Nacho Vegas había sido miembro fundador de Manta Ray, pero a finales de los 90 decidió dejar el grupo para emprender su carrera en solitario. Aparte de su interesante proyecto ‘Diariu’, que con tanto mimo trataron hace unos meses en Hipersónica, ‘Actos inexplicables’ es su primer disco y la referencia 001 de su sello, Limbo Starr. El álbum incluiría algunas de las composiciones que había escrito durante la última etapa junto a Manta Ray, que en una entrevista de la época en Muzikalia, calificaría como «muy cinematográfica», algo que corrobora el instrumental que abre el álbum y le da título, la preciosa ‘Actos inexplicables’, muy influida por Ennio Morricone.
El álbum, influido también por Leonard Cohen y Nick Drake, que aparece citado en el digipack, sólo recuerda a Manta Ray en las últimas pistas del disco, ‘Blanca’, cuya ambigua letra puede ir sobre amor y sobre la señorita que rima con Christina, y ‘Molinos y gigantes’, con su referencia velada a la Iglesia de San Pedro de Gijón, que de todas formas en su final recupera la calma con la repetición de la frase «todas las cosas que alcanzo a ver me sobrevivirán».
Ese carácter acústico hace destacar unas letras que hablan de desamor y muerte, siempre rodeados de tabaco y drogas (por supuesto las imágenes del libreto del disco le muestran fumando), y que encuentran en Gijón la metáfora perfecta para ambientar su pesadumbre. La primera vez que oímos la voz de Nacho en el álbum es para hablar sobre el «frío de su país», «al norte del norte», donde él busca a una persona «con la mente» aunque no la «alcance a ver».
La ausencia de alguien o la nostalgia de un Lucky compartido aparecerán varias veces a lo largo del disco, como en ‘El callejón’ o ‘Que te vaya bien, Miss Carrusel’, una versión de ‘Fare thee well, Miss Carousel’ de Townes Van Zandt; ambas excelentes en la producción de Paco Loco, la primera con sus sutiles arreglos de trompa, y la segunda con su ambientación country, banjo y melódica mediante.
También llamaría la atención el theremin en el gran single ‘Seronda’, aunque ningún arreglo del mundo podría haber evitado que ‘El ángel Simón’ se transformase en la canción más mítica del disco y de toda la carrera de Nacho Vegas. Rara es la persona que puede olvidar la primera escucha de esta canción, con sus referencias a funerarias, cartas de despedida sin terminar que podrían no haberse encontrado en un ordenador y manchas en un colchón que uno mismo tiene que bajar a la basura cuando alguien que quiere se ha muerto encima.
Curiosamente, en la citada entrevista de Muzikalia, Nacho Vegas decía que le gustaba que «la gente se tomara con sentido del humor» ‘El ángel Simón’ y que no se consideraba «una persona atormentada», pero la historia que cuenta la canción es totalmente real y profundamente dolorosa. En su posterior libro, ‘Política de hechos consumados‘, cuyos extractos podéis encontrar en un magnífico post del blog no oficial de Nacho Vegas, incluyó un relato titulado ‘El ángel Simón’ con bastantes frases en común con la canción. En él aclara que la canción se inspira en su padre, fallecido a los 48 años de un ataque al corazón, y al que tardaron tres días en encontrar. El recuerdo del paseo infantil frente a la funeraria y la frase «agachaos, no vaya a ser que os tomen las medidas» o el relato sobre ‘El colchón’ son profundamente amargos. Nacho Vegas tampoco es un escritor excelente, pero esa crudeza natural con la que cuenta hechos tan tristes es casi insoportable.
Este nivel de intensidad hace a otros temas como ‘Sitios distintos’ o ‘El camino’ deslucir un poco en principio, pero ambos terminan resultando sendos «growers», el último con avance de la sordidez sexual y la ambigüedad que hemos visto en canciones como ‘Junior Suite’ posteriormente. Con este debut, número 1 nacional del año en Rock de Lux, revista que hizo mucho por su popularidad y prestigio, Nacho Vegas se convertía en uno de los personajes claves de nuestra década, como mínimo por conseguir que la palabra «cantautor» dejara de estar apestada en nuestro país.