Los asistentes del BBK Live accedieron al recinto el sábado con la sensación de que la última jornada, quizás por la ausencia de un claro cabeza de cartel, iba a ser la menos atractiva de todo el festival. Aún así, el buen hacer de Glasvegas, Eli «Paperboy» Reed y, sobre todo, Garbage consiguieron salvar la última jornada de un festival que, en esta edición, se ha caracterizado por intentar afianzar su prestigio gracias a un cartel mucho más compacto y solido que en años anteriores. La calidad de los grupos, el aumento de la cantidad de escenarios así como el riesgo que han corrido haciendo coincidir el festival con el FIB y el éxito de asistencia que han tenido, han servido para que el BBK Live haya dado un paso de gigante a la hora de afianzarse dentro del circuito festivalero nacional. Ahora, solo falta que dejen de «maltratar» a los asistentes con el asunto de tener que cambiar el dinero por monedas del festival y con el hecho, ofensivo de todas todas, de que en las barras no devuelvan los cambios. Otro tema a mejorar, aunque quizás venga dado por la localización del recinto, es que los asistentes tengan que recorrer casi 1 kilómetro cuesta arriba para llegar.
Corizonas salieron al Escenario 1 a las seis de la tarde con intención de hacer bailar al público y lo consiguieron. Mención especial para la versión del «I’m alive» – tema que hace poco también interpretó Tom Jones en «24 Hours» – que hizo que la audiencia se olvidase del horario y del cansancio. Mientras tanto, el Escenario 3 congregaba a los canadienses PS I Love You. El dueto parece que no encajó del todo bien en las expectativas del personal, con un sonido en ocasiones demasiado ruidoso y una actuación poco expresiva.
Reseñar a estas alturas de la película que la banda de Eli «Paperboy» Reed sonó a gloria bendita o la calidad de su repertorio es redundante. El de Bostón es, sencillamente, una apuesta segura que podrá estar más o menos inspirado pero que jamás falla y su actuación en el BBK Live no fue la excepción.
A las 21.00 coincidieron Supersubmarina, Glasvegas y The Big Pink. En la Carpa Vodafone los andaluces comenzaron un concierto que, una vez más, volvió a llenar de fans y curiosos la carpa. Consagrados como los mesías del indie más mainstream hicieron de su último largo la base de su actuación, dejando para el final los temas que les han llevado por los escenarios de toda España. Además del mencionado hype, utilizaron su pose para encantar a damas y caballeros e incluso llegaron a pedir palmas por separado al personal. Patético y atrayente a partes iguales.
En el Escenario 2 se congregaron unos Glasvegas que dividieron al público. A pesar de su infumable segundo largo, los escoceses atronaron en Kobetamendi con los sonidos oscuros de su primer disco pero eso no fue suficiente para un parte de la audiencia que apenas se inmutó. Otros, sin embargo, casi lloramos de la emoción.
Keane puso el toque de pop insustancial y cursi con una propuesta agradable para escuchar pero que, salvo los éxitos de su primer disco, no consiguió llegar a los asistentes. Correctos en cuanto a sonido, carentes de cualquier atisbo de actitud en el escenario, y con un Tom Chaplin desplegando su virtuosismo vocal, los ingleses ejercieron de teloneros de Garbage con oficio.
Si en la edición pasada Debbie Harry fue la gran triunfadora, este año ha sido Shirley Manson la que se ha llevado el gato al agua. Simpática, comunicativa y con una actitud y presencia en el escenario de la que ya podrían aprender otros grupos, Manson levantó ella sola la actuación de Garbage. A pesar de los problemas técnicos – se quedaron sin sonido a la mitad de «Push it» – el concierto de ayer sirvió para demostrar que, más allá de los éxitos de su primer disco o de «Cherry Lips», la banda puede presumir de tener una discografía sólida y a prueba de bombas. Los grandes triunfadores de la jornada.
Antes de que Garbage acabara su actuación, los donostiarras Lauroba comenzaban a tocar en la Carpa Vodafone. Parecían sentirse un poco fuera de lugar tocando en un festival de la magnitud del BBK Live. No supieron dosificar su repertorio y soltaron su mayor éxito “Ez Nintzen Irten Behar” a las primeras de cambio. Grupo repetitivo de rock vasco donde los haya, congregaron al público amigo que pueden llevar a cualquier Gaztetxe.
Mientras tanto, el grupo “revelación” Sum 41 volvían a Bilbao en menos de 6 meses a recordar que todos hemos sido quinceañeros y que gracias a Dios la mezcla punk-pop ya no está presente entre nosotros. Nicolás del Moral, Íñigo Díez.
Fotografías: Musicsnapper & Tom Hagen