Otra de las canciones tan sencillas, tan desnudas, tan Nick Drake de ‘Seven Swans’. Aquí Sufjan parece, por una vez, dirigirse simplemente al/la amante. El vestido te queda bien. Veo mucha vida en ti. Veo mucha en luz en ti, repite de una manera tan parca como hermosa. Pero también en esta evocación se cuela el fervor religioso, la sensación de que Sufjan busca refugio de un mundo horrible aferrándose a ese vestido que luce la persona amada.
‘For The Widows In Paradise, For The Fatherless In Ypsilanti’ es una de las canciones más importantes de ‘Michigan’ (2003). Es la que prefigura ‘Seven Swans’: la sencilla melodía folk, el estupendísimo estribillo a dúo con Elin Smith, con el mantra «I’ll do anything for you» repitiéndose, las sutiles referencias religiosas… Pero, sobre todo, aquí reina el banjo. Ese al que se le asociará de manera permanente. Da igual que antes, en ‘Enjoy Your Rabbit’, Stevens se hubiera dedicado a la electrónica ambient: Sufjan será en el imaginario colectivo un hombre a un banjo pegado. Pero ‘For the Widows’ también es una puerta a ‘Illinois’. Sus fabulosos arreglos de cuerda y vientos dan fe. ‘Michigan’ es exuberancia compositiva, riqueza instrumental, historia e historias… El salto de calidad respecto a ‘A Sun Came!’ es monumental. Y lo que nos quedaba aún por escuchar…
‘Djohariah’ es la joya que cierra el EP ‘All Delighted People’. Está dedicada a la hermana de Sufjan Stevens, y es un llamado a que siga adelante, a que no se rinda, aunque Sufjan no se arranca a cantar una letra hasta el minuto 11:43. Antes de eso, es una suite muy orgánica, entre el jazz y la psicodelia, basada en guitarra, con voces que repiten el nombre de Djohariah. ¿Quién es capaz de perpetrar una canción de ¡17 minutos! y que no sólo no te aburra, sino que, además, te haga desear que, por favor, no se acabe jamás?
«Decatur» es una de las canciones más encantadoras y alegres de ‘Illinois’: parece sacada de ‘Barrio Sésamo’. A dúo con Matt Morgan, narra la excursión de dos niños a Decatur, ciudad donde llegó a residir Abraham Lincoln. Y la pasan haciéndole la puñeta a su madrastra, a la que, creen, detestan. Pero con los años llegan los recuerdos y la certeza de haberse portado muy mal con ella. Así que: «Stand up and thank her!» Ponte de pie y dedícale un aplauso a tu madrastra, que se lo merece, tal como celebra el festivo cierre de la canción.
‘My Little Red Fox’ es celta, es new age, es como un musical, tan íntimo como expansivo, es religioso, con todas sus referencias al Pentecostés, es mundano, es una súplica amorosa… Todo llevado a niveles sublimes, gracias al acompañamiento vocal de Adrienne Marie Brown, Hannah Cohen y Megan Lui, que alcanzan el cielo cuando, entre todes, entonan esos “Kiss Me like the wind’.
La coincidencia en nombre con uno de los temas más hermosos jamás cantados por Stevie Nicks es baladí, pues esta es una nueva aventura electrónica, sugerente y también introspectiva que en un momento se crece para disfrutar y vivir toda su euforia. En una entrevista con el artista que nuestros usuarios comentaban en el foro de Sufjan Stevens, el artista decía que no podía estar siempre cantando sobre cosas como la muerte de su madre, y esta canción que se titula «derrumbe» o «desprendimiento» es en realidad una canción positiva. Sufjan contrapone «una segunda vida» y una «anafilaxis», la «mierda» y la «luz», para decantarse por el lado luminoso en este caso.
Mientras la composición avanza entre sintetizadores y juguetes electrónicos, próximos a la Björk de finales de los 90, el tema va creciendo para anunciar y repetir de manera reiterada: «vayamos a dar un paseo en el círculo de la luz». Por si hubiera alguien capaz de decir «no» a este mandato de Sufjan Stevens, el estribillo sube aún más para mostrar que no se puede huir de su «ola de amor»: «Caminamos hacia la luz / sube la marea / mi amor es una ola / me tienes atrapado en un deslizamiento de tierra / no hay dónde correr / no hay dónde esconderse / mi amor es una ola / me tienes atrapado en un deslizamiento de tierra». Una reconfortante manera de estar atrapado, en este caso, que además es enormemente necesaria en el último tramo de ‘The Ascension’.
‘The Only Thing’ es tan dulce por fuera como dura por dentro. Sufjan nos explica que “las únicas cosas” que le impiden autolesionarse o, insinúa, algo peor, son esos pequeños detalles hermosos de la vida, como cielos estrellados o paseos nocturnos. Aunque no se la nombre, la sombra de Carrie, su madre, sobrevuela toda la canción. Todo esto entretejido en una melodía que es pura miel, entre punteos encantadores y pequeños arreglos de vientos. Sencilla y devastadora.
La primera pista de ‘Seven Swans’ (2004), ‘All the Trees of the Field Clap Their Hands’ sale de un pasaje del libro de Isaías en el que se nos habla de música. «Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso» decía el texto bíblico, logrando esta composición absolutamente celestial servirle de muy digno homenaje: hasta el ateo sucumbe ante su enorme belleza formal, creada a través de un sencillísimo riff de banjo, por supuesto tocado por Sufjan Stevens. ¿Todo un bosque al ritmo de una canción de Sufjan Stevens? Sí, por favor.
Parte de la leyenda de Sufjan Stevens se labró a partir de sus discos navideños. Era un shock ver a un héroe del underground vestido de tal guisa. ‘Songs for Christmas’ (2006) recopilaba 5 EP’s que entre 2001 y el mismo 2006 había repartido entre amigos y familiares… Y después continuó con el proyecto.
La penúltima canción del recopilatorio navideño ‘Silver & Gold’ (2012) parte del villancico del mismo título que popularizó el actor Burl Ives. Aparte de dar nombre a todo el proyecto, Sufjan lo lleva a un terreno de folk psicodélico muy de los 70, para hacer otro de sus llamados al Apocalipsis. El espíritu navideño brilla por su ausencia, pero el resultado es sobrecogedor:
«Me estoy haciendo mayor
Todo el mundo desea la juventud
¿Cómo he desperdiciado mi vida
confiando en el placer que te da la tierra?»
El debut de Sufjan Stevens, ‘A Sun Came’ (2000), ya tiene su sello personal: son una veintena de canciones que tocan varios estilos, del folk al grunge. La incontinencia y la infinidad de influencias apuntan a la dispersión, pero como debut, anticipa mejor su carrera que el extraño segundo disco, ‘Enjoy Your Rabbit’ (2001), un álbum de electrónica dedicado al zodíaco chino.
Es el tercer álbum de Sufjan el primero que reivindicar. La primera canción de ‘Michigan’ (2003) trata de la crisis de la industria automovilística de los 70 en EEUU. Michigan era el estado del motor y Flint uno de sus epicentros. La ciudad sufrió la crisis de manera severa: desindustrialización, pobreza, crimen… Mucho antes de recorrer Illinois y su historia, Sufjan se pone en el lugar de un solitario sintecho en las calles de la ciudad 30 años antes, y dedica su plegaria a piano y vientos a las víctimas de la crisis, a los desempleados y mal pagados.
