Lupe Fiasco es musulmán, no bebe, no va a discotecas y no fuma. Como a su amigo Kanye West (con él colaboró en el single ‘Touch the sky’ de su disco ‘Late Registration), se le considera uno de los hip-hoperos más progresistas. Le encanta la cultura japonesa, el arte y además es diseñador de Reeboks. ‘Lupe Fiasco’s Flood and liquour’ es su primer disco y aunque él lo reconoce influido enormemente por «una de las mayores obras maestras de hip-hop, ‘It was written’ de Nas (1996)», ya hay quien ve el álbum como el sustituto perfecto de West hasta que éste presente su tercer disco.
Puede que en cuanto a recursos y referencias, ‘Food and liquor’ sea más pobre que cualquiera de las dos entregas de su amigo. Sin embargo, en su defensa podríamos argumentar que las colaboraciones con The Neptunes (‘I gotcha’) o el mismo Kanye (‘The Cool’) no están entre lo mejor de su repertorio; o que, milagrosamente el tema producido por Mike Shinoda de, glups, Linkin Park (‘The instrumental’), no está tan mal. Y esto demuestra que hay algo definitivamente cautivador en Lupe. Serán las exquisitas cuerdas soul de ‘Real’, ‘Just might be OK’ o el 80% de los temas, el deje Portishead (¿o deberíamos decir Gnarls Barkley?) de ‘Daydreamin’, los 12 minutos de ‘Outro’ que no se hacen interminables, o poder escuchar las 16 pistas sin pasar ninguna. Que ya es mucho. 8.










358 años después de que nos lo pidieran y 7 meses después de que el grupo estuviera a punto de ser 






Joan Wasser tocó el violín en el debut de Scissor Sisters, se enrolló y tocó con Jeff Buckley, ha colaborado bien en el estudio o en directo con Lou Reed, Nick Cave, Sheryl Crow, Sparklehorse, Nathan Larson y Dave Gahan de Depeche Mode, entre otros, aunque por lo que se ha hecho «conocida» es por pertenecer a la chupipandi de Antony & The Johnsons, Rufus Wainwright y compañía. Va bastante de auténtica, dice que su mayor influencia es la vida, que yo puntualizaría «la vida escuchando y grabando la música de otros», y ha llamado su primer disco, después de varios EP’s y singles, ‘Real life’. 
¿Crees que serías capaz de contener el vómito durante, aproximadamente, una hora y quince minutos? Si no es así, te recomendamos que no vayas a ver esta película porque probablemente no puedas soportarlo y tengas que correr al baño a echar hasta tu primera papilla. Y no miento: me considero una persona bastante curada de espanto desde que entré una vez en la cocina de un McDonald’s, pero lo que han hecho con ‘La matanza de Texas: el origen’ no tiene nombre. El filme es una precuela del clásico de cine de terror ‘La matanza de Texas’ y comienza en un matadero donde se ve el nacimiento de niño feísimo ensangrentado. A partir de ahí todo son vísceras y sangre. No hay ni un solo plano en toda la película en el que no se vea sangre por todos lados. El gore o las snuff movies al lado de esto son dibujos animados para niños.


No sabemos si Jonathan Richman ha vendido su alma al diablo, si ha descubierto el ‘Shangri-La’, si se ha machacado en el gimnasio o si es su eterna inocencia la razón de que, a sus casi 60 años, siga manteniendo esa envidiable forma física e ingenuidad sobre el escenario. Tan sólo acompañado de una guitarra acústica, una batería rústica y unos singulares instrumentos de percusión (como un cencerro, por ejemplo), este inclasificable poeta del rock brindó el pasado viernes, en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, una inolvidable actuación.