Tres años, tres singles sueltos y miles de rumores, retrasos y mareos de perdiz después, al fin ha llegado a nuestras vidas ‘Anti’, el octavo álbum de Rihanna. El disco acaba de ser certificado platino por la RIAA gracias al acuerdo de la cantante con Samsung, que ha comprado un millón de copias del álbum por anticipado para que sus fans pudieran descargárselo gratis (esto sí es el timo de la década y no lo de LCD Soundsystem). ¿Pero ha valido la pena la espera? ¿Es este el disco alternativo de Rihanna? ¿Su declaración de intenciones en contra de la fórmula impuesta por la industria? La respuesta a estas preguntas es sí… más o menos. ‘Anti’ aleja definitivamente, y de manera más firme que nunca, a Rihanna de la radiofórmula para reconducirla hacia terrenos más experimentales. Pero es asombroso descubrir ahora que no tanto ha cambiado desde ‘Unapologetic‘. Como aquel, ‘Anti’ alterna momentos bastante durillos con otros que no lo son tanto.
La versatilidad en el pop, como tantos discos han demostrado siempre, varios de ellos, de hecho, de Rihanna (pienso en ‘Rated R’), puede ser su mayor aliado; el problema es el modo en que la aborda Rihanna en algunos de sus trabajos y particularmente en este disco y en el anterior. En definitiva, muy pocas veces las canciones de ‘ANTI’, aunque sólidas por sí solas, giran alrededor de una órbita común, lo que hace que este disco suene como un proyecto subdesarrollado lanzado con prisas. Si Rihanna hubiera querido hacer un disco verdaderamente coherente, un «body of work» de esos que hacen historia, hubiera seguido la sólida línea de R&B y hip-hop siniestro que se desarrolla en la primera mitad del álbum en canciones como ‘Consideration’, ‘Work’ o la humeante ‘Needed Me’; y si, en su lugar, hubiese querido hacer un disco variado, sencillamente ‘Anti’ no tendría dos mitades tan diferenciadas, una R&B y otra que es un verdadero baile de estilos.
Pero ya en esta primera «cara» del disco, de hecho, encontramos un par de pistas colocadas al principio que no terminan de casar ni en general ni entre sí mismas, ‘James Joint‘ y ‘Kiss It Better’. Escuchadlas seguidas y decidme si de verdad os parece que pertenezcan al mismo disco. La primera, que, por cierto, lamentablemente no tiene nada que ver con James Joyce, aunque lo parezca, sino con su autor, James Fauntleroy, es un agradable interludio de post-neo-soul que, por alguna razón que se me escapa totalmente, es la pista 2 (?), algo que arruina ligeramente la secuencia del disco, entre otras razones porque es el único incluido en su edición estándar (el otro, ‘Goodnight Gotham’, es un bonus track, todo un sinsentido). Y luego está ‘Kiss It Better’, que es como Prince circa 1984 entendido por The Weeknd y cuya calidad (y calidez) melódica no esconde lo añejo de su producción, evidentemente, muy lejos de los lustrosos paisajes hip-hop que proponen cortes como ‘Consideration’, el hipnótico ‘Woo’ o ‘Needed Me’, este último, el número más sexy del disco con diferencia. Ojo, ‘Kiss It Better’ es una buena canción, ¿pero no hubiera pegado más en la segunda mitad del disco?
Porque en lugar de continuar en la línea de su primera mitad, que hubiera sido lo suyo si lo que promete esta es cierta cohesión por primera vez en la carrera de Rihanna, efectivamente esta «cara B» de ‘Anti’ es algo desconcertante. La conforman una canción de Tame Impala (‘Same Ol’ Mistakes’), otra de Dido (‘Never Ending’), una recreación girl-group (‘Love On the Brain’), una canción como de Etta James borracha (‘Higher’) y una bonita balada a piano, no tan buena como ‘Stay’, pero digna, titulada ‘Close to You’. ¿Cómo se come esto? ¿Cuántos estados de ánimo diferentes puede haber hilados uno tras otro en un mismo disco? Los primeros dos casos, de hecho, son literales: ‘Same Ol’ Mistakes’ no es Rihanna versionando a Tame Impala, es Rihanna cantando por encima de una pista karaoke de Tame Impala, que es muy distinto (además de innecesario). Y la segunda, el sencillo medio tiempo pop ‘Never Ending’, muy mono, por cierto, casi no hace falta que nos juren que es co-autoría de Dido (la autora de ‘Girl Who Got Away‘ aparece acreditada por el parecido de los versos a ‘Thank You’).
A pesar del pequeño despropósito conceptual, las canciones individuales de ‘Anti’ son buenas y, además, se adaptan a la voz de Rihanna y no al revés, que es lo que necesita un intérprete de su nivel. La versatilidad y personalidad vocal de Rihanna, eternamente «cool», no es siempre evidente en sus grandes éxitos, pero, claro, aquí no hay nada de eso (ni siquiera ‘Work‘, que de tan tontorrona es lobotómica, parecía que fuera a funcionar tan bien en radios, pero claro, ahí está ‘Hotline Bling’). ‘Consideration’, a dueto con la revelación del R&B SZA, abre el álbum con fuerza sirviéndose de una base minimalista que enfoca nuestra atención en la potente actuación vocal de Rihanna, tan confiada como exige su texto rebelde; mientras en ‘Desperado’, que samplea a BANKS e incluye un bucle de piano muy James Blake, la cantante exhibe un «flow» delicioso. Por su parte, ‘Higher’ es pura decadencia, con Rihanna ebria y cachonda petándose las cuerdas vocales y lloriqueando al teléfono por su amado durante dos minutos, mientras suena de fondo un arreglo musical que parece grabado de un vinilo de Ray Noble.
De nuevo, no son tan diferentes las cosas tres años después: ‘Anti’ demuestra que Rihanna ha tomado la dirección adecuada, pero es una dirección por la que se la sigue percibiendo algo perdida e indecisa y el resultado es un disco que vuelve a funcionar, sobre todo, porque sus partes son muchísimo mejores que la suma. No me sorprendería en absoluto que la edición física de ‘Anti’, que sale el 5 de febrero, presente un tracklist distinto e incluya ‘FourFiveSeconds’, ‘Bitch Better Have My Money’ y ‘American Oxygen’, que son tres muy buenas canciones aunque, de nuevo, no tengan nada que ver entre sí. ¿Cómo atraer al público a comprar un disco que has dado gratis si no es remodelándolo un poco? Aunque seguramente esa no sea la idea. ‘ANTI’ es, al fin y al cabo, el primer intento real de Rihanna de convencer al público de que es más que una voz y un nombre, de que es una artista. Ocho discos después, desde luego se ha hecho esperar, pero si entendemos esto como el disco de transición que es en lugar de como el «body of work» que nos han vendido, es posible que el camino hacia la verdadera obra maestra de Rihanna (¿su noveno disco?) se haga mucho más ameno y, en definitiva, que la celebración ante su llegada sea mucho más merecida.
Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘Consideration’, ‘Desperado’, ‘Needed Me’, ‘Higher’
Te gustará si te gusta: The Weeknd, Beyoncé, Drake, Nicki Minaj
Escúchalo: Tidal