Primavera a la ciutat: Kim Deal, reina, reina y reina

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Primavera a la ciutat: Kim Deal, reina, reina y reina

El Primavera Sound cerró el domingo con la traca final del Primavera a la Ciutat. Una vez más, varias salas y más artistas de los que puedes llegar a ver. Así que me decidí por la Paral·lel 62, donde tocaba rock noventero y público talludito (yo incluida). Pero no era la nostalgia lo que me empujó allí, sino el presente rutilante de una de las máximas representantes de los 90: Kim Deal.

Porque Kim se merendó todo. Antes, la banda de emocore Cap’n Jazz ofreció una actuación bastante cuestionable pero divertida. Parecía que tocaban las canciones a cachos, su cantante Tim Kinsella iba como las Grecas y acabó en tetas. Incluso ofrecieron una versión acelerada y cacharrera del ‘Take on Me’ de A-Ha.

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The Jesus Lizard cerraron la noche con una buena y efectiva actuación de rock distorsionado que alcanzó los 90 minutos, aunque en la sala solo quedara la mitad del aforo. David Yow parecía un viejo y fiero chamán dispuesto a hechizar a todos los presentes. Se lanzó a hacer crowd surfing en el segundo 0, y no dudó en bajarse varias veces a pista. La banda se negó a vivir solo de su pasado, ya que gran parte de su repertorio se basó en su último disco, ‘Rack’, de 2024.

Pero la reina absoluta fue Kim Deal. Lucía pletórica, con una sonrisa oceánica que iluminaba la sala. Y, detalle emocionante, con una camiseta con el nombre “Albini”, que simulaba el escudo de los Raiders. Le acompañaba una nutrida banda que incluía vientos y cuerdas. El repertorio era prácticamente el mismo que tocó en uno de los escenarios grandes el sábado, pero con la ventaja que da la cercanía de la sala. Así, la primera mitad de su actuación fue para desgranar ‘Nobody Loves You More’, empezando por la titular. No pudo resultar más encantadora, como encantadora es ‘Coast’. Los arrebatos de rock alternativo como ‘Crystal Breath’ o ‘Disobedience’, sonaron más llenos aún que en disco, y se ganaron aún más empaque de clásicos. Sólo eché de menos ‘Are You Mine?’, una particular favorita mía.

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Pero claro, la locura llega en la segunda parte de la actuación, dedicada a sus canciones con Breeders, empezando con una breve y torrencial ‘No Aloha’, y con una traca final de infarto: ‘Cannonball’ con vientos a todo trapo y el público enloquecido: ¡aún tuve fuerzas para botarla entera! O la estupenda versión de ‘Happiness Is a Warm Gun’, con papel estelar para su corista; la bonita ‘Drivin’ on Nine’ con los violines incorporados. Y claro, cuando al final agarra el bajo y dice que va a tocar una de los Pixies, la sala se viene abajo para cantarse un ‘Gigantic’ apoteósico, repleto de trompetas, cuerdas y la locura de los que allí estábamos. La más grande.

Gisela Jané

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