, ha dormido a mi lado, me ha prestado sus libros, me ha recogido de la estación, se ha emborrachado conmigo. La recuerdo al otro lado del teléfono durante la pandemia, cuando hacíamos videoconferencias y nos llevábamos de habitación en habitación hasta olvidarnos dentro de la nevera.
Un día me escribió, hecha polvo, porque había recibido una mala noticia de alguien importante para ella, y pensé que no era justo. Sentí por ella toda la ira que jamás había podido sentir conmigo. Me di cuenta de que, por Benito, haría lo que hiciera falta. Tomé toda esa energía de furia y amor y, como si fuera una superheroína creada solo para mi Patricia, empecé a utilizar todas las armas de las que disponía para mi venganza: hice una canción. Pero no terminó siendo una canción de rabia, aunque al principio pareciera que este personaje de uñas imposibles iba a acabar degollando cabezas.
Lo que acabé escribiendo fue una canción de amor.
‘Tus michis’ es una canción de amor a La Benito.
Es una canción de amor a los gatetes, aunque me muera de alergia.
Es una canción a esa fuerza mágica que no sabemos que tenemos dentro, pero que aparece cuando tenemos que pelear por nuestras amigas.
Es una canción majísima, la verdad, porque, además de todo eso, es una canción cantada —literalmente— por michis.
Cuando terminé ‘Tus michis’, entendí que este disco nuevo me iba a llevar a un sitio precioso, donde no solo había un refugio turquesa y una huida del bullicio, sino que Lento Ternura era el hogar. Era el corazón enorme y puro de una de las mujeres más increíbles que he conocido. Era su compañía al otro lado del teléfono y las risas contagiosas desde la otra habitación».