El mito de que Isabel Coixet es una sabidilla se cae nada más sentarte con ella cuando te pregunta si conoces algún sitio de ramen bueno, “pero bueno de verdad”, en Madrid. “Es que tengo un mono desde esta mañana que no te lo puedes figurar”, se excusa. Lo cierto es que no lo sé, pero pregunto por mensaje a un amigo y prometo que al final de la entrevista tendrá su respuesta. No es la manera habitual de romper el hielo en una conversación de este tipo, pero tampoco lo es la forma que tiene de narrar la vida de Josephine Peary (Juliette Binoche), mujer del explorador Robert Peary, en ‘Nadie quiere la noche’, su nueva película. Una reflexión sobre lo que significa la soledad, el amor y la maternidad ambientada en el Polo Norte. Aunque no es de eso de lo que terminamos hablando, sino de Bjork, de Sia, de Antony Hegarty, de Alejandro Sanz y por supuesto, de Madonna.
Tengo que empezar preguntándote por tu historia con Madonna, que me tiene fascinado desde que la leí.
¿La de (su hija) Lourdes jugando con la manguera en el patio de mi casa, no? Era un patio cutre, no te imagines un jardín así como de mansión, ¿eh?
Lo digo porque mañana (la entrevista se realizó el pasado lunes) viene a Barcelona a tocar y no sé si ya te ha llamado en plan “Isabel, que soy la Madonna, que si te vienes al concierto”.
Cuando cuento estas cosas lo hago como anécdotas que he vivido junto a personajes famosos que me he cruzado en algún momento de mi vida. Pero yo no soy amiga de Madonna ni nada.
«¡Nadie paga por verte tocar la guitarra, Madonna!»
Vamos, que no vas al concierto.
Me produce una ternura extrañísima, pero me identifico más con la Madonna de la etapa de ‘Buscando a Susan desesperadamente’, cuando ibas a conciertos o a clubs y te la encontrabas por ahí porque siempre estaba. Nada que ver con la Madonna que conocí en Barcelona en 2001. Por aquel entonces ella acababa de parir a Rocco y estaba casada con Guy Ritchie, y la relación que tenían no era muy… En esa gira del Drowned World, por ejemplo, que estuve en los ensayos, yo la veía tocando la guitarra y pensaba: “¿Nadie le va a decir a esta mujer que no sabe tocar y que es mejor que lo deje?” ¡Nadie paga por verte tocar la guitarra, Madonna! Pero la tía ahí seguía, estudiando, dando de mamar al niño, rodeada de siete niñeras… Me conmovía verla, pero su música ha dejado de interesarme.
Vale, Madonna no, pero sí tienes amigos músicos. Antony Hegarty, por ejemplo.
Pero Antony es diferente.
Bueno, también es bastante diva.
Sí, eso sí, aunque solamente sea por cómo se pone el bolsito, que me encanta (risas). Pero es que Antony es muy distinto. Está muy metido en el mundo del arte y lo mismo te graba un disco con Franco Battiato que te hace una performance en una estación de metro. Pero sobre todo tiene ese puntito de supervivencia por haber estado luchando con un físico ingrato toda su vida. Bueno, todavía está en lucha con él. Antony es de los que le ofreces unos bombones y siempre te dice que no, que está a régimen, pero al final se los come todos.
¿Y quién no?
Yo no. Yo cojo el bombón y me lo como sin ningún problema.
Lo bueno de tener este tipo de amigos es que les puedes pedir que te hagan canciones para tus películas. Aunque no sé si eso es peor, porque luego te entregan algo que no te gusta y a ver qué haces.
Estuve a punto de pedirle la banda sonora de ‘Aprendiendo a conducir’ (2014) a Rufus Wainwright, pero los productores no quisieron. Al final por todo el rollo hindú que tenía la acabó componiendo Dhani Harrison, el hijo de George Harrison, que hizo un trabajo estupendo incorporando pinceladas del rollo raga muy sutiles. Para ‘Nadie quiere la noche’ le pedí a Eef Bartzelay que compusiera ‘Nothing But Love’, la canción de los títulos de créditos finales. Yo era muy fan de su grupo, ya desaparecido, que se llamaba Clem Snide. Es un tío que tiene una capacidad de composición impresionante. Le he visto en directo muchas veces. Me conmovían las letras cuando estaba en su banda y me conmueve mucho también lo que hace en solitario. Siempre hemos hablado de hacer un musical juntos. Pero no uno cualquiera. Tendría que ser algo rollo ‘Los paraguas de Cherburgo’, pero ambientado en Austin.
