Tras el concierto inaugural del jueves de Asian Dub Foundation, que tocaron solo un día antes de la salida de su nuevo disco, ‘More Signal More Noise’, en una actuación gratuita para poseedores de entrada única o abono, el viernes llegaron a Cruïlla los primeros pesos pesados de este festival de Barcelona que llega ya a su octava edición, como siempre, con el multiculturalismo como principal baza. Destacaron las actuaciones de Kendrick Lamar y Of Monsters and Men así como las de CocoRosie y Jamie Cullum: música para todos los gustos.
Solo por su papel fundamental en la popularización de la música africana en el mundo, merecía la pena pasarse por el concierto de Osibisa, que ofreció un set centrado en sus mayores éxitos. El líder del grupo, Teddy Osei, permaneció sentado en su silla durante toda la actuación pero a nadie pareció importarle lo más mínimo: con música como la suya, que te hace bailar aunque no quieras, es imposible aburrirse. Les habría beneficiado más, eso sí, otra programación: parece mentira que, con lo famosos que fueron, hubiera tan poca gente disfrutando de su espectáculo. ¡Y algunas de esas personas ya eran fans en los 70!
La de CocoRosie era una de las apuestas grandes del festival. Sierra (la de voz de sirena) y Bianca (la de voz de vieja), siempre polémicas dado su transgresor (por no decir espantoso) gusto estético y sus extravagantes canciones «collage», presentaron varios temas nuevos de su próximo disco, a la venta el 18 de septiembre y de las que destacó especialmente ‘El beso’, y repasaron temas antiguos de su repertorio como ‘Werewolf’, ‘We Are On Fire’ o ‘End of Time’. Llamó la atención su beatboxer en un espectacular número en solitario a modo de interludio, así como el buen humor y sentido del espectáculo de Sierra, que se marcó unos «hairflips» y unos pasos de baile que ni Paula Abdul. De Bianca y su cara de oler mierda mejor ni hablamos, ¿no? (que si era una pose, pues vale, pero si no, un poco de alegría por su parte no habría estado de más).
Jamie Cullum es el típico artista al que festivales de todo el mundo programan junto a gente tipo The Roots o Melody Gardot pero, con la cantidad de discos que vende y la cantidad de gente que es capaz de congregar en sus conciertos, lo cierto es que el británico llenaría en cualquier sitio que le pusieran. No extraña que sea tan querido: más allá de sus temazos, de sus dotes al piano y de su atractiva voz, Cullum se lo curra en el escenario como «showman», exudando «sex appeal» a borbotones, saltando de su piano cada vez que puede, mostrándose de lo más divertido interactuando o bromeando con el público o marcándose solos de beatbox porque sí. Un concierto de lo más entretenido en el que no faltaron hits como ‘Everything You Didn’t Do’, ‘The Same Things’, ‘When I Get Famous’ («esta canción no es sobre mí, yo era el Brad Pitt de mi instituto», bromeaba Cullum) o por supuesto su versión de ‘Don’t Stop the Music’ de Rihanna.
Los héroes de la noche fueron Of Monsters and Men… y no solo por lo multitudinario de su set. Un aviso de última hora comunicaba al público que varios de los miembros del grupo se habían puesto muy enfermos y que la banda ofrecería un concierto más corto de lo normal. Temiendo ya una cancelación repentina, no faltaron los abucheos, completamente injustos teniendo en cuenta que la banda acababa de anunciar que saldría igualmente, pero tampoco faltaron los gritos de apoyo. El grupo finalmente salió con cara de no haber dormido en tres días y sin su bajista habitual, Kristjan, con quien charlábamos hace unos días y que no pudo ni actuar, pero a pesar de su estado ofreció un espectáculo estupendo y por momentos apabullante. El inicio fue algo torpe con una ‘Thousand Eyes’ a la que le costó arrancar, pero a partir de ‘King and Lionheart’ todo fue como la seda. Para lo poco que nos ha gustado su último disco, ‘Beneath the Skin‘, hay que decir que Of Monsters and Men cuentan con un muy buen directo y lo demostraron en su presentación de temas como ‘Mountain Sound’, ‘Crystals’ o por supuesto ‘Little Talks’. Lo mejor, sin embargo, la sonrisa de agradecimiento de Nanna a su público: así da gusto.
Lo que no conocía de la estrella de la noche, Kendrick Lamar, es que es un tipo de lo más adorable y carismático. Durante su set no sabía si observarle en el escenario porque estaba allí en carne y hueso o a través de la pantalla porque se le veía más cerca. En cualquier caso, el autor del excelente a la par que histórico ‘To Pimp a Butterfly‘ ofreció una actuación excitante y repleta de buenos momentos. Fatal que se enrollara como una persiana entre canciones como si fuera Lady Gaga, pero bueno, el sonido del concierto acompañó y su selección de canciones, que extrañamente se centró más en el primer disco que en el segundo, satisfizo a un público que, entre fans y curiosos, lo dio todo. Abrió ‘Money Tree’, efectiva como siempre, y brilló la trilogía conformada por ‘Backseat Freestyle’, ‘Poetic Justice’ y ‘Bitch Don’t Kill My Vibe’. Calmó los ánimos la preciosa ‘Sing About Me’, los volvió a subir ‘i’ y su sample sabrosón de ‘That Lady’ de los Isley Brothers, los enloqueció de lo lindo ‘King Kunta’ a gritos de «bring back the funk!» y cerró ‘Alright’, que sí, ya se la sabe todo el mundo.
Después de alucinar en colorines con The Cat Empire, no por su concierto sino porque no tenía la menor idea de que eran tan famosos, llegó el concierto de Capital Cities, que presentaron su divertido ‘In A Tidal Wave of Mystery‘ a la peor hora de todas, las 2.15, cuando la gente o ya se ha ido a dormir o está tan pasada que da lo mismo que toque LCD Soundsystem que Gemeliers, que ya está a otra cosa. Pero qué show tan ameno el suyo: aparte de que en un momento dado animaron al público a quitarse la ropa y que este respondió en positivo, la sucesión de temazos no fue nada desdeñable. Desde ‘Tell Me How to Live’ a ‘Origami’ pasando por la tontorrona pero súper divertida ‘Chartreuse’ o por supuesto ‘Safe and Sound’, Capital Cities dieron la nota para muy bien.
Fotos: Vicky Pérez Bello