‘Alaska y Mario’, el programa que ha salvado la carrera de Fangoria -o como mínimo el que la ha relanzado, a ver si no cómo se explican las 67 semanas que pasó ‘Cuatricromía‘ en la lista de ventas sin single en radio-, volvía anoche a MTV ahora que la cadena puede verse en algunas casas extra tras llegar a un acuerdo con alguna compañía telefónica (sí, siguen sin emitir vídeos, para los que os lo estéis preguntando).
La cuarta temporada no parece tener un norte tan definido como otras. No es lo mismo planear una boda que unas vacaciones, si es que este es el tema de este año, que no ha quedado tan claro todavía. Aun así, el programa sigue siendo un tonto entretenimiento incluso para los que tuvimos que buscar en Google quién es Tamara Falcó cuando la sacó El País de las Tentaciones. Entre esta en una ‘Burger Party’ imposible hablando de Enrique Iglesias y Sabrina; la adorable madre de Alaska comprando una joya, saliendo de un taxi; el momento «me como esta mierda caliente» en homenaje expreso a John Waters; un timidísimo Alejandro Amenábar y su novio -mucho más encantado de verse en este berenjenal- como invitados (eso sí, no han consentido que su boda sea filmada para el programa); y esa Alaska que sufre problemas de salud porque tiene «seis letras por escribir», la media hora de ‘Alaska y Mario’ pasa volando mientras el público atiende a este invento, una vez más anodadado.
Cabe destacar las novedades planteadas sobre el nuevo disco de Fangoria, con Alaska y Nacho debatiendo sobre qué tipo de bailarines incorporar en la próxima gira (¿raperas mariquitas?), delante de un portátil con una serie de pistas que da tanto miedo que ahí no mete la nariz ni el hácker de Madonna. ‘Delirios de un androide cardado’ dicen que se llama una canción. ¿Y no es para un comeback de Los Electroduendes?
Pero la estrella, mal que nos pese, sigue siendo Mario Vaquerizo. Alaska es la artista que siempre da gusto ver en pantalla o sobre un escenario, pero aquí continúa pareciendo una secundaria, mientras él chupa cámara abriendo un regalo, al frente de ese nuevo grupo chorrada llamado Ramonsters, y básicamente fumando y bebiendo cosas pixeladas. Nunca, ni siquiera Carlos Berlanga, ni McNamara, le había robado así un escenario a Olvido. ¿Será una estrategia para que su imagen no se queme? El caso es que el invento funciona: ya se puede ir buscando Madonna un Mario Vaquerizo si es cierto que planea un reality sobre su gira como dicen los tabloides británicos.
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Calificación: 7/10
Te gustará si te gusta: ver a las Nancys Rubias dándose un chapuzón en una bañera de un ático de Madrid.
Predictor: la audiencia de la cadena ya no parece tan ambiciosa. Que dure.