Decíamos ayer, que 2010 significó una explosión sin precedentes dentro de la escena independiente chilena, cristalizada en 2011 tras la aparición el año anterior de los segundos discos de Dënver y Javiera Mena, más el tercero de Gepe, junto a otros nombres nuevos entonces como Astro o con una carrera larga en sus diferentes encarnaciones como Alex Andwandter. Se abrió una brecha que no sólo quedó en Chile: su onda expansiva recorrió todos los países de habla hispana del continente y hasta llegó a España.
Mucho han cambiado las cosas en estos cinco años. Tanto que ha dado tiempo para que algunas de aquellas figuras conquisten el escenario más mastodóntico del país, el Festival de Viña del Mar, caso de Javiera Mena y Gepe, accediendo a una zona de confort muy cercana al mainstream aunque sin perder las señas de identidad o de búsqueda, y para que los nombres más importantes de aquella generación llegaran a la profesionalización abriendo el camino para muchos otros que vinieron detrás. Ellos y otros como Ases Falsos, Niño Cohete, Tunacola, Marineros… conforman la famosa clase media que tanto cuesta consolidar en España. Ayudados por el dinamismo económico del país y la entrada en masa de auspicios de marcas que consideran la música su mejor escaparate, para ellos vivir de la música pasó de ser un sueño a una opción viable más.
«Apenas un lustro ha servido para que esa generación renovadora haya quedado como la que hay que derrocar»
Y ha sido todo tan vertiginoso que ya ha dado tiempo a la llegada de un recambio generacional. En los tiempos de la velocidad en la red, apenas un lustro ha servido para que esa generación renovadora haya quedado como la que hay que derrocar. Quizá no es tan radical el planteamiento (en ningún momento tienen intención de hacer desaparecer a los anteriores e incluso muchos de ellos expresan que les gusta su trabajo), pero sí en lo estético y organizativo. Las nuevas bandas oponen un discurso en el que la forma (y en muchos casos los orígenes) no es algo circunstancial y funciona como sustrato necesario para los logros, más colectivos que individuales, que se han ido consiguiendo. Sin un estilo definido puesto que hay bandas post-punk, emo, twee, indie-pop, math-rock, punk-pop ramoniano… pero generalmente dirigidas por las guitarras.
Lo primero de todo es situar los orígenes de esta nueva escena. Los más remotos son los que los relacionarían con la camada de bandas alrededor del colectivo/sello Gatomo creado en los primeros momentos de este siglo. En él, desde la autogestión, en pleno derrumbe de las oficinas locales de los sellos multinacionales en Chile tras los excesos de los 90 (con unas características bastante particulares respecto al funcionamiento de la industria musical de otros países, lo que hizo que el batacazo fuese mayor y casi definitivo, liquidando las citadas sedes locales), se reunieron un grupo de entusiastas provenientes del hardcore pero con decidida alma pop. Bandas como los revividos Gameover, Penelope Glamour, La Garage, Una Persona Terrible, o hasta lo aún activos Familea Miranda, más otras algo posteriores pero indispensables como Les Ondes Martenot, dieron cobijo a lo que se iba moviendo en los márgenes del pop de la época y crearon espacios inexistentes para los que iban llegando entre los que se encontrarían nombres de futura relevancia como Javiera Mena, los tímidos Dënver del primer disco o Gepe, que debutaría en una fecha teloneando, precisamente, a Les Ondes Martenot. Aunque sus maneras y parte de su sonido eran heredados de la ética del punk y el hardcore, viendo fotos de la época uno puedo encontrar hallazgos como camisetas de bandas de Elefant entre los miembros del colectivo, o referencias explícitas a grupos como La Buena Vida.
Aún hay una prehistoria anterior a esa prehistoria y son francotiradores en plenos 90. Nombres como Sien, Solar, Jirafa Ardiendo o Santos Dumont e iniciativas como la Asociación de Trabajadores del Rock. También un nombre ineludible de esa época son Pánico, con una trayectoria larguísima partiendo del post-punk para terminar en la electrónica, que los ha llevado a girar por medio mundo, tocar en el FIB o el BAM y editar un disco en Chemikal Underground, sello fundado por The Delgados y casa de artistas como Bis, Mogwai o Arab Strap. Bandas con sonidos que oscilaban entre el shoegaze y el dream pop, o cierto rock psicodélico, e intentos organizativos frente a una industria enclenque en trance de reconstrucción post-dictadura.
