La huella que deja Prince en el pop actual, y sin duda en el futuro, es impagable. Él mismo no solo definió el R&B contemporáneo sino que lo convirtió en pop, facilitando que el globo volviera a abrazar la música negra como un patrimonio mundial. También lo logró a través de otros artistas que, bien de forma directa o indirecta, no serían lo mismo (o ni siquiera serían, en algunos casos) sin su legado artístico.
De un tiempo a esta parte, Cyndi Lauper se empeña en hacer olvidar su pasado pop, canalizando su talento en el blues y el rock tradicionales. Pero en 1983, esta neoyorquina se convirtió en una estrella mundial gracias a singles como ‘Girls Just Wanna Have Fun’ y ‘Time After Time’, en los que la influencia de Prince es irrefutable. Además, conviene recordar que aquel álbum de debut contenía un tema del artista de Minneapolis, ‘When You Were Mine’ (originalmente contenido en ‘Dirty Mind’), que sin duda contribuía a dar empaque a aquel disco y no rehuía las comparaciones con el autor.
Otras icónicas artistas blancas de los 80, The Bangles, no comenzaron a despuntar en las listas de éxitos de manera rotunda hasta que publicaron como single ‘Manic Monday’, una canción compuesta por Prince en 1986, oculto bajo el seudónimo Christopher, y que había escrito originariamente para sus protegidas Apollonia 6. La leyenda dice que regaló la canción a Susanna Hoffs para que se acostara con él, ni más ni menos. Incluida en su segundo largo ‘Different Light’ como primer single (la legendaria ‘Walk Like an Egyptian’ fue el tercero), las puso en el mapa y sólo una canción impidió que fuera número 1 de Billboard Hot 100: ‘Kiss’, de Prince and The Revolution.
Pertenezco a esa generación que tiene como recuerdo primordial de su infancia un primer plano de Sinéad O’Connor llorando mientras mira a cámara cantando ‘Nothing Compares 2 U’. Aunque ‘The Lion And The Cobra’ ya había situado a la irlandesa como una artista interesante y personalísima, no despuntó hasta que lanzó como single de su segundo álbum ‘I Do Not Want What I Haven’t Got’ esta canción que, de nuevo, era una rareza compuesta para el proyecto paralelo The Family. La producción in crescendo de Nellee Hooper y la propia O’Connor, y la desgarrada interpretación de líneas como «han pasado siete horas y quince días desde que te llevaste tu amor», lograron un pequeño milagro, aupándola al número 1 en todo el mundo, para bien y para mal. O’Connor no volvió a obtener un impacto semejante con ninguna de sus obras posteriores, y seguramente eso le pese. Pero también es muy cierto que, muy probablemente, hoy muchos no conocerían a esta artista de no ser por ella, sin ser, en absoluto, una one-hit-wonder. Curiosamente, Sinéad y Prince sólo se vieron una vez, tras este exitazo, y parece que la cosa no fue demasiado bien. Prince la interpretó en el que fue su último concierto el pasado día 14 de abril en Atlanta.
Evidentemente, Tom Jones ya era un cantante ultraconocido desde los años 60, pero desde mediados de los 70 su estrella languidecía inexorablemente, con el pop y el rock copando las listas, sin sitio para un cantante melódico de su perfil. Pero en 1988 sucedió un milagro: la banda de technopop Art Of Noise, en la que militaba el hoy afamado productor Trevor Horn, tuvo la ocurrencia de hacer, apenas dos años después de que fuera un gran éxito, una versión de ‘Kiss’, single del álbum ‘Parade’, invitando a Jones a hacer las veces de Prince. Su éxito fue incluso mayor que el original en países como Reino Unido o España, y supuso un verdadero espaldarazo para el crooner, que logró dar una insospechada vigencia a su figura, y que aún hoy permanece.
