Kendrick Lamar / good kid, m.A.A.d. city

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Kendrick Lamar / good kid, m.A.A.d. city

Por si alguien aún no lo tiene claro, Kendrick Lamar no es ningún trepa que pretende conseguir fama ligando su nombre al de Lady Gaga. Su colaboración con la artista superventas es solo una anécdota (hasta el punto de que ni siquiera es seguro que llegue a publicarse) para uno de los raperos más prometedores surgidos tras la irrupción de Kanye West. Kendrick Duckworth grabó con apenas 16 años su primera mixtape en su Compton natal, una ciudad histórica para el hip hop moderno, y desde entonces ha ido ganando más y más reputación en la escena del hip hop californiano, tanto en solitario como dentro del grupo Black Hippy (en el que comparte protagonismo con los también emergentes e interesantes Schoolboy Q, Jay Rock y Ab-Soul, que por supuesto apoyan en este nuevo álbum a su colega). Tras publicar el pasado año ‘Section.80’ (que él mismo no considera un álbum sino una especie de prueba, pese a que muchos medios lo incluyeron entre los mejores álbumes de hip hop de 2011), llega al fin su esperado debut en el sello de Dr. Dre, uno de sus ídolos de siempre.

Sin profundizar mucho, la sensación al escuchar ‘good kid, m.A.A.d city’ es que Duckworth pretende tomar el testigo del gangsta rap que reinó en el área de Los Ángeles en los 90, un subgénero que, pese a lograr un notable éxito comercial, acabó lapidando sus logros artísticos por el deplorable y patético uso de la violencia que retroalimentaba. NWA, 2Pac, Dr. Dre, The Notorious Big o Snoop Dogg son una palpable influencia en este ambicioso álbum, en el que los guiños al funk de los 70 y, sobre todo, el sonido de disparos y casquillos cayendo al suelo vuelven a tener un primer plano, algo que podría ser una triste noticia. Afortunadamente, el uso de esos recursos es coyuntural y está justificado en tanto que ‘good kid, m.A.A.d. city’ es un álbum conceptual y autobiográfico en el que Kendrick habla de su adolescencia y de cómo, entre flirteos con chicas y drogas, se vio inmerso en el mundo de violencia entre bandas. Según ha contado, las siglas en el título tienen un doble significado: «my angry adolescence divided» y «my angel’s angel dust», en directa referencia a su superada adicción al PCP.

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Cada canción representa un episodio vital en la vida de Kendrick (ligados entre sí por grabaciones supuestamente reales de mensajes de voz de sus padres y colegas), convirtiéndose en paradigma de un joven negro medio criado en un suburbio norteamericano durante los 90, al calor de la calle y el rap, y cuya deriva hacia las armas, las drogas y la venganza se dibuja inevitable. ‘good kid, m.A.A.d city’ narra una historia con estructura circular (la oración que introduce el álbum es la misma que una anciana obliga a rezar a los chicos que huyen de un tiroteo al final de ‘Sing About Me, I’m Dying Of Thirst’), en la que el chico termina redimiéndose y encauzando su vida gracias a su familia y a la religión. Aunque sea un sobado argumento cinematográfico, lo cierto es que Kendrick Lamar consigue dar fiabilidad a la historia y sostener el concepto gracias a su prodigioso estilo de rima, con el que incluso se atreve a interpretar estados de ánimo, como cuando en ‘m.A.A.d. city’ rapea tratando de mostrarse como un «negrata peligroso» con voz afectada y titubeante o cuando arrastra las palabras como si estuviera pedo en la etílica ‘Swimming Pool (Drank)’.

Con apenas veinticinco años, la capacidad descriptiva y narrativa de sus letras es admirable, deteniéndose en detalles aparentemente insignificantes (como el episodio en que se lleva el coche de su madre para ir a una fiesta en ‘Sherane A.K.A. Master Splinter’s Daughter’) que, sin embargo, enriquecen la historia y aportan credibilidad. En ese aspecto, la escucha del álbum resulta casi cinematográfica y posee una poderosa y creciente tensión que culmina en la extensísima y crucial «escena» final de la venganza por la muerte de su amigo en la mencionada ‘Sing About Me, I’m Dying Of Thirst’ y luego es liberada por el epílogo ‘Real’, en el que canta, con la colaboración de Anna Wise (del dúo experimental Sonnymoon), una lección final sobre la vida real, sobre el amor a uno mismo por encima del barrio, los colegas o la pasta.

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El joven rapero ha contado en su debut grande con una buena pléyade de jóvenes productores como Hit-Boy (en la poderosa, irresistible ‘Backstreet Freestyle‘), Sounwave (‘Bitch, Don’t Kill Ma Vibe’, ‘I’m Dying Of Thirst’), T-Minus (habitual de Drake, aquí en el fundamental ‘Swimming Pool (Drank)’) o Dj Dahi (autor de la base de la adictiva ‘Money Tree’, que incluye un sample de ‘Silver Soul’ de Beach House). Sin embargo, quizá para lograr esa onda G-funk que remita a los artistas que admiraba en su juventud, también se ha apoyado en músicos más experimentados como Terrace Martin, Scoop Neville (autor de una ‘Poetic Justice’ en la que participa Drake y que se construye sobre ‘Any Time, Any Place’, de Janet Jackson), Pharrell (que aporta un interesante punto de psicodelia en la pieza clave ‘good kid’) o Just Blaze, responsable de ‘Compton’, un tributo de Kendrick a sus orígenes de la mano de su mentor, Dr. Dre, con cuyo estilo estrictamente clásico se cierra el disco, a modo de fondo musical para títulos de crédito.

Kendrick es un artista con un talento superlativo para la rima, con un gran olfato para la producción y un exquisito uso de los samplers y las bases. Y ‘good kid, m.A.A.d. city’ es un muy buen álbum con un concepto muy claro, quizá algo previsible pero desarrollado con inteligencia y habilidad. Por eso, es inevitable sentir cierta desazón al pensar que Duckworth ha perdido la oportunidad de entregar el álbum histórico del que muchos hablan, por dos aspectos: primero, como muchos otros cae en el recurrente exceso de minutaje, tan habitual del rap y que aquí vuelve a ser una rémora; y segundo, en un momento en que el hip hop había logrado derribar barreras abriéndose a otros estilos y públicos, el ajustarse a unos patrones tan ortodoxos no le favorece en absoluto, máxime cuando ya había demostrado con temas como ‘The Recipe‘ (con sample de Twin Sister, que se ha quedado en mero bonus track) que es capaz de aportar nuevos esquemas.

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Calificación: 7,7/10
Lo mejor: ‘Swimming Pool (Drank)’, ‘Backstreet Frestyle’, ‘Money Trees’, ‘Real’, ‘good kid’.
Te gustará si te gustan: Killer Mike, el gangsta rap.
Escúchalo: Deezer

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