Me es imposible contar algo así de una forma fría y aséptica, especialmente tratándose de alguien a quien admiro tanto como Sergio Algora. Algora falleció la pasada noche en su casa de Zaragoza debido a un fallo cardíaco. Hace poco pregunté a un amigo que qué grupo nacional escuchaba más ahora y me dijo: ‘El Niño Gusano. ¡Cómo les echo de menos!’. Yo también.
Pero uno siempre puede (debe) acudir a sus maravillosos tres discos, repletos de canciones grandes, enormes, como soles, con melodías prodigiosas de pop psicodélico inaudito en el inocentón panorama indie nacional de entonces, que les situaba en un lugar privilegiado y único. Y el rostro de ese hito era Sergio Algora, con una lírica alucinada y cercana a la vez, a menudo inquietante y repleta de sentido del humor. Nadie ha escrito ni escribirá letras de canciones como las de Sergio. Y le llamo Sergio porque, pese a su gran talento, siempre me pareció un tipo cercano, lo más alejado a un divo que pueda imaginar. Su poesía surreal aportaba a las canciones que entonces firmaba junto a Vinadé (ahora en Tachenko) el duende (nunca mejor dicho) necesario para erigir a la banda maña en una leyenda que el pop de este país merece.
Tras echar el cierre a El Niño Gusano, Algora se dedicó más a escribir, publicando varios libros de poemas y uno de relatos, además de tener dos blogs en los que publicaba textos incesantemente (en Algoravía y ClubCultura). Por supuesto, nunca dejó la música y se embarcó primero en Muy Poca Gente y luego en La Costa Brava, junto a Fran Fernández, con los que volió a disfrutar de gran éxito y un buen nuevo número de fans. Para mí, aunque probablemente él estaría cansado de oír siempre lo mismo, nada sería comparable a El Niño Gusano, seguramente por motivos puramente sentimentales. Descubrir y disfrutar de ‘La Mujer Portuguesa’, ‘Pelícano’, ‘Pon Tu Mente Al Sol’, ‘Ángel Guardia’, ‘Un Rayo Cae’, ‘Madame Dos Rombos’ o recordar un concierto totalmente eufórico como cierre al FIB 96 (¿falla mi memoria?) en la discoteca Kassim son cosas de esas irrepetibles que guardo en mi cabeza con un cariño fuera de toda lógica. Ya he vivido la desaparición de varios héroes (Kurt Cobain, Jeff Buckley, Elliott Smith…) pero es curioso que con Sergio no se ma haya quitado este nudo de la garganta desde que me he enterado de la desgracia. Puta mierda…
Tan lento llegó, tan lento llegó para decirme que
no era una perdiz lo que me comí, y era el final del cuento.
Muñecos de nieve vienen a verme, me dan su frío,
se ríen y gritan, es el final del cuento.
Extracto de ‘El rey ha muerto’, contenida en ‘El Efecto Lupa’ (1996).