«El final de 2014 viene marcado por la aparición del sello Piloto que cambia de manera absolutamente accidental y sin premeditación, el panorama musical local»
Hasta ahí la herencia en la que se puede reconocer estas nuevas bandas. Aburridas del sonido sintético que había estado dominando la escena independiente y con el que en general se identifica al pop chileno, en 2014 dan los primeros signos vitales (EP’s de Amarga Marga, My Light Shines for You, Patio Solar, La Banda Misma o Planeta No se editan, además de demos en soundcloud de otras como Paracaidistas, Trementina o Playa Gótica, banda respaldada desde sus inicios por Dënver y que edita en el sello de estos, Umami), aunque algunas ya llevaban trabajando desde antes como Tortuganónima, Urban Monk o Columpios al Suelo. No será hasta ese 2014 cuando, de manera muy esporádica (antes solo había sido de manera anecdótica), empiezan a aparecer de manera tímida referencias en los medios digitales locales a algunas de las iniciativas que comienzan a formarse, como por ejemplo el Ciclo Fisura a cargo del sello/colectivo del mismo nombre en cuyo corazón está la semilla de la banda Dolorio y los Tunantes, una de las más activas de la escena. Pero, sobre todo, este final de 2014 viene marcado por la aparición del sello Piloto que cambia de manera absolutamente accidental y sin premeditación, el panorama musical local.
Piloto agrupa en sus inicios a Patio Solar, Niños del Cerro y Silabario además de La Banda Misma, aunque estos no llegan a editar con el sello. Desde la comuna de La Florida, hecho que marca hasta físicamente la lateralidad del proyecto, reclutan a una serie de grupos de la misma zona geográfica que se conocen entre ellos y que comparten ensayos, tocatas y aspiraciones de que alguien más que los que los rodean vayan a verlos.
Además, en ese fin de año se anuncia la celebración del primer PopFest en Santiago de Chile, que da una especie de marco teórico a varias de las cosas que están sucediendo. Celebrado en abril, participan en él Niños del Cerro, Planeta No, My Light Shines For You y Trementina (además de Hidrogenesse). También pioneros como Les Ondes Martenot y Gameover. Los miembros de Fisura colaboran como roadies y en una fiesta previa tocan Medio Hermano y Paracaidistas.
«El primer disco de esta nueva generación se considera ‘Temporada’ de Patio Solar»
En los primeros meses de 2015 comienzan a sonar los singles editados a finales de 2014 por Piloto a Silabario y Niños del Cerro para, en enero, aparecer el que se considera el primer disco de esta nueva generación, ‘Temporada’ de Patio Solar. Un disco en voz baja, de guitarras herederas del indie-pop inglés y de la música alternativa norteamericana de los 90 en el que se pueden encontrar destellos de los Smiths, Felt o Sebadoh. Historias adolescentes con sonido lo-fi que atrapa y emociona casi sin darse cuenta. En aquel momento no se sospechaba de su categoría de hito y la prensa, con contadas excepciones (POTQ, Radiopolis, el blog Audífonos Piratas o Melómanos Mag y, curiosamente, la labor desde un diario de tirada nacional de Darío Zambra en el suplemento Finde de La Tercera, poco más) no hace demasiado caso a lo que está pasando. Para ellos el nuevo indie chileno sigue siendo Javiera Mena, Dënver y Gepe, aunque llevan 10 años largos de carrera.
Comienzan a sucederse los conciertos y ciclos en los que intervienen estos nuevos grupos. Lo interesante es que la mayoría de las veces son organizados por las propias bandas en lugares que ni siquiera están acondicionados para ello. Varios se producen en los patios de las casas de algunas de las bandas: las ediciones de la Kame Jaus en casa de Ya Ney, miembro de Patio Solar y El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco, otros en la casa del padre de Simón, vocalista de Niños del Cerro, también en la casa de Franco de Patio Solar, o en la casa de Lía Nadja… Junto a esos espacios casi improvisados, se realizan otros de estos ciclos y conciertos colectivos en lugares como el CFT, una especie de local ocupado regido, entre otros, por Francisco Morales de Marcel Duchamp, o el ciclo Pop Subterráneo en la Nave Okupa del proyecto El Galpón. En todos ellos se repiten nombres como los citados y se van sumando otros como Velódromo, Aeroparque, Llueven Animales o El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco y formas de actuación y organización: lo hacen todo las propias bandas, compartiendo los equipos y, en muchos casos, la información del lugar se da sólo por inbox de Facebook o por mail al ser lugares no oficiales para actuar.
