Aunque desde su irrupción internacional con ‘Innerspeaker’, en 2010, hemos asumido que Tame Impala era una banda, en realidad hablamos del proyecto personal del australiano Kevin Parker. Él compone, produce e interpreta casi cada sonido de sus grabaciones, pese a que cuenta con una imponente banda de acompañamiento para trasladarlas al directo. Así que todos esos sonidos retro, esas guitarras llenas de fuzz y baterías repletas de eco, son la plasmación de la idea del rock de este muchacho de Perth que, a sus apenas 26 años, parece nutrirse casi en exclusiva del mejor y más contundente rock de los últimos 60 y primeros 70. En su segundo álbum, ‘Lonerism’, ha vuelto a confiar las mezclas a Dave Fridmann, un maestro en este tipo de sonidos que además invita a hacer una curiosa analogía, porque nos atrevemos a decir que este podría ser el ‘The Soft Bulletin’ de esta década.
Como ocurría en su debut, Parker nos sumerge en una galaxia en la que todo gira alrededor de Led Zeppelin, ‘Tomorrow Never Knows’ de The Beatles y los primeros Pink Floyd, y que encuentra conexiones con los siempre fascinantes mundos de The Flaming Lips (con los que colaboró en el reciente ‘Heavy Fwends‘) y las múltiples bandas del colectivo Elephant 6, especialmente con los Olivia Tremor Control del tristemente fallecido Bill Doss. Esas indicaciones bien sirven para describir lo que ya escuchamos en ‘Innerspeaker’ y que en ‘Lonerism’ encuentra una extensión, aunque el propio Parker señala directamente como inspiración del álbum ‘A Wizard, A True Star‘ de Todd Rundgren (tampoco es, pues, casual que el mismo Rundgren haya realizado una fabulosa remezcla del single ‘Elephant‘).
En ambos álbumes de Tame Impala queda patente su profundo interés por las texturas sonoras, por llevar tan lejos como le sea posible aquello que otros músicos idearon en décadas pretéritas. Así, Parker consigue algo difícil de explicar: su música tiene tanto poder sensorial como epidérmico, logrando que sus canciones transcurran como una sensación física, empujadas por ese añejo y contundente sonido de batería.
Kevin contaba en una entrevista que aunque le gustan los sonidos sucios («jodidos», los llama él), a veces también le gustaría sonar como Britney Spears. Aunque suene absurdo, posiblemente la clave del salto adelante que supone este nuevo disco sea esa, un mayor esmero en unas melodías vocales que, aun sin contener estribillos facilongos, suenan preciosistas y exquisitas, contagiando una excitación poco habitual en proyectos tan anclados a sonidos del pasado. En ‘Lonerism’ encontramos también un mayor peso de pianos y teclados, unos Moogs y Farfisas estratosféricos, que enriquecen las canciones con matices propios del prog-rock y hasta la Motown. Pero, sobre todo, hacen de este álbum una fantástica y sugerente vía de evasión, como corresponde a una música tan anclada en la psicodelia lisérgica (las drogas son otra gran inspiración para Kevin, reconoce).
La introductoria ‘Be Above It’, la indómita ‘Endors Toi’, la soleada ‘Music To Walk Home By’, las trippies ‘Keep On Lying’ y ‘Nothing That Has Happened So Far Has Been Anything We Could Control’, los hits potenciales ‘Why Won’t They Talk To Me?’ y ‘Feels Like We Only Go Backwards’ o los singles ‘Apocalypse Dreams‘ (una respuesta musical a ‘Melancolía’ de Lars Von Trier) y el mencionado ‘Elephant’ conforman el cuerpo de un disco poderoso y bello, que invita a bañarse eternamente en sus olas sonoras, esas que, tras la emotiva y sencilla primera parte, suenan al cierre de ‘Sun’s Coming Up (Lambingtons)’.
Calificación: 8,3/10
Lo mejor: ‘Elephant’, ‘Endors Toi’, ‘Apocalypse Dreams’, ‘Why won’t They talk To Me’, ‘Feels Like We Only Go Backwards’
Te gustará si te gustan: The Flaming Lips, Caribou, Pink Floyd, Led Zeppelin
Escúchalo: Deezer