No consiguieron llenar el Telefónica Arena (por cierto, basta ya de tonterías: qué lejos, mal comunicado y mal señalizado que está el antiguo Rockódromo, que GPS mediante nos tiramos un buen rato dando vueltas por unas calles oscuras de la Casa de Campo antes de volver a Madrid y empezar desde el principio buscando una miniseñal donde estuviese indicado el recinto), pero la expectación que se respiraba era tremenda. El homecoming de las Spice Girls, por edad uno de los primeros que nos tocan más directamente, estaba claro que llamaba la atención de todos los que se agolpaban a las puertas del inefable estadio horas antes de que diese comienzo la actuación, pese al frío invernal que castiga Madrid estos días.
Entre el público, los mismos que en Róisín Murphy según El País: modernos de Fuencarral, peluqueros, diseñadores y muchísima marica con su mariliendre a la vera. La edad media se concentraba en la franja de la veintena a la treintena, dispuestos a darlo todo escuchando aquellos hits que bailamos como locos en el instituto y que incluso algunos representaron en actuaciones de todo tipo frente a sus compañeros de clase.
Con un poco de retrasillo vimos el anuncio de Cavalli (que es el que ha diseñado el vestuario) y después el que da comienzo a la actuación, que era una cosa ñoña, sosa y llena de mariposas, así que por un momento creímos que estábamos en el inicio de un concierto de Morralla Mariah Carey. Como en todas las superproducciones de este tipo, las cinco chicas picantes salieron del suelo en unas plataformas mientras los asistentes saltaban, gritaban y hacían fotos sin parar. Ver a las que fueron ídolos de la juventud de los ’90 más casposos en vivo y en directo en su regreso, la verdad es que era una experiencia digna de vivir, qué os vamos a decir.
Empezaron la ristra de canciones con ‘Spice up your life’, que además repitieron al final, y ahí es donde empezó un poco la debacle. Aunque el sonido era bueno, excepto Mel C, casi todas entraban tarde, o difícilmente se las oía entre tanta remezcla punchera. Sonó casi todo lo que debía: ‘Wannabe’ (aunque un poco floja, es justo decirlo), ‘Spice up your life’ (x2), ‘Who Do You Think You Are’, ‘Mama’ (con visuales de lo más ñoño), ‘Stop’, ‘Viva forever’ (en mitad de una especie de baile flamenco con el cuerpo de baile vestido de torero, por eso que alguna la rebautizó como ‘Viva Torero’) y también una especie de medley de canciones de los setenta y un ‘It’s raining men’ de una Geri más preocupada por ganarse al público chapurreando español que por cantar. En el popurrí, Victoria hizo lo único que sabe: desfilar y hablar por teléfono, cantando tan sólo dos frases sobre el ‘Like A Virgin’ de Madonna y en playback. Olé.
A pesar del público enfervorecido, había veces que parecía que actuaban por hacer algo, en especial a Victoria, un poco harta ya de toda la pantomima que tienen que hacer, que todo el mundo sabe que se llevan fatal entre ellas. Claro, que el panojal que se han embolsado, bien vale todo tipo de guiños, cachetes en el culo y coreografías varias. Con todo, un espectáculo divertido que entre los que lo vivieron en serio y los que lo vivieron de coña, dejó contento al 100%.