Veinticinco minutos ha sido el tiempo que ha aguantado la nueva (mini) serie de Telecinco sin mostrar paquetes ni tetas. Y por mucho que lo hayan camuflado como exigencia del guion, ¿era tan necesario llevar a los tres protagonistas borrachos a una piscina y simular una escena de un trío para evidenciar la tensión sexual que se respira entre ellos? Probablemente no. Y sin embargo ahí estaba, sempiterna, esa escena picantona innecesaria que -antes o después- aparece en casi todas las ficciones españolas.
Desde Telecinco intentan disculparse aduciendo que es la primera vez que intentan huir del multitarget (para todos los públicos) en una emisión programada para el prime time. Tanto es así que la serie aparece no recomendada a menores de 16 años, y combina un incipiente contenido sexual en forma de triángulo amoroso, al tiempo que toca otros palos como la violencia, las drogas o el sexo como moneda de cambio. Temas que, precisamente, no eran carne de ‘Médico de Familia’.
Antonio Velázquez, Álvaro Cervantes y María Valverde dan vida en la pequeña pantalla a dos hermanos y su vecina, que llevan viviendo juntos toda la vida, en un barrio humilde de Madrid. Corren los años 80, y aunque desde la cadena amiga se haya hecho hincapié en que las localizaciones se han elegido ad-hoc para recrear las décadas finales del siglo XX; lamentamos decir que no han dado en el clavo: todavía en la escenografía se aprecian cromas imposibles, e incluso un exceso de efectos especiales en forma de cámara lenta. Un combate de boxeo que se asemejaba más a una pelea entre Neo y el Agente Smith servía de introducción de este truco que, a la postre, se ha utilizado varias veces hacia el final del capítulo, un poco rollo «ya que tenemos aquí al de post-producción, que haga un par de encarguitos más».
Es ahí, a mi parecer, donde más falla ‘Hermanos’. Se nota perfectamente que se le ha querido dar una pátina cinematográfica, pero sin tener en cuenta que muchas veces menos es más. No hace falta gastarse un pastón en efectos digitales, y mucho menos hacer alarde de ello cuando es absolutamente innecesario.
No queda ahí la única carencia de la serie. Si en el primer capítulo de cualquier producción televisiva te da por pensar que hay tramas que se están alargando innecesariamente, es mala señal. Eso es que el nudo principal apenas tiene chicha, y hay que rellenar un poco con lo que se tiene. Escenas y diálogos totalmente irrelevantes e innecesarios, probablemente emplazados para hacer coincidir la duración del episodio con los estándares de las ficciones españolas, a base de empobrecer el producto innecesariamente.
En definitiva, una serie que discurre entre el drama juvenil y el familiar, y en la que se aprecia un pequeño cambio, pero que no termina de convertirse en un cambio de paradigma. Pese a sus carencias, el primer episodio ha resultado entretenido, aunque esto quizá se deba a la falta de anuncios (un solo corte hacia el final). Un capítulo de estas características con tres cortes debe de hacerse insoportable. Y si bien la trama está llena de clichés (la madre soltera, el padre arruinado, el hijo bueno que se descarría, el hijo malote que se encarrila, la que es rebelde porque el mundo le ha hecho así…) los personajes parecen tener, al menos, algo de más recorrido que a lo que nos tienen acostumbrados el resto de televisiones.
Calificación: 5,5/10
Destacamos: que en un momento nada apropiado (¿o sí?) suena ‘La Revolución Sexual’.
Te gustará si: echas de menos en la tele un híbrido entre ‘Compañeros’ y ‘Cuéntame’.
Predictor: siendo una miniserie, y con todo el bombo que le ha dado Telecinco, muy mal tienen que ir las cosas para que sea cancelada.