La dedicación de una diva del pop y de la pose moderna como Lady Gaga al sonido ochentero de Bon Jovi (lo de Queen ya lo habíamos asumido, aunque sólo por su nombre si recordamos canciones como ‘Poker Face’) todavía nos tiene desconcertados. ‘Born This Way‘ ha funcionado bastante bien como disco (lleva cinco millones de copias vendidas), pero de ninguna manera será más exitoso que ‘The Fame (Monster)’. De este pequeño traspiés se puede culpar a la irregularidad con que sus singles han funcionado a un lado y otro del Atlántico. Parece que ‘Judas’ gustó un poco más en Europa, pero fue un fracaso sonado en Estados Unidos. ‘Yoü and I’ exactamente al revés, mientras ‘Born This Way’ y ‘The Edge of Glory’ han ido algo mejor, pero muy lejos de los millones vendidos por ‘Bad Romance’.
¿Por qué ninguno de estos temas ha alcanzado las cifras de éxitos anteriores? Es inevitable pensar que las melodías parecen demasiado deudoras de otros hits (propios y ajenos) y que además las canciones aparecen lastradas por una producción cutre y salchichera completamente fuera de onda (tiene cierta gracia si observamos su excentricidad, pero ya) y demasiado similar entre sí, que ahora puede resolverse mediante un nuevo disco de remixes.
Si en el caso de ‘The Fame’, su álbum de remezclas se compuso de lo mejor del electropop internacional (Pet Shop Boys, The Sound of Arrows, Passion Pit, Monarchy), esta vez se da un paso más hacia la vanguardia, contando con algunos de los mejores grupos de la actualidad, como The Horrors; con grandes talentos desconocidos incluso en según qué sectores alternativos, como The Weeknd, Twin Shadow o Wild Beasts; o con responsables de algunas de las producciones más elegantes de la temporada, como Metronomy. También vuelven a aparecer, aunque sorprende menos, artistas relacionados con el pop más sofisticado, como Hurts, Goldfrapp o Two Door Cinema Club.
La pena es que junto a ellos esté otra gente dispuesta a tirar de ‘Born This Way’ hacia ese lado más macarra que ya tenía. Foster the People sacan para bien el lado más electroperro de ‘The Edge of Glory’, pero el ‘Born This Way’ de Zedd directamente resulta anodino, mientras el ‘Black Jesus + Amen Fashion’ de Michael Woods se pasa de trance sin revelar nada demasiado bueno de la pista. Más gracia tienen, a lo bruto, la todavía a día de hoy inclasificable ‘Americano’ con un grado más de tontería todavía en manos de Gregori Klosman y, ya puestos, Sultan & Ned Shephard, que añaden un guiño a Guns ‘N Roses y otro a Daft Punk en ‘The Edge of Glory’.
Lo de rizar el rizo en estas dos últimas revisiones es algo perfectamente válido, aunque es en los nombres que esperábamos con más ganas donde casi no encontramos decepción (Twin Shadow no ha sabido muy bien qué hacer con ‘Born This Way’, salvo desconcertar). Wild Beasts hipnotizan con ‘Yoü and I’, completamente despojada de su lado Queen; Goldfrapp convierten a ‘Judas’ en un triste ser reptante; The Weeknd se añade a ‘Marry The Night’ logrando que olvides todo parecido con Jennifer Lopez y cualquier otro single de Lady Gaga, mientras la bruma de The Horrors convence por completo en la perfectamente encajada ‘Bloody Mary’.
Hay canciones repetidas y faltan algunas de las mejores del disco, como ‘Government Hooker’, es decir, no ha sido la intención mejorar ‘Born This Way’. No es, por tanto, el resultado. Tampoco habrían servido estas versiones, mejores cuanto más peregrinas, para aupar las ventas del disco ni mucho menos. Sin embargo, sí encontramos un sinfín de vías por las que Lady Gaga podría expresar sus rarezas mejor que desde el lugar en el que está. Ya lo dijo Alejandro Sanz: «no encuentro esas extravagancias que luce vistiendo en ninguna de sus canciones». Y eso tiene tarde o temprano que cambiar.
Calificación: 6/10
Lo mejor: The Horrors, The Weeknd, Goldfrapp
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