Entrevista a Nacho Umbert

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Entrevista a Nacho Umbert

El ex Paperhouse Nacho Umbert está viviendo una segunda juventud musical. Su segundo largo, ‘No os creáis ni la mitad‘, mantiene la calidad de su debut y apunta hacia un futuro más que prometedor. De promoción por la capital, pudimos quedar con él para charlar sobre esta segunda etapa y, si el artista nos lo permitía, también de su primera banda, de la que servidor es muy fan. Nacho Umbert actúa el 11 de diciembre en Vic, el 14 en Barcelona, el 16 en Tarragona, el 17 en Zaragoza y el 20 en Madrid. Detalles en Facebook.

Tras tantos años de inactividad musical, ahora vas a ritmo de disco por año. ¿Tenías muchas canciones en la recámara o te ha llegado un torrente de creatividad tras el éxito de ‘Ay…’?
No, no tenía nada en la recámara. Después de ‘Ay…‘ me quedé seco, en el sentido de que grabé todo lo que teníamos, aparte de algún descarte que no grabamos. A raíz de ‘Ay…’ empecé a componer otra vez a partir del año pasado. Tampoco son tanto diez canciones más, más un par que se han quedado en el limbo. No creo que sea para tanto… ha pasado un año y medio y también pasa que ‘Ay…’ tardó un poco en salir, porque las canciones estaban ya grabadas desde meses antes. En total ha pasado tiempo, para mí por lo menos ha sido algo bastante natural. Estoy componiendo cosas nuevas, pero llevo un ritmo bastante tranquilo.

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¿Hay ya una cantidad suficiente de canciones nuevas para un próximo disco?
No, para nada. Tengo un par de canciones. No llegaré ni de coña. Me quiero tomar las cosas con calma, de manera que el proceso sea natural. No quiero plantearme un disco por año en absoluto. Cuando tenga una colección que crea que vale la pena, nos plantaremos grabar, pero sin pensar en una carrera musical, sin pensar en estrategias ni planteamientos a largo plazo ni nada, porque me equivocaré si lo hago.

En ‘No os creáis ni la mitad’ has vuelto a colaborar con Raül Fernández. ¿Fue buena la primera experiencia y querías repetir? ¿Qué aporta Raül a tu trabajo?
Aporta mucho, porque yo solo lo tengo bastante complicado para hacer un disco. Aporta mucha sensibilidad, entiende mi rollo como no lo entiende nadie, le da una profundidad a mis canciones que yo sería incapaz de dar, un color… Es cierto que también suena mucho a él, como no podría ser de otra manera, pero ya es una parte muy importante en mi proyecto y me gusta que sea así. Refree es único y es cierto que no he probado con ningún otro productor, pero no veo nada que me interese a nivel de producción. Seguro que hay gente buena, pero de momento tengo la oportunidad y la suerte de estar cerca de él y de que le guste lo que hago y eso para mí es un privilegio. No me planteo de momento cambiar. A veces hablamos sobre si merece la pena continuar con esta relación. Yo creo que sí y ya hemos hablado que seguramente nos apetecerá. Todo dependerá del tipo de canciones que tenga, pero tiene pinta de que sí, de que volveremos a trabajar juntos.

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¿Entonces no tenías miedo a caer en la comparación con la música de Refree, dada la similitud en la producción de sus discos y los tuyos?
No, miedo ninguno. Refree es parte de mi proyecto y es algo deliberado, con lo que juego. Seguramente en este segundo disco se nota más, porque entran cosas como la confianza y la libertad que le doy para trabajar. Creo que no funcionaríamos si no. Si le corto las alas, mal vamos, porque creo que tengo que darle libertad y mucho poder de decisión. Al final, la última palabra la tengo yo, pero siempre me acaba convenciendo de todo.

