La canción más decente del nuevo disco de Katy Perry, ‘The One That Got Away’, cita a Radiohead, June Carter y Johnny Cash. Lo de decente es un decir por dos razones: la primera porque habla sobre folletear en un coche a los 17 mientras escuchas a los de Thom Yorke, y la segunda porque una melodía preciosa con la que Duffy habría hecho una maravilla, aparece aquí hecha un pastiche marca de la casa, a cargo de esta persona que empezó grabando un disco de gospel, luego grabó otros dos que nunca vieron la luz y finalmente triunfó con una mezcla un tanto sospechosa de pop, guitarras apagadas y electro.
A Katy Perry hay que reconocerle un mérito: el haber devuelto a las emisoras norteamericanas el pop, casi, casi sin concesiones al rap, en una época (estamos hablando de antes de la llegada de Lady Gaga) en la que, tras las reticencias de las radios a pinchar incluso singles de Madonna o Britney, dudábamos que el pop sin más pudiera sobrevivir en este país. Katy se ha cubierto las espaldas en el single ‘California Gurls’. La canción habla sobre ir escuchando a Snoop Doogy Dogg en el coche y después de hecho incorpora un rap de Snoop Doogy Dogg en uno de los puntos más divertidos del disco, pero en general ella lo que hace es pop de cantante femenina de toda la vida, también con su media docena de singles potenciales y su media docena de temas de relleno.
La inspiración del álbum son, en palabras de la propia Katy, ‘Into The Groove’ de Madonna y ‘Lovefool’ de los Cardigans (esperemos que esto no haya llegado a oídos de los Cardigans), algo que se materializa sobre todo en las letras, que hablan sobre pasarlo bien y ya está, lo cual nos lleva en realidad a Ke$ha, cuyo ‘Tik Tok’ parece la mayor influencia de los dos singles principales y con la que Perry sólo se lleva tres años en contra de lo que pueda parecer. La canción más clara en ese sentido es ‘Last Friday Night’: se citan tríos sexuales, resacas, fotos de fiestas que aparecen en internet en contra de la voluntad de uno… y el coro que aparece al final y como subtítulo de la canción, TGIF, es un acrónimo en inglés de «Gracias a Dios que es viernes» (Thank God It’s Friday).
El problema, bueno, uno de los problemas de Katy es que a veces su mundo hedonista no es demasiado sugerente y ‘Peacock’, un tema sobre enseñar un «pavo real» que en realidad es una «polla» (da hasta vergüenza explicarlo), que supuestamente ha desagradado a su discográfica, es lo peor que hemos escuchado desde ‘Desnúdate’ de Christina Aguilera. Tampoco suelen ayudar su voz, inexistente entre efectos tipo «autotune» y grititos insoportables (‘Firework’ y sobre todo la abominable ‘Who Am I Living For?’, esa canción en la que se autoproclama «ave fénix» cual McNamara pero en serio, con bien de «llamas», «cielos» y todo eso), ni su tendencia a lo cursi (si ya te lo parece la melodía y el título de ‘Pearl’, atiende a su letra con paralelismos con la Estatua de la Libertad y Juana de Arco).
Sin embargo, ‘E.T. (Futuristic Lover)’, que parece un homenaje a t.A.T.u., o ‘Not Like The Movies’, que pega como composición para que Disney gane otro Oscar, presentan mejores melodías de lo que suele incluir como relleno en sus discos Beyoncé. Entre que toser a un hit que ha vendido millones de copias es una pérdida de tiempo, la canción que no será single y rescata uno, la que rescatará el otro y lo bien que queda la chica presentando premios MTV con poco más de 20 años, no es una desgracia del todo verla por todas partes. Hacer discos no es su fuerte, pero bueno, hay otras cosas.
Calificación: 4/10
Lo mejor: ‘The One That Got Away’, ‘California Gurls’, ‘Teenage Dream’
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