Joe Crepúsculo / Baile de magos

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Joe Crepúsculo / Baile de magos

Está muy bien aquello de aprovechar la fama de los grandes para mejorar la vida de los pequeños, pero lo cierto es que sería un error vender el nuevo disco de Joe Crepúsculo como el álbum en el que Russian Red colabora cantando por fin en español. Primero porque es mentira, Lourdes ya demostró en la banda sonora de ‘Brave’ que en castellano sigue sonando igual de bien. Pero sobre todo porque hay demasiadas virtudes en este ‘Baile de magos’ (y en la carrera pasada del artista) como para quedarse en la anécdota.

No miente Crepus con el título que ha puesto a su sexto álbum. Resulta complicado quedarse quieto durante los 42 minutos que dura este intento suyo de conectar con esa juventud perdida amante de los macroeventos techno. Público que por desconexión generacional seguirá sintiéndose ajeno a esta producción que busca mirar hacia adelante pero a la que le cuesta soltar lastre. Peor para ellos, ya que el resto, aquellos que crecimos en los ochenta y lo dimos todo en los noventa, saldremos sudando después de darlo todo en este viaje.

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Y es que ‘Baile de magos’ es un disco con vocación de directo, de esos que ganan rodeado de masa cantando y pegando saltos. No hay que esperar demasiado para descubrirlo, ya en ‘Nuevo amanecer’, primer corte del álbum, te das cuenta de ello a pesar de que los primeros versos (“El sol es nuevo cada día/ y el pájaro canta al amanecer”) no vaticinan nada bueno. Pero lo que parecía una broma de Gloria Fuertes se descubre enseguida en un trallazo con clara influencia de ese pop latinoamericano que tanto reinvindica Joe en las entrevistas, eso sí, más enfocado hacia propuestas de artistas como Javiera Mena que a Wendy Sulca o La Tigresa de Oriente, a la que el título de la canción homenajea.

Con ‘Bailando en el lavabo’ volvemos a la España más ochentera, concretamente a la que se volvía loca con Mecano, formación cuya sombra planea sobre varias canciones del disco como esta segunda que podría definirse como –esperad que me pongo ese “impermeable especial para cuando me escupáis” del que habla la canción– el resultado de poner a los Vampire Weekend a cantar una versión remozada del ‘Hawaii-Bombay’. Diversión de verano con un nada disimulado toque kistch que continúa en ‘La barca de los cielos’, tema ideal para que los amantes y los haters de Joe se reafirmen en aquello que les hizo alguna vez unirse a uno de los bandos.

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Claro que justo en ese momento suenan los primeros acordes “dinamarescos” de ‘Mi fábrica de baile’ y todos los prejuicios se desmontan por obra y gracia de un jitazo instantáneo en el que Joe, con su “Él está muerto y yo viva”, confirma el uso del femenino como nuevo género neutro. Que cada cual interprete esta reivindicación como quiera. Pocas veces un primer single estuvo tan bien seleccionado.

Ojo que esto no significa que el resto del disco no esté a la altura, sino que la canción es el perfecto resumen de todo lo bueno que contiene ‘Baile de magos’, que sigue obligándote a moverte con temas como ‘Jade’, que supera con nota la papeleta de llegar detrás del single, o ‘Batalla de robots’, una canción épica en la que resulta imposible no acordarse de cuando los Héroes del silencio molaban.

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Precisamente mucho silencio, al menos de voz, es en lo que hay en la siguiente canción, ‘Fuego en las calles’, corte instrumental que rompe el ritmo a modo de interludio y que no pega demasiado en mitad del disco al menos que se haya incluido bien con la intención de convertirte en el autómata del que se hablaba en la anterior canción, o bien como preparación para la hipnosis verbenera de ‘Hoy no me quiero levantar’, de nuevo con la sombra de Mecano por ahí volando esta vez en versión orquesta de fiesta patronal. Y a mucha honra.

Para el final se reserva Joe Crepúsculo las dos colaboraciones estelares que han logrado un hueco en el disco. La primera en forma de letra, la de la compleja ‘Uno de los dos’, que se nota que está escrita por Luis Troquel, y la segunda la de Russian Red, ‘Leyenda’, nueva reivindicación del sonido tecno-makinero de Camela en la que, insistimos, lo de menos es que Lourdes cante en español. Con organillo y todo, candidata desde ya a ser una de las canciones en castellano del año y último subidón antes de que se cierre todo con ‘Generación perdida’, cierre tropical y nostálgico que, como el final de la juventud, llega cuando menos te lo esperas. Al menos este disco puedes volver a vivirlo las veces que quieras.

Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Mi fábrica de baile’, ‘Leyenda’, ‘Hoy no me quiero levantar’
Te gustará si te gusta: las verbenas del pueblo, no irte a casa antes de que enciendan las luces de la discoteca, los dibujos de ‘Dragones y mazmorras’, tener complejo de Peter Pan.
Escúchalo: en Deezer

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