Uno de los numerosos momentos cumbre de ‘The Life of Pablo’, el nuevo disco de Kanye West, se produce en ‘No More Parties In L.A.‘, cuando el rapero espeta un inesperado «thank God for me», tan impetuoso que da hasta un poco de yuyu. Y ya es decir. Porque si hay algo que ‘The Life of Pablo’ deja claro es que la desorbitada megalomanía de West solo es superada por su fe en Dios, que ejerce de eje central en todo el álbum y a quien el rapero referencia directa e indirectamente a lo largo del mismo, empezando por la pista que lo abre, que se titula ‘Ultralight Beam’ («haz de ultraluz», un sinónimo de Dios, entiendo) y es góspel. Es una canción espectacular, arrolladora, construida a partir de una base rebobinada, en la que destaca el verso de Chance the Rapper, el mejor que ha hecho nunca, que alterna referencias a Dios con otras a su natal Chicago y que es un ejercicio magistral en «flow» e intensidad emocional nada impostada y totalmente escalofriante.
¿Pero es ‘The Life of Pablo’ un disco sobre Dios? No exactamente. El mismo West lo ha descrito como un «disco de góspel», pero el octavo trabajo del rapero es, sobre todo, un retrato del complicado icono cultural que representa Kanye West en 2016. «Nómbrame a un solo genio que no esté loco», rapea West en la árida ‘Feedback’, en un reflejo del genio consumido por la locura que, tan fácilmente, sobre todo en los últimos meses, se presta a la comparación con Friedrich Nietzsche. No extraña, de hecho, que haya artículos titulados «Kanye West: el Friedrich Nietzsche del siglo XXI».
Es, sin embargo, una locura bien canalizada. ‘The Life of Pablo’ es un disco emocionalmente caótico, repleto de contradicciones y probablemente incompleto todavía incluso (West lo retiró de Tidal después de estrenarlo para arreglar una de sus pistas, ‘Waves’ ‘Wolves’) pero su concepto de disco de hip-hop siniestro y anclado en la vieja escuela es coherente y sus piezas suenan esculpidas con mimo. El uso del sample de ‘Answers Me’ de Arthur Russell en ’30 Hours’, por ejemplo, es brillante. A excepción de algún que otro número innecesario como ‘I Love Kanye’, que va de lo que pensáis, y ‘FACTS’, la perorata del rapero contra Nike que conocimos a principios de año y que no es tan interesante como su autor probablemente cree, ‘The Life of Pablo’ es un disco que fluye con gracia y sin aburrir y en el que interludios tan tontos como ‘Low Lights’ o ‘Freestyle 4’, que samplea la gran ‘Human’ de Goldfrapp, en lugar de languidecer el desarrollo del álbum, sirven el propósito de relajar su intensidad y son, por lo tanto, necesarios.
Decir que ‘The Life of Pablo’ resume, por sonido, la carrera de Kanye parece una holgazanería, pero es verdad. El disco contiene una calidez que no oíamos realmente desde ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy‘, hasta el punto que ‘Bound 2’, el tema que cerraba ‘Yeezus‘, suena hoy como el mismo principio de este disco. Pero su gusto por los samples del soul, el R&B y el hip-hop de la vieja escuela (Rihanna aparece en ‘Famous’ versionando a Nina Simone), los arreglos clásicos de algunas de sus pistas (‘Real Friends‘; ‘Highlights’, que emociona como si fuera de Marvin Gaye) o incluso su duración (18 pistas) remiten al West de ‘Late Registration‘. Sin ir más lejos, ‘Father Stretch My Hands’ samplea al reverendo T.L. Barrett. A su vez, sin embargo, West evoca la abrasividad de ‘Yeezus’, como hace en ‘Feedback’, y algunos de los samples escogidos son tan singulares por su lugubridad que añaden una capa inédita hasta ahora en el catálogo de West. ‘Hit’ de Section 25 en ‘FML’ con The Weeknd o los samples de Arthur Russell y Goldfrapp son tres ejemplos.
Las letras de ‘The Life of Pablo’ siguen resultando problemáticas, repulsivas incluso en algunos puntos, pero tiernas en otros. Ya el mismo título del álbum, más que una referencia a Pablo Escobar, que también, parece un guiño nada casual a San Pablo de Tarso, el apóstol que, como ha tenido a bien recordar Alex Macpherson en The Quietus, fue el que escribió, en el primer timoteo de sus epístolas paulinas, que «no permit[e] a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio». Los versos de West están salpicados de machismo, o algo que se le parece mucho, como demuestra la controvertida frase sobre Taylor Swift en ‘Famous’ («todavía me la puedo follar / yo hice famosa a esa zorra»), pero, a su vez, de amor a Dios y a su familia, de orgullo convertido en arrogancia, y también de humildad, y presentan, así pues, a un ser humano multidimensional al que probablemente solo entenderíamos naciendo unas 87 veces.
No exento de momentos más flojos, reunidos sobre todo en una segunda parte menos impactante que la primera, más melancólica, donde cortes como ‘FML’ o ‘Real Friends’ sencillamente no pasan de correctos, mientras el desliz house de ‘Fade’ no termina de cuajar, ‘The Life of Pablo’ sigue siendo un recordatorio de que West es un hombre con un talento prácticamente inalcanzable a día de hoy a pesar de sus insoportables excesos, con los que tanto nos ha angustiado en las últimas semanas. Pero con West es posible hacer una excepción: podemos odiarle -y yo mismo le tengo bastante manía-, pero este disco es fascinante, complejo y una obra para ponerse en «repeat» incansablemente. West, en definitiva, sigue siendo el mismo de siempre…
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Ultralight Beam’, ‘Famous’, ‘Highlights’, ‘No More Parties In L.A.’
Te gustará si te gusta: Kendrick Lamar, Ms. Lauryn Hill, Nas, Rihanna
Escúchalo: Tidal o por vías no éticas
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