La suma de Steven Spielberg, un director con propensión al sentimentalismo, más la factoría Disney, que ha explotado esa veta con saña, no podía dar otro resultado que ‘War Horse’, la película bélica más cursi jamás filmada.
Algo nada sorprendente. En ese sentido, la propuesta de Spielberg/Disney no engaña a nadie. Su origen literario es el que es: una novela juvenil de los 80, muy popular en el ámbito anglosajón, escrita por Michael Morpurgo (editada en España por Noguer). Y además está la reciente adaptación teatral, de mucho éxito en el West End londinense, que deshizo en lágrimas al director de ‘Tintín’. Con esos precedentes, ¿iba a ser la última película de Spielberg un ‘Salvar al soldado Ryan’ con caballos? Ni de lejos. ‘War Horse’ es eso que se llama una “película familiar”. Cine con niños y animales, de narración tan asequible como un libro de preescolar, donde se ensalzan valores como la amistad y la nobleza de espíritu.
Lo realmente sorprendente es que esta sobredosis de almíbar, este chute de fresisuis cinematográfico, no acabe empalagando demasiado a un público de menos de doce años. ¿Cómo consigue Spielberg hacer digerible para un adulto un argumento tan infantil y tan lleno de sensibleras metáforas antibelicistas? Encomendándose al espíritu de John Ford. Spielberg saca tanto partido a los escenarios naturales del Parque Nacional de Dartmoor (Devon) como Ford a la isla de Innisfree en ‘El hombre tranquilo’ (1952). El director pone en funcionamiento toda su maquinaria expresiva para deslumbrar al espectador con brillantes elipsis (de los pliegues de un tejido a los surcos de un campo arado), épica humanista y secuencias tan poderosas como la carga de la caballería. Solo por ese momento, tan espectacular como significativo (fue la última vez que se utilizaron caballos de batalla ante la irrupción de la era mecánica), merece la pena acompañar a tu sobrino a ver la película. 6,5.