Ayer unas cadenas de televisión se volcaron con el funeral de Michael Jackson y otras no. La televisión española (públicas y privadas) dista tanto de la realidad paralela de un blog como este que a veces te preguntas cosas como: «¿de verdad la muerte de un músico que escucho saldrá en los talk-shows de la tarde, como si fuera la de Carmina?». Y la pregunta tuvo su sentido cuando de repente nos encontramos a Rosarillo diciendo que era fan de «Billie Jeans» y a Álex de la Nuez o a Cruz y Raya en la mesilla de debate que comentaba su funeral.
Más de 17.000 personas asistieron a la despedida de Michael Jackson en el Staples Center de Los Angeles. Se escogió a los asistentes al azar, entre más de un 1 millón y medio de solicitudes. Los afortunados que pudieron decir adiós a Michael -que al final sí estuvo de cuerpo presente, por decisión improvisada de su familia- pudieron ver interpretar baladas de homenaje a Mariah Carey, Jennifer Hudson o algunos de los Jackson 5.
Uno de los más emocionados fue Stevie Wonder, que parecía no perdonarse no haberse ido antes que su amigo, al que se jactó de haber dicho varias veces cuánto quería. Aunque la gran sorpresa, para muchos, fue el discurso de Brooke Shields. Emocionadísima, recordó que, aunque nunca había trabajado con Michael Jackson profesionalmente, disfrutó de su lado más desconocido, su lado más humano, ese que, a pesar de su récord Guinness en donativos a la caridad por un famoso, pocos habían visto de cerca.
Brooke se rió en su cara de su moda de llevar un guante blanco, contó que a Michael le encantaba que le tomaran el pelo, que disfrutaba estando siempre de broma. Y concluyó que quizá nunca fue el Rey del Pop porque nunca dejó de ser un pequeño príncipe, al tiempo que citaba algunos pasajes de, claro, ‘El Principito’…