«La mayoría de conciertos son organizados por las propias bandas en lugares que ni siquiera están acondicionados para ello»
Esto no es caprichoso. Como en otros sitios, España misma, la insuficiencia de lugares donde las bandas, sobre todo las más nuevas, se desarrollen es uno de los temas más acuciantes. El cierre de locales clásicos y la imposibilidad de llegar a los establecidos por parte de estas nuevas bandas hacen que tomen la decisión menos habitual: en vez de esperar a que se abra un hueco por donde colarse, inventan ellos mismo ese espacio. La colaboración, como se ha dicho, se convierte en el pivote central de la forma de organización y, con formas herederas del hardcore, aprenden sobre la marcha, evitan las listas de invitados porque los precios son tan baratos que ni siquiera merece tenerlas, permiten llevar la bebida propia aunque vendiendo allí mismo comida y bebidas para seguir financiando los eventos, generan un ambiente de camaradería en el que el público y las bandas son difíciles de distinguir (casi todos los conciertos son a ras de suelo, con el público muchas veces interactuando con ellos ya sea cantando o hasta tomando algún instrumento el que se atreva)… Se puede resumir en la amistad como herramienta de gestión.
Otras características positivas observables son una mayor incorporación de mujeres al público (a las bandas aún de forma desigual), algo no tan habitual cuando hablamos de músicas de guitarras o la interrelación con otras artes, principalmente con el diseño, pues varios de los ciclos son, a su vez, ciclos de diseñadoras y diseñadores independientes. Por ejemplo Mai Carvajal, bajista de My Light Shines For You, y Camila Falcucci, voz (y huracán escénico) en Las Olas, son diseñadoras. A ello hay que sumarle un discurso claro sobre lo que son y qué representan. Ha habido auténticos dilemas entre las bandas por actuar en sitios en los que había simplemente un banner de una marca comercial aunque fuera ajena a su concierto y han rechazado entrevistas en medios que representaban a empresas por no sentirse cómodos. La incidencia en el directo no es casual. Se ha dado un fenómeno que no se producía hace tiempo. Al acudir a esos conciertos uno se encuentra con un público entusiasta que canta, baila y choca (los pogos son no sólo habituales sino, diría, imprescindibles). Pero canta canciones que no se han podido escuchar en ningún lugar más que en los propios conciertos y los vídeos subidos a youtube. Ejemplos como el de El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco es muy representativo. Docenas de personas cantando todas y cada una de las canciones de una banda de la que sólo tiene una canción disponible en su soundcloud. Todas ellas aprendidas acudiendo una y otra vez a sus directos.
A lo largo de ese 2015 se ha producido la llegada de un nuevo público tan o más joven que las propias bandas (muchos de sus miembros, la mayoría, aún estudiantes) de manera progresiva. Si a principios de 2015 se juntaban una y otra vez las mismas 30 personas (de las que la mitad eran miembros de otros grupos), a mediados de año sucede un punto de quiebre con la celebración del Festival Pop Subterráneo. Este festival de un solo día, organizado por los miembros de My Light Shines For You en el llamado Galpón Exposición o Galpunk congregó a Las Olas, Aeroparque, Paracaidistas, Patio Solar, Niños del Cerro y los propios organizadores. Se trata de una nave okupa en la que se dan talleres, hay actividades vecinales y muchas tocatas punk, pero que se convertía en el epicentro de un pop que reclamaba en el sonido y los valores éticos y estéticos de Sarah Records o K su derecho a existir.
«La aparición en Piloto del disco de Niños del Cerro marca un momento clave en el desarrollo de la escena»
El último tercio del año vino marcado por un sinfín de conciertos y ciclos en los que se iban sumando bandas y público. Algunas de las bandas tocaban dos y tres veces a la semana durante muchas semanas consecutivas sin salir de Santiago. Un bar tradicional del barrio bohemio Bellavista, Bar 1, se convierte, por sus facilidades, en centro neurálgico de muchos de esos ciclos. Bar 1 es un local en el que con suerte caben 40 personas, en un momento dado suficientes para albergar al público inicial pero, en cuestión de semanas, se han de buscar nuevos espacios porque Bar 1 dobla y hasta triplica los asistentes a los ciclos lo que lo convierte en agobiante (y peligroso). La aparición en Piloto del disco de Niños del Cerro marca un momento en el que mucha más prensa se suma a lo que está pasando. Un disco extraordinario que, me arriesgo a apostar, marcará un momento clave en el desarrollo de la escena y un punto álgido en la música popular chilena contemporánea. Con unos códigos musicales que mezclan lo indie con lo ligeramente tropical, dibuja un mapa imaginario de La Florida en la que uno se ve inmerso al desentrañar las letras.
Este mayor interés de público y prensa que ya se hace eco de lo qué está ocurriendo (aunque con un nivel de despiste importante), hace que actores de la vieja industria sientan que están perdiendo el paso y que el prototipo del tecno-pop dominador de la escena independiente durante años parezca agonizante para las nuevas bandas que quieren recorrer ese camino (evidentemente no para nombres como Javiera Mena). Ello trae como resultado este interés de los sellos y nombres de la vieja industria hacia estas bandas. El caso más significativo es el de Cristian Heyne, paradigma del sonido anterior, sumándose de manera ventajista al carro tratando de apuntarse un tardío tanto y mercantilizar todo el asunto bajo la influencia de su nombre.
