Jorge Drexler / Bailar en la cueva

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Jorge Drexler / Bailar en la cueva

drexler-bailarMucho Mundial en Brasil y mucha celebración de la música sudamericana y latina, pero de su peor faz: Jennifer Lopez, Shakira, Pitbull… vaya imagen. Este año Jorge Drexler ha publicado un disco que sí presenta tres cosas de las que carecen las últimas entregas de las dos primeras: madurez, coherencia interna y un equilibrio perfecto entre las influencias absorbidas, que en este caso son también muy variadas pero nunca disonantes, desde el jazz al hip hop pasando por el tropicalismo, la banda sonora, la world music, largo etcétera.

El objetivo de Drexler ha sido hacer una reivindicación de la música de baile, que ha terminado impregnando hasta el primitivo nombre del álbum. Pero no se trata esta de una danza manchada de oportunistas sonidos noventeros. Si el tema titular con Bomba Estéreo que abre el álbum nos recuerda que «ya hacíamos música muchísimo antes de conocer la agricultura» o nos habla sobre «no estar en, sino ser el movimiento», esa sensualidad se reproduce en forma de bossa en ‘La luna de Rasquí’ y se baila casi como un vals minimalista en la balada ‘Todo cae’. Lo que tampoco quiere decir que no se aprovechen algunos ingredientes de hoy: colabora Caetano Veloso en ‘Bolivia’, sí, pero también repite la rapera Ana Tijoux, con la que ya había trabajado Jorge en el pasado, ahora en ‘Universos paralelos’, y aparecen elementos electrónicos en ‘La plegaria del paparazzo’.

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Lo mejor es que ese «equilibrio» al que hacíamos referencia no se produce sólo en lo musical, sino en lo lírico, donde Drexler consigue integrar perfectamente la cotidianidad, la intimidad de su vida privada, con las inquietudes políticas. En el primer caso, encontramos la final ‘Organdí’, evidentemente dedicada a su hija, y que el artista ha descrito sin tapujos como «un tipo de tejido muy delicado, cursi, el tipo de ropa que te aparece en la casa cuando tenés una hija. Junto con las Barbies». Un tema que sobre el papel sí podría resultar ñoño («te miro dormir y te nombro / te miro y no salgo de mi asombro / mi aliento te deletrea / para que mi corazón te lea»), pero que gracias a su bonita sección de acordes y a sus sutiles coros, funciona. En el segundo, destaca poderosamente ‘Bolivia’, un tema con una rica sección de vientos que cuenta la historia de sus abuelos, judíos, que huyeron del nazismo en 1939 («de un árido erial de desvarío ario», menciona, sobre una base rítmica de ritual que sí, da miedo). Unas inquietudes sociales que vuelven a aparecer en forma de cabreo económico en ‘Data, data’ («Todos quieren todo / Todo siempre es poco») o de alegato contra los paparazzis en ‘La plegaria del paparazzo’ («Santo patrono de los paparazzis, haz que ella salga por la puerta adecuada y que mire hacia aquí antes de entrar al taxi / Tú que creaste la prensa basura, Señor, bendice a este teleobjetivo, concédeme el olfato, la caradura y la santa paciencia»).

Sin ser los más imaginativos del mercado, los textos no repelen en los momentos románticos, ni tampoco son llamativos por el sonrojo que generan en los reivindicativos. Son un instrumento más en este disco ciertamente bailable y playero, pero al mismo tiempo elegante y comedido. Para muchos Jorge Drexler seguirá siendo el simpático marido de Leonor Watling que ganó un Oscar a pesar del ninguneo sufrido por la Academia. Para otros, no sé si cada vez más o cada vez menos, un gran cantautor que, a sus 50 años, está teniendo un madurar estupendo.

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Jorge Drexler actúa esta noche, 3 de julio, en Madrid. Entradas, aquí. Más fechas, en su web.

Clasificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Bolivia’, ‘Bailar en la cueva’, ‘Universos paralelos’, ‘Esfera’
Te gustará si te gustan: Josh Rouse, Gepe, Juana Molina
Escúchalo: en Spotify

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