Beck y Chvrches triunfan en Dcode

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Beck y Chvrches triunfan en Dcode

chvrchesDcode no se consolidó este sábado en Madrid porque prácticamente desde su primer año no necesita confirmación. Ya había ganas de una cita así en la capital que no falle y se repita año tras año sin bandazos editoriales a lo Arenal Sound ni complejos absurdos (el año pasado se atrevieron con Amaral, recordemos). En un recinto con tanto encanto como la Ciudad Universitaria (¡ese campo de rugby! ¿Cuándo van a repartir pelotas?), el festival ofreció la oportunidad de ver a artistas tan poco habituales en la ciudad como Beck, Wild Beasts o los apoteósicos Chvrches.

Band of Skulls tocaron a eso de las cinco y media de la tarde ya con bastante público y con una apuesta ganadora: un trío que puede sonar como si fuera un quinteto gracias a su solvencia y a la de su técnico de sonido. Canciones como ‘The Devil Takes Care of His Own’ hacían pensar en White Stripes, Black Keys o el nuevo éxito de Royal Blood. ¿Qué opinarían de que estos tocasen en un horario mucho mejor siendo novatos? Al menos parecieron tomárselo con deportividad y buen humor. Al fin y al cabo tocaban para ya un par de miles de personas y anunciaban de hecho que volverían a España pronto porque les encanta.

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Anna Calvi continuó con el sabor a rock, desplegando en segundo y cuarto lugar apuestas seguras como ‘Eliza’ y el contagioso autosample de ‘Cry’. Quizá faltó algo de nitidez en su voz para poder seguir sus letras en vivo, pero cuando llegó la final ‘Jezebel’ con su grito final casi a capella el público volvió a arroparla entusiasmado.

De nominado al Mercury Prize a nominado al Mercury Prize (¿comentarían algo entre ellos en el backstage?). Puede que Bombay Bicycle Club no sea el grupo más original sobre la faz y los más talifanes del indie habrán flipado con el hecho de que tengan más reconocimiento por ejemplo que Wild Beasts, pero lo cierto es que, viéndoles en directo, se entiende perfectamente que un jurado profesional piense en ellos. Su éxito en vivo es tamaño Two Door Cinema Club y el repertorio más que sólido a través de canciones como ‘Overdone’, como salida de una peli de James Bond, ‘It’s Alright Now’, ‘Luna’ o la final ‘Carry Me’. Además, su vocalista Jack Steadman tiene el irresistible carisma de un freak de manual: seguro que era el loser del instituto y ahora no puede ser más abrazable.

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No cuesta en absoluto entender el éxito de Mike Kerr y Ban Thatcher en el Reino Unido, atendiendo a su pericia y solvencia en el escenario, incluso a pesar de contar con tan solo un disco de estudio. Tras una brevísima intro que sirve como apertura del show, Royal Blood no se amedrentaron, y tras ‘Hole’ ya tenían a todo el respetable en el bolsillo, prácticamente a sus órdenes. Sorprendía ver la concurrencia de público para disfrutar de este grupo tan novel, y cómo los fans celebraban cada tema más que el anterior. ‘Come On Over’ fue, precisamente, la más aplaudida del set, mientras que el grueso de la gente se entregaba al pogo. La coincidencia con la estrella local Russian Red (aunque toca más fuera de España que dentro, recordemos) no fue óbice para que Kerr y Thatcher se encontrasen apoyados en todo momento, y supieron dar un tremendo show hasta el final, que despidieron con un muro de sonido espectacular, sobre todo atendiendo a que en el escenario tan sólo había un bajo y un batería.

Hay que aceptar el hecho de que Russian Red haga nuevas versiones en directo de las canciones que conocemos de ‘Fuerteventura’ y ‘I Love Your Glasses’. Lourdes ya no es una «chica con guitarra acústica» (instrumento que brilló por su ausencia durante este set), y básicamente se dedica a customizar las canciones viejas para adaptarlas al sonido de su tercer álbum ‘Agent Cooper’. ‘Cigarettes’, interpretada con un hilillo de riff, se salva. Y también ‘The Sun The Trees’. Pero por ejemplo ‘I Hate You But I Love You’ suena mucho más agresiva y ‘The Memory is Cruel’ no tiene nada que ver con la original. Desconocemos si estas adaptaciones terminan de conectar con el público como las originales, pero lo seguro es que el setlist no tiene que temer la ausencia de nuevas cumbres, pues ‘Casper’ y ‘John Michael’ están entre sus composiciones sobresalientes y suenan apoteósicas como todo el mundo las espera en vivo. Si no os convencen volved a escucharlas: son sus mejores canciones.

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Si Lourdes iba de azul y todo su grupo de blanco, la banda de Jake Bugg apostó radicalmente por el negro. Es inusual ver un directo en el festival de moda con sabores tan country como el suyo, pero el autor de ‘Shangri La‘ se recreó en los clásicos para presumir de voz, parecida a la de -recientemente- Alex Turner pero hipnotizante en primera fila y a un kilómetro en la barra del fondo, donde se le oía todavía mejor. Más que entretenido en ‘Two Fingers’ y bastante emocionante en solitario durante ‘Broken’, Jake Bugg dio un concierto tan agradecido como el de Bombay Bicycle Club: tan poco apetecible es ponérselo en casa y tan poco original, como apuesta 100% segura para el directo.