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En algunos temas de ‘Ay…’ cantabas frases sueltas en catalán y ahora al fin te decides a cantar dos temas casi íntegramente en este idioma. Lo de casi lo digo por ‘El Sr. Esteve’, que está cantada mitad en catalán y mitad en castellano. ¿Cómo sucedió? ¿No te atrevías antes?
No, no tenía confianza. Creo que está muy justificado que ‘El Sr. Esteve’ sea mitad y mitad, porque estoy retratando un tipo de familia que es bilingüe y por tanto me interesaba mucho esta coherencia a la hora de cantar en tercera persona en catalán y en primera persona cuando le doy la voz a los hijos, que hablan en castellano. Es una familia catalana. Esto creo que le da una riqueza añadida a la canción, aunque quizás no se pueda entender si no se explica, pero en Cataluña está muy claro que esto es así. Respecto a ‘El mort i el degollat’, no hay vuelta de hoja, es un refrán valenciano que no voy a traducir. No tiene sentido traducir eso y me hacía ilusión escribir sobre ese refrán como punto de partida para la canción. Es curioso, porque en catalán me han salido las canciones más rápidas que he escrito en mi vida, aunque me sigo sintiendo más cómodo escribiendo en castellano, porque supongo que he leído mucho más en castellano, pero el catalán es una herramienta magnífica, una lengua fantástica que tiene un punto muy divertido, muy negro y sarcástico que a mi rollo le va bastante bien. En castellano mi propuesta funciona muy bien. No quiero hacer planes, no me planteo hacer un disco en catalán, ya veremos cómo vienen las cosas.

En la canción que abre tu nuevo disco, la que le da título, aparecen personajes de ‘Ay…’, como el marica o los viejos del palomar. ¿Tenías intención de crear un universo propio en torno a tu música?
Es una canción que sabía que solo podía ser la primera y esto ya lo hablé con Refree: si no abría el disco, no entraba. No deja de ser un guiño hacia la gente a la que le ha gustado el primer disco, he jugado un poco con eso. Tiene un punto autobiográfico que hace referencia a la experiencia de volver a grabar y creí interesante poder meter a estos personajes, que siempre digo que se me han colado… pero en realidad los he colocado yo premeditadamente. Soy consciente del riesgo de autorreferenciarse, que es una de las cosas más espantosas que pueden existir, pero en este caso me permití esta licencia. Es una pequeña broma, pero tuve mis dudas.

A medio camino entre la cotidianidad, la fantasía y el surrealismo, ¿de dónde sacas las ideas para tus letras?
Tengo un libro en casa y lo copio todo (risas). Lo saco de donde puedo. Me lo invento o lo saco de cosas que he leído, como ‘La pensión maravillas’, que está expresamente colocada al final del disco, con un final mágico y tan en contraste con la primera parte de la canción, en la que acabo en una pensión de mala muerte tras un bolo en Madrid. Es un homenaje a ‘La pensión Grillparzer’, un cuento que hay en un libro de John Irving, que se llama ‘El mundo según Garp’. Tiene un punto de realidad, porque realmente estuve el año pasado en una pensión un tanto especial y pensé en hacer una canción sobre esta experiencia y homenajear al libro de John Irving, que me encantó. Me gusta meter esta serie de cuñas y estas referencias continuas a Berlanga, con esta serie de familias, esta boda valenciana, este mundo cañí. Me gusta mezclar elementos de la vida, del cine, de la literatura. Cultura propia que vas absorbiendo de todos los lados.

Volviendo a la canción que abre el disco, pero desde un punto de vista más musical, habéis introducido elementos como sintetizadores o guitarras eléctricas, no muy presentes en el resto de tus canciones. ¿Puede apuntar al estilo de próximas canciones? ¿Había un poco de nostalgia de lo que hacías con Paperhouse?
No, en absoluto. En este sentido tiene mucho que ver Refree y no le pregunté por Paperhouse, porque ni se acuerda. Y yo tampoco me acuerdo, ni me interesa acordarme. También hay guitarras eléctricas en ‘El Sr. Esteve’. A nivel de producción hemos ido colocando lo que nos pedía el cuerpo y queríamos más intensidad que en el primero y mucha más dinámica, un disco más radical en ese sentido. El primero tiene un sonido más clásico, más homogéneo, algo más plano y austero. Queríamos hacer otra cosa y no repetirnos, que bueno, es la chapa que decimos todos los músicos siempre, y al final creo que no es un problema repetirse si lo haces bien. En las letras hay bastante continuidad y es un disco hermano del primero. No huyo para nada del primer disco, me sigue gustando y quiero que se entienda que este segundo existe porque existe el primero. De ahí el puente entre uno y otro, que es la primera canción.

