Una de las mejores frases del gran Henry Rollins es aquella que dice que es en directo cuando un grupo muestra si vale o no vale. Hay quien puede que no esté de acuerdo con esta máxima, pero la veo aplicable a bastantes grupos más o menos recientes. Por mucho hype que algunos medios creen a su alrededor, ves un concierto suyo y se te cae el alma a los pies. Anoche tocaba poner a los mancunianos WU LYF a prueba. El NME y Pitchfork los adoran, y su aura misteriosa ha creado bastante expectativa en torno a ellos. Con la Moby Dick a rebosar de gente, y sin teloneros, salió el cuarteto liderado por Ellery Roberts para presentar los temas de ‘Go Tell Fire To The Mountain‘. La rasposa voz del frontman confiere a la banda un punto de singularidad que nunca está de más. Es como si de repente saliese Shane MacGowan a cantar una canción con Grizzly Bear. Nadie se lo esperaría.
Parapetado casi siempre tras el teclado, con el cual emulaba el órgano que tanto peso tiene en la banda, Roberts y compañía demostraron que tras el misterio y la propaganda hay algo real, unos chicos con ganas de darlo todo sobre un escenario, con una competencia en sus respectivos instrumentos que dio ese necesario empuje que necesitan las canciones para sonar creíbles. El público fue cómplice y unió fuerzas para corear y bailar temas como ‘LYF’, ‘Spitting Blood’ o ‘Dirt’. Muy especialmente, cuando sonó ‘We Bros’, la última del repertorio, el jolgorio fue generalizado. Tal vez hayamos escuchado propuestas parecidas a la suya, pero estos chicos merecen que se les preste atención. 7,5.