Es casi inevitable buscar paralelismos en las carreras por separado de Adam Granduciel y Kurt Vile después de que estas se cruzaran, transitoriamente, en los primeros pasos de The War On Drugs, que ha acabado por persistir como el proyecto personal del primero. Y no deja de ser curioso que ambos artistas de Philadelphia, cuyo nexo de unión artístico es obvio al escuchar sus respectivas canciones, parecen haber alcanzado la madurez de sus propuestas casi a la vez, en álbumes publicados con solo meses de diferencia. Si, en el caso de Vile, al ya notable ‘Smoke Ring For My Halo‘ le sucedió el fabuloso ‘Wakin On A Pretty Daze‘, al gran paso adelante que supuso ‘Slave Ambient‘ para The War On Drugs le sigue un ‘Lost In The Dream’ con el que, al fin, Granduciel se gradúa con honores.
Adam, produciendo él mismo y apoyado en su buena relación artística y personal con sus ya estables compañeros Dave Hartley (bajo) y Robbie Bennett (teclados), aparca en buena medida el sonido espacial y enmarañado que poblaba buena parte de su álbum pretérito. Certero y preclaro, parece haber encontrado un hilo del que ir tirando para ir desentrañando aquella madeja un tanto confusa hacia una propuesta mucho más depurada y lúcida. Por supuesto, en ‘Lost In The Dream‘ siguen presentes sus influencias de siempre, pero el enfoque es notablemente distinto. Limpiando su sonido de nuevo emergen Dylan y Springsteen, pero esta vez remitiendo a los de ‘Infidels’ o ‘Knocked Out Loaded’, en el caso del primero, y ‘Born In The USA’ o ‘Tunnel Of Love’, en el del segundo, derivando al rock más genuinamente AOR, el de Eagles, Bruce Hornsby y hasta Dire Straits (escuchen el rasgar de vestiduras…), con un sonido de guitarras, cajas de ritmo, saxos y unos sintetizadores que suenan inequívocamente a la Norteamérica de los 80. Con todo, Granduciel logra evocar esa época sin que llegue a sonar nunca caduco o rancio, sino destacando su vigencia, poniendo énfasis en su valor universal.
Ni se trata de oportunismo ni usa la sofisticación como un recurso fácil para suavizar su propuesta, porque basta una escucha para certificar que se trata de un paso evolutivo más que lógico para The War On Drugs. Podría engañarnos la inmediatez de ‘Red Eyes‘ o ‘Burning’ (¿su propio ‘Dancing In The Dark’?), o la increíble perfección de ‘Eyes To The Wind’ que la eleva a la categoría de gran clásico; pero la intrincada estructura de una inicial ‘Under Pressure’ (una larga y apasionante declaración de principios), los siete minutos de vibrante persecución, con Mark Knopfler en el retrovisor, de ‘An Ocean In Between The Waves’, las densas atmósferas de ‘The Haunting Idle’ o ‘Disappearing’ y la cúspide que cierra el disco, ‘In Reverse’, muestran que Granduciel no solo ha hecho concesiones.
Y si las ha hecho, ha tenido como único y deslumbrante objetivo el presentar un discurso poderoso y convincente para sus -esto es irrefutable- mejores canciones hasta la fecha. Incluso aunque la melancolía gobierne gran parte de las letras del álbum, con recurrentes y románticas imágenes de callejuelas oscuras y parajes naturales tan bellos como inmisericordes en los que expone al viento y la lluvia sus dudas y debilidades, paradójicamente ofrece una música grande y encorajinada, un asidero para «tratar de no resquebrajarse bajo la presión», como canta en el primer corte del álbum.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Eyes To The Wind’, ‘Red Eyes’, ‘Burning’, ‘In Reverse’
Te gustará si te gustan: Kurt Vile, el Springsteen de los primeros 80, Dire Straits
Escúchalo: NPR, The Guardian