Discos de la década: Moloko

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Discos de la década: Moloko

Celebramos el Día de San Valentín con uno de los mejores discos sobre amor que se han hecho jamás, que como suele pasar es en realidad un disco de desamor. Mark Brydon y Róisín Murphy habían sido pareja artística y profesional desde que ella le soltó aquello de ‘Do You Like My Tight Sweater?’, que terminó siendo el título del primer disco de Moloko. Sin embargo, en 2001, justo después de sus mayores éxitos, ‘Sing It Back’ y ‘The Time Is Now’, rompieron.

En aquel momento, en lugar de no verse más, tuvieron la genial idea de seguir adelante como grupo. Por supuesto llegaron a grabar un solo disco, pero en la grabación debió de arder Troya, porque vaya disco y vaya letras. No son brillantes por sí solas, pero en compañía de unos arreglos excelentes que aportan y quitan intensidad a continuos reproches y excusas, elevan ‘Statues’ a la categoría de disco de ruptura imprescindible, demostrando que la música electrónica puede ser tan intensa o triste como otra cualquiera. ‘Statues’ es el ‘Walking Wounded’ de nuestra década.

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Quizá el defecto del anterior ‘Things To Make And Do’ era el exceso de canciones. ‘Statues’ está mucho más condensado. Su producción, entre lo electrónico y lo orquestal, era tan impecable como siempre, y esta vez casi todas las canciones eran igual de buenas o incluso mejores que los singles.

Se abría a lo grande con ‘Familiar Feeling’ (a pesar de la cutrez del «radio edit» del vídeo), en la que no se sabe qué es más enorme, si sus arreglos y crescendos o su justificación a la desesperada de las cosas que unen a una pareja. «Nada puede ni parecerse a esa sensación tan familiar, de no tener que hablar para decir las cosas», repite obsesiva y patéticamente el estribillo.

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‘I Want You’ es clara en el típico juego mental de pareja a punto de romper («te deseo, aunque no te lo creas», «cuanto más me prohíbes, más necesito que me des»), ‘Cannot Contain This’ habla sobre la necesidad de dejar las cosas a tiempo, antes de que se vuelvan peores («no me aferraré a esto, para ver cómo eres cada vez más frío»), mientras que ‘Forever More’ y ‘Statues’ tratan de manera más abstracta el dolor y la soledad.

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Hay canciones un poco más ramplonas, como ‘Blow By Blow’ o ‘Come On’, aunque esta contiene un intento divertido de mirar las cosas con sentido del humor; pero la última canción del disco, el último tema del que será el último disco de Moloko, porque después se separarían de forma indefinida y no parece que vayan a volver, te hace olvidar cualquier defecto que pudiera tener ‘Statues’ de lo bonito (¿se puede decir «bonito»?) que es.

Su título ‘Over And Over’ lo dice todo, o casi, porque este tema es el que contiene párrafos más demoledores, cada uno más triste que el anterior: «A veces cuestiono la idea de que no existas. ¿Podemos quedar y hablarlo? ¿Podrías por favor llamarme?». O «estás en cada lugar al que voy, en todos los lugares en que he estado. No me puedo imaginar dónde estás, porque tú eres lo único que he visto nunca». O «sólo una palabra dulce y una sonrisa hace que todo casi merezca la pena. He dado todo lo que tenía que dar pero tú dejaste de entregarte». Etc. Frases no muy originales que ha dicho cualquiera pero que, acompañadas de los impresionantes arreglos, te sumirán en un valle de lágrimas, seguro. Porque además la canción se alarga hasta los 10 minutos, en lo que parece una metáfora sobre el deseo de retener a tu ser querido a tu lado el máximo número de segundos posible.

En su momento infravalorado, parece que nadie se dio demasiada cuenta del nivel de desnudez que contenía ‘Statues’. Los fans con el tiempo sí y cuando surgió el escándalo y empezaron a cuestionar, tirando de las letras, quién había dejado a quién, etcétera, Róisín intervino en su foro oficial para decir que todo estaba expuesto claramente en el álbum.

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