«A mí no me regales el disco de Adele porque te lo tiro a la cabeza».
He leído que en cine te gusta verlo todo, desde lo más independiente a lo más comercial rollo ‘Transformers’. Con la música algo me dice que no eres igual.
Hombre, a mí no me regales el disco de Adele porque te lo tiro a la cabeza.
¿No te gusta Adele?
Mira, yo recuerdo que un día iba conduciendo por Huesca y sonó un single en la radio que era ‘Chasing Pavements’ y me flipó su voz. Tanto que me compré el disco. Me encantaba. Pero es que luego la han operado de las cuerdas vocales y ya no tiene esa voz rota y quebrada de antes. No sé, le noto un rollo mainstream y una voluntad de llegar a todo el mundo y no la veo igual. De hecho, he escuchado el single nuevo y me parece lo peor. Seguro que vende mucho y me parece cojonudo por ella, ¿eh? De verdad deseo que le vaya de puta madre porque se lo merece. Pero lo que tenía antes ya no lo tiene.
¿Eres igual de escogida a la hora de aceptar dirigir un videoclip? Me pongo en el caso del que hiciste a Alejandro Sanz…
Pero es que eso fue hace muchos años en una galaxia muy lejana cuando a Alejandro Sanz no lo conocía nadie. Fue el vídeo de ‘Pisando fuerte’, y lo hice porque un amigo suyo, Capi, me lo pidió. Me presentó a Alejandro, me cayó de puta madre y me dio carta blanca para hacer lo que quisiera. Eso es todo.
¿Qué videoclip te hubiera gustado dirigir?
Mira, sin ir más lejos, el último de Bowie. Lo estaba viendo el otro día y decía: “¿Quién es el cabrón que ha dirigido esto? ¿Por qué no me lo han encargado a mí?”. Me hubiera encantado rodarlo, me parece magnífico. Bowie es un puto genio. Los de Antony también me habría encantado dirigirlos.
¿Nunca te lo ha pedido?
Una vez hablamos de hacer algo juntos, pero claro, también hay detrás una compañía de discos que tiene que decidir lo suyo y bueno, nunca se ha concretado.
¿Compañía de discos? Yo pensaba que entre amigos era más sencillo cerrar estas cosas.
Suele ser sencillo. Por ejemplo, ahora voy a hacer un clip para un amigo, Remate, que ha hecho la banda sonora para un corto mío. Me gusta mucho ese aire desencantado que tiene.
Volviendo al tema del cine, estrenas en un momento…
¿Jodido? (se ríe)
Yo iba a decirte agridulce. Por un lado tenemos lo agrio, que es a varios productores investigados por falsear datos de taquilla para poder recibir subvenciones. ¿Tú sabías algo?
Vamos a ver, lo de comprar las entradas es algo que siempre se ha dicho pero yo, desde luego, no he participado en eso. Y creo que ninguno de los productores con los que he trabajado en mis películas tampoco. ¿Que alguien lo habrá hecho? Pues seguro. Yo por ejemplo todas esas pelis de las que se dice que han defraudado no sabía ni que se habían estrenado. Ni yo ni nadie. Así que si dicen que ha recaudado esto, y tú, que estás atenta no te enteras, algo no cuadra.
El momento dulce viene ya más por fenómenos como ‘Ocho apellidos catalanes’, que ha vuelto a romper la taquilla. Eso es bueno para la industria. ¿O no?
Me parece cojonudo que existan estas películas, pero no tienen nada que ver con lo que yo hago. Mi pregunta es: «¿la gente que va a ver esto vuelve después al cine a ver otras cosas?». No sé, al final la iré a ver. Pero porque sale Rosa María Sarda. Solo por eso.
Estos meses se cumple el 20 aniversario de películas como ‘Familia’, ‘Tesis’, ‘Cosas que nunca te dije’… Igual es percepción mía, pero tengo la sensación de que aunque hoy el cine español recaude más, ya no hay directores como los de esa generación que tenían una personalidad que casi sobrepasaba la película. ¿No crees?
Yo es que me veo como el Travis de ‘Taxi Driver’, cuando va conduciendo y va diciendo eso de: “me levanté sintiendo la soledad invadiéndome”. Yo me siento un francotirador ahora y cuando empecé. Creo que el hecho de que no fuera a la escuela de cine o que no perteneciera a ningún colectivo también ha ayudado a sentirme sola. Pero lo asumo. Siempre he ido por libre. Por eso me parece un milagro que siendo como soy haya hecho tantas pelis.
