Para la continuación de un disco que les ha llevado y les seguirá llevando muchísimo más lejos de Subiza -tienen una gira de otoño de más de cuarenta fechas por toda Europa (de momento salvo España), Estados Unidos y Japón-, Delorean han abierto varios frentes. El grupo explicaba antes del verano que había hecho un disco mucho más pop, sin tanto sample, con colaboraciones vocales reales y de «gran producción». La nota de prensa sitúa además ‘Apar’ como un disco que reflexiona, a partir de «una relación rota», sobre «la contradicción existente entre el hecho de ser finitos y la necesidad de comprometernos incondicionalmente», relacionando la inestabilidad en el amor con la inestabilidad económica y política del sistema. De esta manera, se entiende que la portada se inspire en las cruces que hizo el escultor Jorge Oteiza para su tumba y la de su mujer que, más allá de la muerte y arrojadas al mar («apar» es espuma en euskera), «se aguantan la una a la otra».
‘Dominion’ cita un popular poema de Dylan Thomas en el que el amor desafía a la muerte y aparece mencionado de nuevo el mar («Death shall have no dominion» dice el estribillo de este tema) y el disco se abre con preguntas como «¿qué pasaría si quedáramos de nuevo?». La idea es clara y parece bien reflejada, pero las letras de Delorean es difícil que algún día lleguen a ser lo más importante de su propuesta, y para muestra esos casi dos minutos que tardan en llegar las primeras palabras de ese ‘Spirit’, un grower que pasa de recordar a ‘Numb’ de U2 o ‘Teardrop’ de Massive Attack a referenciar a Kraftwerk, su propio house balear o incluso los teclados ochenteros de los mejores Mecano. La coproducción de Chris Zane es rica y variada, pero de todos los frentes abiertos por el grupo, el más conseguido de ‘Apar’ me parece sin duda el de las voces.
De hecho, son lo mejor de los dos singles conocidos hasta la fecha. Los coros celestiales de ‘Spirit’ terminan de llenar el tema de magnificencia y Cameron Mesirow de Glasser aporta en ‘Destitute Time‘ tanto el verdadero estribillo de la canción como el momento más pegadizo de un disco que se cierra con ‘Still You’. ¿Qué es lo último que oímos en esta pista? La fantástica contribución vocal de Erika Spring de Au Revoir Simone, alojándose en «fade out» y aportando a la canción un delicioso toque melancólico tamaño Fleetwood Mac. Mención aparte merece la canción más experimental, ‘Unhold’ junto a Caroline Polacheck de los infravalorados Chairlift. En la interesante explicación sobre cómo se grabó, Ekhi revelaba que Caroline no utilizó ningún afinador de voz a pesar de lo complejo de la melodía y lo cierto es que el resultado se acerca al de una Elizabeth Fraser modernizada, a medio camino entre la extrañeza y la máxima belleza posible.
Otros momentos de ‘Apar’ no son tan curiosos o inspirados. ‘Dominion’ no es tan himno como apunta su comienzo y ‘Keep Up’ sólo sirve para que ‘Walk High’ -ahora sí, su canción pop- parezca mejor de lo que de hecho es. En el estilo, Delorean siguen sonando a sí mismos como pocos grupos pueden (¿quién podrá confundirlos con otros?), pero sí es verdad que ahora se acercan sin más demasiadas veces al chillwave y al dream pop, tan popularizados en los últimos tiempos en el underground y no tan underground a través de la banda sonora de ‘Drive’. En ese sentido Delorean ya no suenan tan pioneros como en ‘Subiza’, pero sí años luz en complejidad -AÑOS LUZ, matizo- por encima de muchos grupos nacionales contemporáneos. ¿Es justo exigirles más a ellos?
Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘Spirit’, ‘Destitute Time’, ‘Walk High’, ‘Unhold’
Te gustará si te gusta: Washed Out, Kraftwerk, New Order, D-E-L-O-R-E-A-N
Escúchalo: Deezer