A él no le compuso ninguna canción, ni hizo ninguna versión suya de manera oficial que le proporcionara un hit, pero la herencia es innegable. No sólo es que Lenny Kravitz apostara, como Prince, por el factor abiertamente sexual como un valor en su carrera. Sino que, como él mismo confiesa, pasó su adolescencia obsesionado con la figura de El Símbolo, llegando a intentar lanzar su carrera imitando descaradamente su estilo, bajo el nombre de Romeo Blue, con el que realizó en 1984 una impagable aparición en Soul Train, junto al jazzman Herb Alpert. Pese a que sus inicios estuvieran muy marcados por el rock, a finales de los 90 destapó aquella querencia por el funk y el R&B más sofisticados, con singles como ‘I Belong to You’ e ‘If You Can’t Say No’.
Como él mismo ha expresado en su emotivo mensaje de Instagram, Prince ha estado en cada canción que ha compuesto Justin Timberlake. Ni falta que lo diga. Cada surco de su debut ‘Justified’, bebía de forma directa de la discografía del fallecido talento. También de Nile Rodgers y Michael Jackson, sí, pero ¿acaso el guiño latino de ‘Señorita’, la poderosa batería funk con la acústica rasgada fuerte de ‘Like I Love You’ o el drama de ‘Cry Me a River’ no tienen el eco inigualable de Nelson?
Si Alicia Keys logró vender más de 12 millones de copias de ‘Songs In A Minor’, su primer disco, fue en parte por «culpa» de Prince. El tercer single que lanzó la músico neoyorquina fue ‘How Come U Don’t Call’, una versión de la cara B de ‘1999’, el single, que posteriormente sería incluida en el mítico recopilatorio ‘The Hits/The B-Sides’. Keys, que acortó el «anymore» final del título original, supo dar vigencia al tono góspel del original, con la pulsión del bajo y la caja de ritmos. Aquella versión propició la amistad entre ambos y, cuando Prince fue incluido en 2004 en el Rock and Roll Hall of Fame, Alicia fue su «madrina» con un bonito discurso.
Cualquier interpretación vocal de D’Angelo, como apuntaba mi compañero JB, debe mucho a los clásicos del soul como Curtis Mayfield, Al Green y, sí, Prince. Pero también es muy evidente que el autor de ‘Sign O’ The Times’ ha tenido una influencia manifiesta en la manera de entender y arreglar el funk que ha plasmado Michael D’Angelo en sus tres celebrados álbumes, con el jazz y el rock como complementos adheridos al funk y al pop. Y, claro, con la sensualidad como eje motor. Y sí, D’Angelo también hizo una estupenda versión de otra estupenda cara B de Prince. Fue en la BSO de ‘Scream 2’, en la que se incluía su rendición de ‘She’s Always In My Hair’.
Alrededor de sus álbumes mejor considerados, Prince implementaba toda una parafernalia estética y una fantasía cinematográfica (no olvidemos que llegó a producir, dirigir e interpretar cuatro filmes que, con frecuencia, acompañaban a un lanzamiento discográfico) que propulsaba su imagen icónica. En un plano distinto, podíamos decir que Janelle Monáe ha usado herramientas semejantes en los tres discos que ha publicado, apoyándose sin duda en lo estético (y eso también incluye lo coreográfico: no es baladí que el de Minneapolis era un gran bailarín e intérprete) para imprimir una personalidad propia. La conexión entre ambos era evidente y, claro, tomó forma en una colaboración: Prince hacía un featuring en ‘Givin’ Em What They Love’, incluido en ‘The Electric Lady‘, último álbum de Monáe hasta la fecha.
Sin alcanzar el plano más experimental de otras propuestas coetáneas como Kindness o Blood Orange, que también beben del vasto legado musical de Nelson, Miguel es el mejor heredero en nuestros días del lado sexy que Prince tanto y tan bien explotó. Sin miedo, como el hoy desaparecido genio, a ser tremendamente explícito en sus letras más sexuales, ‘Wildheart‘ es el álbum mojabragas de nuestro tiempo, como lo fuera ‘Dirty Mind’ treinta y pico años atrás. Pero ojo, las similitudes no acaban ahí: pocos artistas actuales de R&B recurren tanto y tan bien a las guitarras como Miguel, lo cual fue sin duda la enseña de Prince, que demostró sobradamente su talento a las seis cuerdas.