‘UP’: el mejor imposible de Pixar

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‘UP’: el mejor imposible de Pixar

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Lo de Pixar ya empieza a cansar. Hartito estoy de que cada año sean culpables de que mi top de películas favoritas de todos los tiempos cambie. Juré que después de ‘Wall-E’ nada suyo me podría emocionar al mismo nivel. Gustar sí, pero tocarme la fibra sensible, ni de coña. Y entonces llegó ‘UP’, y con ella, un nuevo renuncio al canto. Lo mismo que ya me pasó con ‘Ratatouille’. Comiéndome las mismas palabras que anteriormente con ‘Cars’ ‘Los Increíbles’. Tragando la bilis de saberme equivocado como pasó con ‘Buscando a Nemo’, ‘Monstruos S.A’ y anteriores. La historia de siempre con un estudio que gana cada año tanto como sus argumentos se repiten. Y es que si en esencia sus cuentos hablan todos de lo mismo: superación personal, relaciones personales, alguna aventura, chistes… ¿por qué un treintañero de pelo en pecho como el que escribe, el mismo que se reía de los compañeros de butaca que soltaron lágrimas con films como «Brokeback Mountain’, salió llorando como una magdalena de la proyección?

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Seguro que más o menos todos sabéis a estas alturas de qué va esta película, la primera de animación en inaugurar el festival de Cannes y mil veces mejor que la mayoría de la basura que se pudo ver por allí. Su protagonista es un gruñón vendedor de globos de 78 años, Carl Fredricksen, quien para cumplir una emotiva promesa del pasado olvida la aburrida inercia vital a la que se ve abocado por culpa de la vejez y engancha miles de globos a su casa para salir volando rumbo a América del Sur. Ya en el aire descubre que no está solo en el viaje, ya que un «boyscout» llamado Russell, su polo opuesto en edad, comportamiento y forma, está en el porche esperando a que le dejen entrar en la casa. Un perro parlanchín, que es el personaje más cómico de toda la película, un pájaro inclasificable, un loco explorador perdido en el tiempo y una jauría de canes travestis y furiosos completan el reparto de este filme cuya mayor fuerza reside, como es costumbre en Pixar, en los detalles. Porque no es la historia general lo más importante de ‘UP’.

Que por mucho que se hable de su magnífica primera secuencia -sólo superada por otra similar a mitad de la película, así que más os vale no entrar tarde en la sala- y de la innegable calidad técnica de su acabado, lo mejor de este film es algo tan intangible como la emoción contenida en todos y cada uno de sus planos. Una emoción construida con palabras, imágenes, música y ningún adorno telenovelesco que hace llorar al espectador sin engaños. Lo contrario que ‘Mar Adentro’, para entendernos. Lágrimas que brotan de traumas olvidados. Lágrimas siempre ocultas por unas gafas 3D diríanse más pensadas para evitar la vergüenza del espectador machote que para disfrutar de esos paisajes tridimensionales que, todo hay que decirlo, en un principio no iban a ser tal. Me explico.

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Cuando se empezó a preparar ‘Up’, Disney no se había sacado de la manga esa nueva norma por la que a partir de ya todos sus estrenos se harían en versión 3D con el fin de evitar la piratería. A los que gustamos de ver versión original nos han jodido, ya que como pasó con ‘Coraline’, si tenemos que elegir entre voz e imagen nos quedamos con la segunda, que ya la primera la puedes ver en casa en el DVD. La segunda, de momento, no.

Así que no me llames blasfemo y encasquétate tú también las gafas a pesar de la voz de Miguel de la Quadra-Salcedo. Tampoco olvides conservar la entrada a la salida y guardarla pegada en un libro de recuerdos como el del prota, Carl. Nunca es tarde para echar la vista atrás de una vida ya pasada. Ojalá tampoco lo fuera para sentarnos con nuestro abuelo en la butaca y ver la película cogidos de su mano para, aunque sólo sea por dos horas, ser ambos niños de nuevo. 10

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