‘After Earth’, en el nombre del hijo

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‘After Earth’, en el nombre del hijo

AfterTodos conocemos a algún orgulloso padre que aprovecha cualquier descuido para mandarte una foto de su hijo, cuando no algún vídeo, haciendo proezas tan graciosas como gatear, sonreír, dormir y demás cucamonas. Fase que por suerte tampoco dura mucho y que el resto aceptamos sabiendo que eso es ley de vida, que el día de mañana seremos nosotros los que andaremos dando el coñazo con imágenes de nuestro retoño o, en su defecto, alguno de sus naturales sustitutivos, léase un coche, un perro, un gato o una cacatúa.

El problema, y el cabreo, llega cuando esa sobrexposición no pedida llega de manos de alguien que, aunque conocido, no es nuestro amigo. Alguien como Will Smith, por ejemplo, que lejos de conformarse con abrir la cartera para enseñarnos una foto carnet de su querido hijo Jaden ha tenido la feliz idea de montar una superproducción para metérnoslo por los ojos y encima cobrar por ello.

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Porque en esto consiste ‘After Earth’, en convertir una historia original sobre un padre y un hijo que se van de acampada en una superproducción futurista en la que todo gira en torno a un muchacho de 14 años que por mucho que su famoso progenitor lo intente no tiene, o al menos no todavía, el talento para aguantar sobre sus hombros el peso de una película entera.

Que quede claro, esto no es un filme de Will Smith e hijo como ‘En busca de la felicidad’, sino uno de Jaden Smith con padre como estrella invitada, pasándose el chaval todo el metraje corriendo por la selva, hincando la rodilla en tierra y frunciendo el cejo mientras el otro, tumbado y herido, le da órdenes remotas para recuperar una pieza de la que dependen sus vidas. Una perfecta metáfora de lo que sería el futuro ideal de esta familia en Hollywood con Will jubilado en la sombra y Jaden ganando la pasta para que no decaiga su nivel de vida.

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La pena es que acostumbrados a que cada filme que firma sea peor que el anterior, al final será el director M. Night Shyamalan el mayor damnificado por esta película. Un juicio injusto, ya que a pesar de ser un filme de encargo, el director ha pasado de poner el piloto automático para intentar sacar el mayor partido posible a un guión que hace aguas por todos lados. Un esfuerzo que se nota durante los títulos de crédito, en alguna persecución y, especialmente, en los momentos íntimos compartidos entre padre e hijo en los que la cámara intenta dotar de emoción a una interpretación que carece totalmente de ella. Esperemos que Will Smith se haga un Coppola y después de la experiencia anime a su muchacho a seguir en el negocio del espectáculo haciendo otra cosa rollo rapear o poner palomitas. O dirigir, mira, que a Sofia le ha ido de perlas. 3,5

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