Death Cab for Cutie / Kintsugi

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Death Cab for Cutie / Kintsugi

dcfc-kintsugiExpectativas morbosas no cumplidas. Me explico: antes de que se editara este disco, un par de fans de Death Cab For Cutie me expresaban su esperanza de que la ruptura de Ben Gibbard con Zooey Deschannel se tradujera en una obra maestra; que el dolor le hiciera recuperar el pulso compositivo a Gibbard y nos deleitara con algo tan grande como ‘Transantlanticism’. Ah, los fans; esos seres egoístas que no dudamos en sacrificar el bienestar emocional de nuestros ídolos a cambio de recibir placer musical. Pues no. Finalmente, este no ha sido el sobrecogedor disco de desamor que algunos esperaban, como tampoco lo fue su debut en solitario. Pero sí que es, para quien esto escribe, el mejor álbum de Death Cab For Cutie desde ‘Plans’.

La banda no ha edificado su ‘Honestidad Brutal’ particular, sino más bien su ‘Ghost Stories‘, aunque Gibbard parezca bastante más pudoroso que Chris Martin a la hora de hablar de su ex y no se muestre tan interesado en el pasado como en el presente. Este es un disco airoso, brioso y vital. Si tecleamos ”kintsugi” en Google, descubrimos que es el arte japonés de reparar piezas de cerámica pegando los trozos con oro, lo que señala las cicatrices y embellece la pieza. Gibbard parece basarse en esta premisa, en cómo ha asumido las fracturas de la vida (rupturas, la marcha de Chris Walla del grupo) para obtener algo bello. La apertura con la magnífica, luminosa y optimista ‘No Room in Frame‘ ya nos da el primer aviso; si lo que quieres son lamentos, no los busques por aquí.

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Aun así, como oyente algo cotilla, no puedo evitar buscar las trazas del desamor y el fantasma de Zooey, especular sobre si los reprochitos que lanza en ‘The Ghosts of Beverly Drive’ van dirigidos a ella. Donde parece bastante evidente es en el corte más emotivo de todo el disco ‘You’ve Haunted Me All My Life”: “You’ve haunted me all my life / You’ve haunted me all my life / you’re the mistress I cannot make a wife / You’ve haunted me all my life”, entona doliente Gibbard. Junto con ‘Hold no Guns’ -beatleniana balada prácticamente acústica-, el momento más melancólico y sentido del disco. También podemos sumar en el bando de los pedazos afligidos el pequeño bajón emocional de ‘Little Wanderer’ (con aromas de Depeche Mode) y el resentimiento que parece destilar ‘Black Sun‘. El resto de temas, como marca la canción inicial, oscilan entre la bonhomía y el espíritu de superación. Como un canto al Carpe Diem, les sobrevuela el deseo de disfrutar sin complicaciones, sensación reforzada por la fuerte presencia de sintetizadores y ritmos bailables: la apertura de techno-pop ochentero de ‘Everything’s a Ceiling’, los zumbones aires disco de ‘Good help (is so hard to find)’, el trote gozoso de ‘El Dorado’ con la voz de Ben casi acercándose a la de Neil Tennant…

Aunque el cierre con la solemne y pianísitica ‘Binary Sea’ deje cierto regusto agridulce, Death Cab For Cutie consiguen librarse de la losa que parecía aplastarles en ‘Narrow Stairs‘, construyendo un disco ligero y espacioso a partir (y a pesar) de sus penas. Quizás no hayan logrado juntar todos sus trozos rotos con oro, pero el resultado vale mucho la pena.

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Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘No Room in Frame’, ‘You’ve Haunted me All my Life’, ‘Everything’s a Ceiling’, ‘Good Help (Is So Hard To Find)’
Te gustará si te gusta: el último de Coldplay; si eras fan de DCFC y quieres verles recuperados.
Escúchalo: NPR

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