Dicen Dorian que el indie ya no es tan sectario como antes y que la juventud está abierta a diversos estilos. Por eso expresiones tan feas como «guilty pleasure» están desapareciendo de la música porque… ¿cómo va uno a avergonzarse de escuchar un macrohit de Beyoncé o de Adele que además es una producción perfecta que ha cambiado el curso de la historia del pop? Lo mismo nos decía Guille Mostaza últimamente: «Nunca me he avergonzado de algo que me guste. De hecho expongo sin pudor mi gusto por canciones que a mucha gente chirrían, aunque en el fondo alguno adore en secreto. El personal se preocupa demasiado por la opinión ajena».
Ahora, otra cosa es lo de las series nacionales de televisión. Las ves y las disfrutas, pero a menudo es difícil no avergonzarte de que te gusten porque simplemente no te puedes creer lo que está pasando ante tus ojos. Frente a los entusiastas tweets que hemos leído hoy procedentes de las webs televisivas más potentes del país y que calificaban el final de la prometedora ‘Bajo sospecha’ emitido anoche como «impactante» o «asombroso», hay que mostrarse más moderado. Es posible que con productos como este, anteriormente ‘Desaparecida’ o ‘El internado’, vayamos por el buen camino en cuanto a thriller, pero todavía nos queda mucho por mejorar.
Dejando de lado los errores del guión, sobre todo en torno al personaje de Bosco (estos enlaces contienen SPOILERS: 1, 2, 3), que me parecen ya de nota, a veces da rabia simplemente que una serie como esta no aparezca bien redondeada por lo que podría ser holgazanería pura. En ese sentido, todas las persecuciones discretísimas de los sospechosos, literalmente a 50 metros de distancia, han resultado bochornosas, por no hablar de la ausencia de localizaciones a través de móvil, la torpeza de algunos interrogatorios o algún error de racord. También hemos visto tensiones amorosas que no han aportado nada (como la de los mismos protagonistas), tensiones familiares que tampoco han aportado nada (la de Lluís Homar con Yon González) y por supuesto alguna escena lacrimógena de más (la separación de los hermanos en el capítulo 7).
Pero sobre todo ‘Bajo sospecha’ ha sido finalmente decepcionante porque después de una serie de episodios vibrantes y tensos, que no me importa reconocer que me han mantenido con el corazón en un puño, ha ofrecido un último episodio aburridísimo, compuesto en su mitad y de manera completamente insólita, por una reconstrucción con muchísimas imágenes -demasiadas- que ya habíamos visto. ¿Es esta la mejor forma de crear tensión, mantener enganchada a la audiencia y de dejar el listón alto? Al margen de que la resolución del caso no me parezca la más atractiva para un fan del género (¡queremos un retorcido villano!), con un resumen semanal de varios minutos sobre lo acontecido anteriormente, toda la reconstrucción masticadísima de esta última entrega sobraba de manera muy clara.
Y es una pena porque el perfil de algunos de los personajes, capitaneado por Alicia Borrachero, era atractivo, en algunos casos con inesperados intereses y vínculos ocultos a los que responsabilizar de haber mantenido en tensión a un sólido 19% de la audiencia. Da la impresión de que con muy poco esfuerzo más, pueden lograr algo serio. Ojalá guionistas y productora tomen nota de los fallos para la nueva tanda de capítulos y la serie avance más hacia el «pleasure» que hacia lo «guilty». 6.