Grace Jones tiene razón: ha sido una pionera. Su legado llega hasta nuestros días impecable, todavía fresco a pesar de los años, dotado de una modernidad inalcanzable e irrepetible, y muy presente en algunos de los iconos del pop más representativos de la actualidad. Los fans de Róisín Murphy se quejan de que Lady Gaga la copia, pero es que Róisín Murphy ya copiaba a Grace Jones. Y Rihanna, o, siendo malpensados, más bien sus estilistas, no hacen sino aprovecharse de la historia visual de la autora de ‘Nightclubbing’ para vestir a su diva de modelos extravagantes que ya no tienen nada de revolucionario.
El apunte viene a colación de las últimas declaraciones de Jones en relación a las estrellas del pop actuales, recogidas en su inminente autobiografía, ‘I’ll Never Write My Memoirs’, a la venta el 25 de septiembre. Grace defiende que artistas como Beyoncé, Rihanna, Lady Gaga y Miley Cyrus la copian y que su trabajo e imagen no es tan subversivo como ellas creen porque la extravagancia es ahora el «status quo». Además, cree que su mayor problema es que no tienen visión de futuro porque «cumplen su objetivo muy rápidamente y olvidan que, una vez entras en esa espiral, has de luchar contra el sistema que se solidifica alrededor de ti para poder seguir siendo la “outsider” que tú misma te proclamas ser”.
Tiene razón en este punto porque habla la voz de la experiencia: desde luego, hay que tener visión de futuro para sobrevivir más de tres décadas de carrera sin haber caído en el olvido, y si hay alguien en la industria del pop que no es una «fase pasajera», esa es sin duda Grace Jones. Y es que puede que la «moda Grace Jones» sea ahora un sueño, pero no así su influencia. Al contrario, Jones continúa siendo un punto de referencia para artistas que buscan proyectar una imagen de estilo, quizás ya no transgresora, pero sí diferente al resto. Puede que sea cantante y que no haya tenido un hit de verdad en décadas, pero la sofisticación de su música no es el verdadero legado de Grace Jones: es su imagen.
Es gracias a Jones que existe Lady Gaga. La mayor diferencia entre ambas, sin embargo, es que la música de la primera y su imagen siempre han ido de la mano. Jones nunca fue Laurie Anderson y en principio no era compositora (lo cual tampoco es un problema), pero su sonido era sofisticado. Sin embargo, siempre ha sido difícil encontrar en la música de Gaga el mismo atrevimiento que exhibe en su armario. Puede que ‘ARTPOP‘ fuera excéntrico, pero también era vulgar. Esa contradicción naturalmente enfada a Grace, como enfadaría a cualquiera que viese que le están copiando descarada y superficialmente. Así se expresaba ya hace 5 años durante una entrevista: «Sí, Lady Gaga me pidió que actuara con ella, pero dije que no. Preferiría trabajar con alguien que fuera más original y que, de hecho, no me estuviera copiando».
Sería de necios, no obstante, negar la revolución que ha representado Gaga, que por cierto nunca ha dejado de mencionar a Jones como una de sus mayores influencias, en la industria. De Gaga se han escrito páginas y páginas sobre su impacto en la cultura popular, sobre el modo en que ha revolucionado la moda no solo de las estrellas sino también de la gente de a pie. Puede que Jones fuera el referente, pero ha sido Gaga quien ha llegado a la calle en los últimos tiempos. Una hazaña nada desdeñable.
También resulta sorprendente leer a Jones hablar sobre Beyoncé como moda pasajera cuando esta lleva dos décadas en los escenarios y su popularidad, al contrario que la de Jones, no ha dejado de crecer. ¿Es la intérprete de ‘Slave to the Rhythm’ consciente de la revolución que ha supuesto para la industria de la música la publicación por sorpresa de ‘Beyoncé‘? ¿Sabe Jones, cuyo último disco, ‘Hurricane‘, tardó casi 20 años en llegar, quién antepuso más su imagen a su música, si ella o Beyoncé, que ni siquiera aparece en la portada de su último álbum?
De nuevo existe una gran diferencia entre Jones y Beyoncé: de la primera jamás diremos que fue una feminista hipócrita; de la segunda sí. Por eso es extraño el modo en que Jones critica a Miley Cyrus como si su posición feminista fuera solo una mera provocación para llamar la atención. Igual que Cyrus ahora, Jones también se ha desnudado en innumerables ocasiones por la causa. ¿Por qué lo de Cyrus está mal? ¿Porque es deliberadamente vulgar, sucio, grosero y feo? Miley también encabeza una pequeña revolución feminista con la imagen que presenta en los medios. La Jones de los 80 probablemente lo entendería, ¿por qué la actual no?
Es posible que aún no seamos del todo conscientes de lo que ha significado Jones en el mundo del arte. Ahora, sin embargo, sus declaraciones sobre que se considera la profesora de Madonna, Annie Lennox de Eurythmics, Kanye West, Lady Gaga, Katy Perry, FKA twigs o incluso de Rita Ora y Sia (?) suenan a icono de antaño cabreado porque las nuevas generaciones la desconocen. Su legado es absolutamente incuestionable, de eso no cabe duda, pero estamos en 2015 y la revolución, por ínfima que sea, ahora la lideran otras. Jones debería unirse, al menos, a algunas de ellas.