De hecho este año has estrenado dos.
Ya, pero la de ‘Aprendiendo a conducir’ hemos estado nueve años para levantarla, y con esta de ‘Nadie quiere la noche’ he estado cinco. Yo sé que mis películas nunca han sido taquilleras. Han ido razonablemente bien, si no, no seguiría, pero no han hecho grandes recaudaciones. También es que estoy viendo que los grandes taquillazos a partir de ahora van a ser otras cosas basadas en fórmulas que no es lo que yo voy buscando. Nunca lo he hecho, a decir verdad. Nunca me he sentado a escribir un guión pensando “esto va a romper la pana”.
¿Ni siquiera con ‘Mi vida sin mi’?
Para nada. En absoluto. Es más, ahora a todo el mundo ahora le parece muy bien ‘Mi vida sin mi’, pero en su momento las pasé canutas porque nadie quería hacerla. Leían el guión y solo me decían: “¿Pero cómo, que es una peli de una tipa con cáncer y que luego se muere? Olvídate”. No ha sido la única. Me acuerdo de que ‘Con cosas que nunca te dije’ el feedback solía ser cosas como: “¿Qué es eso llamado Häggen-Dazs que están comiendo todo el rato?” o “¿Tanta lavandería para qué?”. Pero bueno, estoy acostumbrada a hacer lo que quiero hacer y ya está.
«¿Como concepto de gafapastosa intensa, quieres decir? ¿Qué quieres que te diga? Ya cuando estás en el colegio y llevas gafas, y llevas flequillo, y tienes buenas notas, ya estás marcado».
Volviendo al tema de directores con mucha personalidad, no sé hasta qué punto te sientes cansada de ser «La Coixet» como concepto.
¿Como concepto de gafapastosa intensa quieres decir? ¿Qué quieres que te diga? Ya cuando estás en el colegio y llevas gafas, y llevas flequillo, y tienes buenas notas, ya estás marcado.
Pero no me refiero tanto a la etiqueta de «gafapasta» sino a ese momento en el que el como directora parece que interesas más tú que tu obra.
A mí es que me gustaría ser como Shia Labeouf. O Sia. Los dos se tapan la cara y no pasa nada. Yo si pudiera no aparecer, lo haría. A mí me gusta lo que hago, y lo que hago no tiene nada que ver con estar en una alfombra roja, con 300 tíos gritándote que les mires. Por eso siempre salgo con cara de susto.
Ahora que hablas de alfombras rojas, en tu Instagram bromeabas el otro día poniendo una foto de un traje de pulpo que decías que ya sabías qué llevar a los próximos Goya.
Sí, no sabía si ese o el de cisne de Björk, que para mí es «el traje» por excelencia. Es que encima no me había dado cuenta de un detalle hasta que lo vi en el MoMa, que resulta que ella iba dejando huevos de cisne por la alfombra. Era una genia. Se merece un altar.
Bueno, en común con ella tienes algo. La parodia de Muchachada Nui. ¿La has visto?
Hombre, claro. Es muy grande. Cuando la veo hay veces que no sé si es Joaquín Reyes o soy yo. Soy muy fan y todo lo que hagan me va a parecer bien. Me reí mucho. Del de Björk me acuerdo perfectamente. Y hay grandes frases del de Lars Von Trier, como la de “¿Racord? ¿Qué racord?” que digo mucho en los rodajes.
A mí del tuyo me gusta la frase de “A mí es que la gente en general me da un asco”.
(Silencio)
¿Te ha causado muchos problemas posicionarte en el tema de la independencia en Cataluña?
Sabes qué pasa, que es lo que pienso y ya está. También me hace risa que se considere una valentía. Pero claro, como nadie habla… ¿Que alguna vez me han insultado en la calle por esto? Pues sí, pero es igual. Es que me parece que estamos complicando las cosas de una manera innecesaria. Que en este país tenemos suficientes problemas como para encima multiplicarlos. No sé, vamos a solucionar las cosas que merezcan la pena ser solucionadas y ya está.
¿Entonces igual podríamos cambiar la frase por “Es que a mí los políticos en general me dan un asco”?
En general los partidos en España, pero porque no les gusta la cultura. No es lo suyo. Todos los políticos dicen lo que leen, escuchan o ven, y no te cuadra. La cultura la amas o te la suda. Y a ellos se la suda.