Siempre se ha dicho: la novela negra florece en los momentos de crisis y agitación social. Gillian Flynn ha llevado este axioma al extremo en ‘Perdida’, el gran éxito editorial post-‘Cincuenta sombras’. La novela que la ha lanzado al estrellato (más de dos millones de ejemplares en EE UU y tercer libro electrónico más vendido de todos los tiempos) nació de la crisis económica. Flynn perdió su trabajo como redactora de la revista Entertainment Weekly y decidió iniciar su carrera como escritora. Tras dos novelas negras, ‘Heridas abiertas’ (2006) y ‘La llamada de Kill Club’ (2009), ha triunfado con la tercera, una historia sobre una crisis matrimonial, con la crisis económica como telón de fondo y protagonizada por un periodista que, víctima de la crisis, es despedido de la revista neoyorquina donde trabajaba.
‘Perdida’ es una afortunada mezcla de thriller psicológico a lo Patricia Highsmith, perversa (muy perversa) chick-lit y comedia costumbrista sobre la clase media. Cuenta la historia de Amy y Nick, un matrimonio de atractivos treintañeros neoyorquinos que se trasladan a Missouri después de que él pierda su trabajo como periodista. La mañana de su quinto aniversario de boda Amy desaparece…
Ni que decir tiene que ‘Perdida’ te engancha desde la primera página. Pero, a diferencia de muchas otras novelas negras con principios prometedores y finales decepcionantes, no te suelta a la mitad. Al contrario, te sujeta aún más fuerte gracias a un extraordinario giro que hará sudar tinta a los guionistas de la futura adaptación cinematográfica (que podría dirigir David Fincher). ¿Cómo van a hacer para trasladar a imágenes esa artimaña tan literaria?
Además de una absorbente, turbulenta y muy ingeniosa novela policíaca, ‘Perdida’ también es una ácida denuncia sobre la peligrosa influencia que ejercen los medios de comunicación en los jurados populares, el retrato del choque cultural y de clases entre los habitantes de la Coste Este y los del Medio Oeste, y una mirada llena de ironía y mala baba sobre el matrimonio y la vida en pareja. Flynn maneja con soltura las dos voces en primera persona, la femenina y la masculina, para desarrollar una historia de (des)amor tan extrema y enfermiza “como el cáncer más dulce del mundo”. 8,5.