Escuchar a una muchacha que hasta noviembre no cumple los 17 años cantar sobre su desprecio por la fama o sobre los problemas de hacerse mayor puede que no suene a «la esperanza del pop», pero Lorde ha conseguido que así sea. Y con creces. Porque ya tiene mérito que una neozelandesa de antepasados yugoslavos, influida al menos en principio por Lana del Rey, haya conseguido lo que la americana no: un top 3 en Estados Unidos con el ultra hit ‘Royals’, un «sleeper» en vías de alcanzar las ventas de ‘Somebody That I Used To Know’ que ha cogido a todo el mundo por sorpresa.
Para más inri, aunque a Lana recuerdan de manera salvaje ‘Tennis Court’, el single que abre este disco, y la ligera querencia hip-hop de canciones como ‘Glory and Gore’, la joven, cuyo nombre verdadero es Ella Yelich-O’Connor, se ha distanciado de la autora de ‘Born to Die’ en las entrevistas, afirmando que sus referencias a «alcohol caro, ropa bonita y coches bonitos» son «una mierda». La joven, de origen humilde, triunfa en América despreciando el sueño americano y afirma después de vender su single por millones que todavía le sorprende ver más de 50 dólares juntos y que se conforma con conseguir una cama que no sea de 90. Sus declaraciones son esenciales para comprender este disco, pues están fuertemente relacionadas con unas letras que no paran de cuestionar la escasa importancia de la popularidad, reclamando la existencia de ciudades que no salen en las series (‘Team’) y las inquietudes verdaderas de la gente normal (la propia ‘Royals’).
Hay cierta contradicción en su propuesta: la gente normal no da tantísimo peso en su vida diaria al hecho de ser famosa, pero es incuestionable que su mensaje ha calado. Y lo ha logrado prácticamente sola. Lorde, que fue rescatada por un cazatalentos de una audición escolar cuando tenía 12 años, fichando enseguida por Universal, ha compuesto las canciones en solitario, siendo asistida en la producción y co-autoría por Joel Little, conocido por ser el líder de Goodnight Nurse y por producir a gente como Kids of 88. Escuchando el trabajo de él por su cuenta, no cabe duda de que aquí la protagonista absoluta es ella y su conjunción de influencias, entre las que cita a Etta James, SBTRKT y Burial, y entre las que no cuesta imaginar a Purity Ring, Emiliana Torrini, tuneyards o Lykke Li. Puede que no sea 100% original, pero sí bastante peculiar. Ella misma lo dice claro en ‘Still Sane’: «I’m little, but I’m coming for the crown / I’m little, but I’m coming for you».
Si ya ‘Royals’ muestra una personalidad arrolladora en ese inolvidable «you can call me Queen B», más chulo que el 85% de los vídeos de hip-hop que aún se hacen en 2013, ‘Pure Heroine’ -atención al irónico título- contiene más cortes estupendos. Está el punto tribal de ‘Buzzcut Season’, sobre el que brilla una fantástica línea de piano que marca la melodía principal. O está la producción minimalista de ‘Ribs’, la mejor del disco. Es sutil e introspectiva pero se puede bailar, y de un modo mucho más sugerente y evocador que la reinvención de ‘Summertime Sadness’ perpetrada por Cedric Gervais.
Dice Lorde que durante mucho tiempo la música pop ha sido algo con lo que la gente no se ha querido asociar, y que los artistas sólo se preocupan por salir en Pitchfork, medio que nunca reseñó ‘Royals‘ y que ha hablado de ella por primera vez hace 10 días con motivo de ‘Team’. «Pero la música pop no tiene que ser estúpida, ni la música alternativa tiene que ser aburrida: puedes mezclar ambas cosas y hacer algo cool», culmina con mucha razón en entrevista con MTV. La segunda mitad de ‘Pure Heroine’, a pesar del buen riff en el cierre con ‘A World Alone’, no es espectacular, pero desde luego Scott Maclachlan no erró el tiro cuando la descubrió. Hay una decidida belleza en su descubrimiento del mundo y puede ser más hermoso todavía verla crecer.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Ribs’, ‘Royals’, ‘Tennis Court’, ‘Buzzcut Season’
Te gustará si te gusta: Lana del Rey, Emiliana Torrini, Purity Ring
Escúchalo: el single en Deezer