Las bandas sonoras de David Lynch, con letras escritas por él mismo y música de Angelo Badalamenti, han sido una referencia constante durante los últimos tiempos (Majical Cloudz, Trailer Trash Tracys, Chairlift, Porcelain Raft, ‘Drive’, largo etcétera). Especialmente la de ‘Twin Peaks’, que además ha dado nombre a un grupo o ha inspirado un tema de Bastille, uno de los grupos de moda en Reino Unido. Lynch, que llevaba tonteando con el mundo musical de una forma o de otra durante décadas, publicaba hace dos años su debut oficial y ahora vuelve con este ‘The Big Dream’ que deja bastante de lado la vertiente más dream pop de sus películas para centrarse en lo que le sienta mejor, un blues reptante y de sonido decadente con alguna conexión con el rock’n roll (‘Star Dream Girl’), ya que según ha contado en Rolling Stone desde la casa de ‘Carretera perdida’, le encantan las guitarras de los años 50.
Las atmósferas lynchianas vuelven a estar perfectamente conseguidas y ese es el gran mérito de un disco que, de manera más coherente imposible, no deja de moverse dentro de ese universo autorreferencial. Incluso cuando los ritmos enlatados remiten tímidamente a Timbaland (‘Last Call’, ‘We Rolled Together’, ‘I Want You’), incluso a pesar de lo tratada que está su voz, el artista no deja de sonar como un lánguido bluesman en busca del sabor de los años 50, ese que tantas veces ha usado en sus bandas sonoras.
Sin embargo, ‘The Big Dream’ se resiente de su carácter reiterativo, de la ausencia de sorpresas y de lo limitado de las cualidades vocales de su protagonista. Ni ‘Say It’ es tan sexy como las bailarinas que la llenan, ni las letras cuentan con los recovecos y el punto surrealista de sus guiones. En sus películas, directas y cristalinas, servían para aportar un dramatismo muy claro en mitad del aturdimiento. En sus canciones, que no son tan ricas en recursos, terminan haciéndose monótonas y algo inocuas: a menudo parece que ni siquiera está diciendo nada.
Es curioso que, a diferencia del anterior, Lynch cante este disco entero, con la excepción del bonus track, que Lykke Li se merienda nada más abrir la boca y que no en vano fue lo primero que escuchamos de este álbum a pesar de su carácter de «extra». En un segundo, Li logra transmitir todo lo que él no ha conseguido en 45 minutos (apenas se ha acercado en las baladas ‘Cold Wind Blowin» y ‘Are You Sure’). ‘Crazy Clown Time’ fue una interesante curiosidad, pero ‘The Big Dream’ no le consigue acercar a los territorios de Nick Cave o a los de Tricky. Como experimento tiene su gracia, pero una discografía con ocho discos iguales que este y teniendo en cuenta que llevamos siete años sin película, más los que quedan, no suena a tan buena idea.
Calificación: 5,8/10
Lo mejor: ‘I’m Waiting Here’, ‘Cold Wind Blowin», ‘Are You Sure’
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Escúchalo: Deezer