Había advertido Kevin Barnes que este ‘Paralytic Stalks’, álbum número once en la carrera de su proyecto Of Montreal, sería introspectivo y oscuro, en contraposición al positivismo que imprimió a ‘False Priest‘. La frustración de la regular recepción que obtuvo ese álbum le llevó a la depresión, de la que huyó componiendo estas nuevas canciones, las más personales en mucho tiempo, cantadas en primera persona para sustituir a sus habituales personajes delirantes. Lo cierto es que, al menos en su primera y claramente diferenciada mitad, su colorista y variado acabado está lejos de esa anunciada oscuridad.
Aunque ‘Gelid Ascent’ sí tiene cierto halo de rock denso, bien puede entenderse como una introducción al psicodélico funk-glam que Of Montreal presentan en ‘Spiteful Intervention’, ‘Dour Percentage’ o ‘We Will Commit Wolf Murder’, una especie de émulo de Prince intentando crear su propio Ziggy Stardust, con incontables y ricos detalles en los arreglos de cuerda (a cargo de Kishi Banshi, ex Jupiter One) y viento (creados por Zack Cowell, ahora parte de la banda). En ellos, Barnes presenta una seductora mezcla entre los primeros álbumes del grupo como parte del colectivo Elephant 6 y de sus más recientes incursiones en el R&B y el funky. Como guinda a ese jugoso pastel, la deliciosa y breve ‘Malefic Dowery’ cierra la primera parte del disco con sugerentes efluvios cubanos.
El lado cetrino al que aludía Barnes, que recuerda un poco al frustrante ‘Skeletal Lamping‘, parece llegar a partir de una ‘Ye, Renew The Plantliff’ que en sus ocho minutos va mutando desde lo descrito en el anterior párrafo hacia una música esquiva, por sus melodías en constante cambio y unas estructuras complejas en exceso, en las que el músico de Athens dice haber plasmado influencias de compositores arriesgados como Levi o Penderecki. Esta cara B, que casi duplica en duración a la A en solo cuatro cortes, es una desafiante propuesta, que quizá resultaría más atractiva e invitaría más a degustar sus cambiantes pasajes si no fuera por ese ladrillo de siete minutos de música abstracta que es ‘Exorcism Breeding Knife’ que, lo miremos por donde lo miremos, parece totalmente fuera de lugar. Hace pensar que, efectivamente, algo muy oscuro se tuvo que pasar por su cabeza en el momento en que tuvo la ocurrencia de incluirla.
Se trata, pues, de un álbum irregular, que en conjunto resulta demasiado hermético, confuso e incómodo. Pero uno prefiere quedarse con que ‘Paralytic Stalks’ contiene, sobre todo, música realmente bella y cuidada, que raramente entenderemos pero que deja una bonita huella en nuestra mente.
Calificación: 6,6/10
Lo mejor: ‘Dour Percentage’, ‘Malefic Dowery’, ‘Spiteful Intervention’
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