Lo de Beck es digno de reflexión. A lo mejor no le valoramos cuando nos malacostumbramos a verle en directo en aquellos años en que sacaba discos habitualmente y podía venir a tocar a Metrorrock (el precedente de Dcode, aunque nadie se acuerde) o el FIB. Pero está claro que es una superestrella merecedora de encabezar un festival por el que han pasado Franz Ferdinand o The Killers en años pasados.

Puede que te apeteciera en este caso verle como protagonista de un concierto de folk medio hippie en el que el artista se recreara en el atractivo ‘Morning Phase‘, pero él está muy por encima de eso. Puede sonar perfecto como artista acústico al interpretar canciones como ‘Blue Moon’, pero si termina de deslumbrar es por su eclecticismo: hubo momentos que pasaron por el hip-hop y el electro para recordar que él llegó antes de que ciertos sonidos se pusieran de moda, se pasasen y volviesen otra vez.

Beck arrancó con ‘Devil’s Haircut’, sonaron también ‘Loser’ o la contagiosa ‘Girl’, no faltó el medley Giorgio Moroder que la generación Youtube ya se sabía de memoria y únicamente sobró la interminable jam session de presentación de la banda en el bis tras la apoteósica ‘Sexx Laws’, durante ‘Where It’s At’. Por lo demás, diríamos que Beck está hasta más guapo que cuando era un veinteañero. Todos somos más abiertos de mente debido a su legado: hay que darle las gracias.

Vetusta Morla son uno de esos grupos que no defraudan nunca a su público. En cualquier festival, a cualquier hora y tras cualquier artista, son capaces de subir al escenario y tocar sus canciones, una tras otra, con total profesionalidad. Da igual que estén programados detrás de una figura tan relevante como Beck, porque siempre demuestran que están a la altura de un escenario como el Heineken. Si bien el comienzo del concierto, salpicado por canciones de ‘La Deriva’, su último disco, resultó menos contundente, la banda de Pucho rápido echó mano de sus temas más conocidos, como ‘Sálvese quien pueda’ o ‘Valiente’, los clásicos de Vetusta que nunca fallan y que siempre están ahí para ser coreados. Lo único que les falta es poner más atención a su escenografía y a sus proyecciones, porque, atención, se avecina grupo llenaestadios: olvidad La Riviera. Anunciaron que el 23 de mayo se atreverán con el Palacio de los Deportes. Qué sorpresa, ¿verdad? #no.

Tibia acogida para el trabajo de La Roux en el escenario DCODE. Pese a que el público abarrotaba el lugar, no llegó a conectar con las canciones de la británica. Su setlist estuvo demasiado enfocado a ‘Trouble in Paradise’, un disco demasiado reciente (se lanzó el pasado 18 de julio), comenzando incluso con una canción para hardcore fans como ‘Let Me Down Gently’. Eso se convirtió en el talón de Aquiles de un show que prometía algo más. Mientras que el público enfervorecía con sus canciones antiguas (‘Quicksand’, ‘I’m not your toy’), el resto no fueron tan coreadas, a excepción del single ‘Uptight Downtown’ y de la fantástica ‘Tropical Chancer’. Su mayor hit ‘Bulletproof’ quedó para el final, cuando gran parte de los asistentes corría para encontrar un buen emplazamiento en Chvrches, la banda de moda.

Hay opiniones encontradas sobre el set de La Roux en nuestra redacción, pero presenciar el concierto de Wild Beasts daba muchas ganas de irse a ver a Elly Jackson: de lejos sonaba apoteósica y muy por encima del sonido de Wild Beasts, sobre todo en los momentos más intimistas y atronando entre canción y canción. A pesar de todo, los autores de ‘Present Tense‘ demostraron su buen hacer con una ejecución perfecta durante canciones como ‘A Simple Beautiful Truth’ o, en penúltimo lugar, su hit ‘Wanderlust’.

Es fácil imaginar la presión con la que deben de salir Chvrches al escenario cada vez que tienen que tocar: ‘The Bones Of What You Believe’, el disco debut de Chvrches, no tiene canción mala, y es uno de los discos del año pasado que mejor han funcionado mediante el boca a boca. Probablemente había más de 10.000 personas para verlos. Aunque fueron relegados al último lugar del festival (2.30 de la mañana), la banda capitaneada por Lauren Mayberry salió convencida de darlo todo, incluida ella, con esos cristales de purpurina en los ojos. Fue sonar los primeros acordes de ‘We Sink’ y que el grupo convenciera por su sonido tan correcto y resuelto como en el FIB 2013, con la única pega de topar en ocasiones con un público misteriosamente medio parado. El punto álgido se producía tras ‘Recover’, cuando Iain Cook saltaba de su lugar en el escenario al micrófono principal para cantar ‘Under the Tide’, y se marcaba el baile más encantador que hayamos visto jamás sobre un escenario. Un freak a nuestra medida. El cierre, con ‘The Mother We Share’ por delante, fue tan bueno como te lo imaginas.

La noche terminaba con Digitalism y Ocho y Medio dj’s, pinchando hits de Icona Pop, Lykke Li, etcétera, como se lleva ahora, dando 2 minutos a cada uno: segundo estribillo y fuera. Una única pega para el festival más equiparable en diversión al FIB, que quizá tenga que ver con el ayuntamiento: aprovechando que este recinto está en medio de la nada y no hay vecinos, ¿es realmente necesario cerrarlo a las 4.30? ¿No habría de ser a las ocho… de la tarde del día siguiente? Lolo Rodríguez, Sebas.

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