«En las listas resumen de 2015 las nuevas bandas ocupan los lugares que durante años habían ocupado bandas establecidas de la escena independiente»
El final de año trae como sorpresa la aparición de multitud de listas resumen de 2015 de la prensa especializada, en las que las nuevas bandas ocupaban los lugares que durante años habían ocupado bandas establecidas de la escena independiente. Tan sólo el impresionante disco de Camila Moreno ‘Mala Madre’ compite en menciones con los de Patio Solar, Niños del Cerro o Planeta No y las listas de canciones y EP’s aparecen copadas por estos: Playa Gótica, Paracaidistas, Velódromo, Pujem, Trama, Urban Monk, Chini and the Technicians, Plaga de Baile, Mi Andrómeda, Amarga Marga, Animales de Lumière, Lía Nadja y el resto de bandas de esta naciente escena que no deja de sumarse, como La Marcha Permua Trío, Los Polares, Perfectos Extraños, With White Wolves, Autitos Chocadores, Pirámides, Poder Fantasma o Mono Azul. Una canción convertida en el himno oficioso de todo el movimiento es ‘Tiempos Bajo el Sol’, la única publicada por El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco.
El 2016 comienza como terminó 2015. Con multitud de fiestas y ciclos (Puro Humo, Levantando Polvo, Pop Subterráneo II, Tributo a The Cure, Con el Ruido de mis Amigos…) en los que las bandas se suceden y aparecen otras nuevas. Sólo en enero el Sello Piloto da en la diana 4 veces con Centinela Mira el Cielo (Claudio de Patio Solar en solitario), Ablusión (proyecto personal de Franco de Patio Solar y El Cómodo Silencio), Mono Azul (Vladimir de El Cómodo Silencio y Autitos Chocadores) y Los Valentina (con Mico y Leo Saavedra de Medio Hermano en sus filas, liderado por Valentina Martínez). También Piloto coedita, al fin, el largamente esperado EP de Las Olas ‘Canciones para mis Amigxs’ y un nuevo EP de Patio Solar mientras anuncia la llegada del disco de El Cómodo Silencio de los que Hablan Poco. Para este año hay, además, anunciados los discos de larga duración de Paracaidistas y Medio Hermano -ambos para Sudamerican Records-, deberían llegar también las grabaciones de Columpios al Suelo, Amarga Marga, My Light Shines For You con un 7” para el sello Cloudberry, quizá los segundos discos de Patio Solar y Niños del Cerro. Planeta No, el grupo con más proyección de la escena, irá al Primavera Sound tras pasar por México y Perú. Mientras, otros como Martina Lluvias o Dolorio y Los Tunantes (con su single a punto de salir), han pasado a ser parte del renacido Cazador, que ha vuelto a la vida cuatro años después de echar el cierre en la casa en la que dieron sus primeros pasos bandas relevantes de la música chilena de los pasados años como Protistas, Adrianigual, Fother Mockers (transformados luego en Ases Falsos) o donde se editó el esencial ‘Música, Gimnasia, Gramática’ de Dënver.
Mientras tanto, muchas otras bandas se van sumando a cada momento, al igual que gran cantidad de público, ya auténticas fiestas multitudinarias, cosa de la que aún no parecen darse por enterados los festivales u organizadores de grandes conciertos al elegir a sus teloneros. Por su parte, alguno de los miembros de estas bandas y colectivos han comenzado a ampliar ambiciones trayendo a grupos y artistas con los que sienten gran identificación y siendo ellos mismos los promotores y organizadores de esas fechas. En poco más de un mes, gracias a ellos, pasarán por la capital chilena los proyectos argentinos Antolín, Tobogán Andaluz y Nubes en mi Casa con intenciones de seguir ampliando las visitas transandinas de bandas y sellos básicos como Laptra (El Mató a un Policía Motorizado, Las Ligas Menores, 107 Faunos) o Fuego Amigo Records (Valentín y los Volcanes, La Ola que Quería ser Chau) en los que, claramente, se ven reflejados.
El 2016 será el año de la consolidación, el paso a esa clase media de alguno de ellos, quizá el de los primeros quiebres en la homogeneidad que se observa en la escena (que se ha resistido de manera concienzuda a que la etiqueten y denominen con un nombre periodístico común porque eso la encerraría y la convertiría en un tópico más) y, posiblemente, algunas de las primeras bajas en forma de disolución de bandas y la formación de otras nuevas. Como está escrito con cinta adhesiva en la batería de Niños del Cerro, usada en decenas de conciertos durante 2015, El Ritmo No Perdona. Ley de vida.