Si algo tienen en común Najwa Nimri y Raúl Santos y Johnny Depp y Tim Burton (por poner un ejemplo cualquiera) es que forman un par de alianzas artísticas que no sorprenden ya a nadie, pero tienden a dar buenos resultados. Sin embargo, mientras Burton acumula por cada nueva producción mil críticas que lo tachan de predecible y de no arriesgar, el “matrimonio” de la también actriz y el ex batería de Los Planetas ha elaborado a lo largo de estos años una carrera llena de discos cada vez menos comparables entre sí. ¿Quién esperaba en los tiempos de ‘Mayday’, su mejor álbum, un trabajo como ‘El último primate’?
Si bien es cierto que el primer trabajo en español de Najwa era consecuencia más o menos directa de sus escarceos con el rock en la que fue la esperada vuelta de Najwajean en 2008, esta tampoco tenía nada que ver con ‘No Blood’, el debut del aclamado combo. Por suerte o por desgracia, siempre será un misterio a qué hubiera sonado el sucesor de ‘Walkabout’ si ‘Till It Breaks’ jamás hubiese existido, pero atendiendo al progresivo acercamiento de Najwa en cada disco hacia diferentes terrenos, ‘Donde rugen los volcanes’ viene a ser, de nuevo, toda una sorpresa.
Igual que las atmósferas tétricas son el elemento recurrente por excelencia en cualquier película de Tim Burton protagonizada por su actor favorito, la música electrónica (la comúnmente catalogada como “electrónica horizontal”, no la de sudar en la pista) ha constituido desde el principio la médula espinal de la carrera musical de Najwa, sin dejar nunca a su intérprete en un plano inferior. En ‘Donde rugen los volcanes’, sin embargo, la electrónica ya no es únicamente una vía para las melodías de la cantante y pasa a representar el componente más importante de un trabajo que, paradójicamente, fue en su origen concebido desde la guitarra acústica de Vicente Miñana (Uma). De ahí lo de “pasado acústico” de la nota de prensa, que definía muy bien con “tecno de corte minimal” la dirección tomada en este trabajo tanto por Raúl Santos como por la misma Najwa, quien no ha tardado en confirmar en alguna entrevista su participación en las labores de producción del álbum.
Lo de “tecno de corte minimal” es un buen resumen, pero un disco de estas características que sale en nuestro país se merece profundizar un poco más… aunque solo un poco. El disco peca de cierta linealidad, pero entre momentos ambientales que mutan a tribales (‘Nada nos puede pasar’), experimentaciones vocales (‘Mi cama’, ‘A ver si me das’), teclados retro (‘Nunca estuve a salvo’, ‘Lenguaje verde’, ‘A ver si me das’) o electrónica voluptuosa y granular à la Frank Bretschneider o Matmos (‘En esta noche’) cada composición va tomando, con repetidas escuchas, su propia forma. No obstante, las melodías cantadas por Najwa, aunque adecuadas a cada tema, son tan agradables en el momento como efímeras, mientras que en lo musical, si ha habido una gran influencia en la producción, esa parece haber ha sido Thom Yorke y su disco en solitario (especialmente en el tema homónimo), un ‘The Eraser’ que, como este trabajo, aportaba instrumentales muy interesantes, pero, en mi opinión, melodías poco perecederas.
De todos modos, siendo ‘Donde rugen los volcanes’ un ejercicio evidente de autocomplacencia y voluntad de experimentación, quejarse de la ausencia de hits claros sería de lo más absurdo. Es cierto que las melodías no son el fuerte del álbum, ¿pero pretendieron serlo alguna vez? La voz de Najwa es un elemento más dentro de un todo hipnótico, atmosférico e introspectivo que invita al trance, al escapismo y a la búsqueda del “yo” interior (o pamplinas pseudofilosóficas igual de manidas). Tan delicioso con auriculares como falto de cualidades para permanecer en la memoria, ‘Donde rugen los volcanes’ convencerá sobre todo a quienes buscamos en este tipo de música una herramienta de evasión del cada vez más estresante mundo exterior.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Nada nos puede pasar’, ‘Donde rugen los volcanes’, ‘Pájaros de mal agüero’, ‘En esta noche’
Te gustará si te gusta: ‘The Eraser’ de Thom Yorke, el lado más experimental de Radiohead, la “electrónica horizontal” tipo Frank Bretschneider o Matmos, el “minimal techno”
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