¿Crees que Paperhouse llegasteis a influir a grupos posteriores?
Yo creo que no. Soy muy escéptico respecto a Paperhouse, no creo que hayamos podido llegar a influir a alguien. A veces me dice gente de Barcelona que nos había venido a ver, pero debían de ser los únicos. Había tan poca gente en los cuatro conciertos que hicimos en nuestra vida que me cuesta hasta creérmelo. Me alegro si a alguien le podía gustar aquello, pero a mí me queda muy atrás.

Respecto a la relación de un artista con su sello, la tuya con Acuarela debe de ser muy buena, tras haber editado con ellos todo lo que has hecho tanto en tu primera etapa como ahora, ¿no?
Sí, es buena. Todo tiene algo de nostalgia, de comodidad, de no conocer a nadie más. Cuando hice ‘Ay…’ yo llamé a Jesús (nde: Llorente, dueño del sello) porque no conocía absolutamente a nadie más. Me dijo de grabar un disco y pensé que todo era redondo. Volver a grabar en la misma casa después de tantos años me parecía coherente y bonito. Respecto a este segundo, creo que Acuarela es un buen sello que cree en mí y por tanto no me planteé demasiado las cosas. Tenía también algo de gratitud por haber confiado en mí después de tanto tiempo, sin saber qué puede llegar a pasar grabándole a un tío que lleva quince años sin hacer una puta canción. Creo que hacer un segundo disco con ellos tenía algo de sentido común, en vez de largarme a la primera de cambio con el primer postor que me pueda ofrecer otras cosas.

¿Cómo surgieron las colaboraciones de Pauline En La Playa o Caio Bellveser (Maderita)?
Es sencillo. No sé si tengo mucha suerte, pero siempre que pido las cosas, la gente reacciona bien y me dice que sí, ya sea para cantar, para hacerme un clip o la portada del disco. En los tiempos que corren, con los presupuestos en los que nos movemos, hay que pedir muchos favores a la gente y la gente se enrolla cosa mala, es una suerte. No sé si a todo el mundo le pasa, yo estoy un poco fuera de este mundo. Supongo que si a la gente le gusta lo que haces, a nivel de colaboración es mucho más sencillo. A las Pauline las conocí porque coincidimos en un festival, nos caímos bien, nos tomamos unas cañas y más adelante les propuse colaborar en el disco y me dijeron que estaban encantadísimas y más sabiendo que Refree estaba a los mandos, porque son muy fans. Fue todo muy simple. Y con Caio lo mismo, le gusta lo que hago y me encanta cómo toca el bajo, cómo canta y me flipa el disco de Maderita. Además, me apetecía mucho tener a un valenciano cantando los coros de ‘El mort i el degollat’. Intento buscar estos guiños que pueden no tener demasiada importancia, pero para mí la tienen.

¿Cómo vas a afrontar la gira de presentación? ¿En solitario, con banda?
Con banda, pero como mover una banda de cuatro o cinco personas está complicado a nivel de cachés, tengo una opción de dúo que es muy íntima y que creo que funciona muy bien. También tengo la intención de mover un cuarteto con bajo y batería. En las presentaciones de Madrid y Barcelona estará Refree. Todo es movible, de ahí el nombre de La Compañía.

Una pregunta un poco rara/absurda para acabar la entrevista: ¿te llegaste a dar cuenta de que el sonido del teclado en la canción ‘Alí Babá’ de Paperhouse es el mismo que el de ‘Another day in paradise’ de Phil Collins?
Ni idea, pero te diré una cosa: en este segundo disco hemos usado el mismo teclado que usamos con Paperhouse, que es lo único que conservamos, y estaba en el armario del guitarrista, muerto de risa, y un día me dijo: “tío, llévate este trasto de una vez”. Lo probamos con Refree y nos flipó, porque es una especie de Hammond viejo de los años 70 y hemos grabado la mayoría de teclados con él. También tiene un punto nostálgico que me hace gracia, porque el teclado tiene un adhesivo que pone Paperhouse en el lateral y vamos a tocar en directo con él, porque me gusta mucho más que otros tipo Nord Lead, que suenan más homogéneos, y este tiene un punto como de juguete que nos encanta. Es como un Hammond afónico. Y lo de Phil Collins, ni puta idea (risas).

Foto: Moni Navarro.

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