Los Hermanos Cubero son una feliz anomalía en el panorama alternativo español. Enrique, a la mandolina y voz, y Roberto, guitarra y segunda voz, practican un estilo que definen como música popular: “Tenemos unas influencias claras de la música tradicional de la Alcarria. Hacemos repertorio de Castilla, en general, mezclado con el estilo bluegrass”, comenta Roberto. Completamente solos, completamente acústicos, sin injerencias de terceros, electricidad ni base rítmica (más allá de la que se pueda conseguir con sus dos instrumentos). Pura sobriedad castellana. Tras dos álbums y dos EP’s, ‘Arte y orgullo’ es una obra menos bucólica y mucho más contestataria que las anteriores, pero igualmente pegada al suelo. En las próximas semanas, estarán presentando este nuevo álbum por todo el país: el 13 de mayo, estarán en la Casa Museo de Sax (Alicante); el 14 de mayo, en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia; y el 11 de junio, en la Sala Intruso de Madrid. Más fechas, aquí.
En la canción que abre el disco, ‘¿Quién electrificaría su alma?’, proclamáis que jamás enchufareis vuestros instrumentos [“Verdad desnuda y lozana (…) con sus sonidos sin trampa (…) Estas son nuestras armas/mandolina y guitarra/para quién quiera escucharlas”]. Me parece una declaración de principios muy rotunda. ¿O tiene alguna carga irónica que se me escapa?
Los dos a la vez: ¡No!
Roberto: Lo que oyes es lo que es. Es que somos un poco cabezones y nos gusta tocar con instrumentos acústicos, con micrófono. No queremos ningún cable que acabe en un instrumento.
Enrique: Nos han preguntado muchas veces que por qué no nos “enchufamos”, “que se oye poco”, que si la guitarra… y eso es para que no nos pregunten más.
R: Con instrumentos acústicos, sonorizados con micrófonos no podemos competir en decibelios con bandas de rock. Pero no es nuestro objetivo, no es nuestra guerra. Preferimos el matiz de la madera y la cuerda, en detrimento del volumen. Y, como somos cabezones –insistimos en ello- hicimos la canción.
Entonces ya no os pregunto si tenéis planeado cambiar o introducir otros instrumentos más adelante…
R: En el futuro no lo sabemos…
E: … pero enchufarlo, yo creo que no. La mandolina y la guitarra, como suenan bonitas, es así.
La canción, ‘Arte y orgullo’ –y, por ende, el título del disco-, es una oda al trabajo artesano.
E: De amor al oficio, en general. Porque sí que hace tiempo que vamos viendo, en la vida cotidiana, que se pierden los oficios. Que no quedan, que se pierde eso de la persona que hace su trabajo, que le gusta y disfruta con ello. Pero tampoco lo planteamos como una declaración de principios.
R: Si sirviera para que la gente ame su trabajo…
«Este disco es más terrenal. Esta vez hemos querido hacer algo… no de mal rollo, pero sí de “¡Eh, que no estamos para tonterías! ¡Vamos al lío!”»
En comparación con vuestra obra anterior, parece que hayáis abandonado un poco las canciones más tradicionales.
R: No tradicionales, sino la temática más nostálgica de la tierra. Hay canciones de trabajo, que es una temática tradicional. No es que hayamos dejado entonces la temática tradicional; hemos dejado la del terruño, hablamos de cosas más contemporáneas: del aquí y del ahora.
E: El lenguaje sea posiblemente muy parecido, pero el objeto del que hablamos en este disco es más actual. No solo del paisaje o del imaginario. Este disco es más terrenal.
R: Los otros discos eran más bucólicos. Esta vez hemos querido hacer algo… no de mal rollo, pero sí de “¡Eh, que no estamos para tonterías! ¡Vamos al lío!”
¿Qué canciones tradicionales hay?
R: Hay tres: ‘Ya se está poniendo el sol’, que es un canto de segadores tradicional de la zona de Cuenca; un tema del repertorio de dulzaina de la zona del norte de Castilla (Valladolid, Burgos…), que es ‘Jota antigua’, y ‘La polca de Cebreros’, un pueblo de Ávila. Esa es una polca del repertorio de cuerda. Solemos adaptar temas de dulzaina y este es de repertorio de rondalla.
‘Maldita urraca’ creía que sí era tradicional.
R: No, es letra mía…
¿Va dirigida a alguien en concreto?
E: ¡A todas las urracas que hay en el mundo!
R: Como cualquier interpretación, cada uno tiene sus propias urracas.
La laboral es la temática predominante del disco. En ese aspecto, la canción que más destaca es ‘Trabajando en la MCA’. ¿Trata de la compañía discográfica?
R: No.
Como nombráis a Lynyrd Skynyrd…
R: MCA era su discográfica, que les dijo que les iba a hacer ricos… Pero la MCA de nuestra canción es el acrónimo de “Metal, construcción y afines”, de la UGT.
¿Es una canción anti-sindicatos? [Nota del redactor: cantan, entre otras cosas, «Si la unión hace la fuerza/dime quién se une a los lobos/ve y pregúntale al enlace/de la lista de los topos»]
R: No anti-sindicatos, sino anti sindicatos mayoritarios, porque el sistema sindical está montado… Hay mucha gente de las bases de estos sindicatos mayoritarios que están convencidos de la labor. Sin embargo, no sirve de nada porque quienes dirigen el sindicato al final están de la otra parte.
E: Digamos que es una canción contra la inacción de los sindicatos.
«Está bien todo eso de trabajar, y protestar, pero no puedes pasarte todo el día así. Tienes que relajarte y echarte unas risas»
‘Fabricando buenos tiempos’ también me gusta mucho, esa idea de “si salimos bien, si no salimos, pues también”.
R: La idea es esa: con cualquier cosa, en cualquier momento, con cualquiera, te puedes divertir. Quizás es la canción menos densa del disco, la que menos peso específico tiene… pero a mí me gusta porque dice cosas que hay que decir. Que está bien todo eso de trabajar, y protestar (risas), pero no puedes pasarte todo el día así. Tienes que relajarte y echarte unas risas.
Hablando de trabajar… ¿estáis metidos en más proyectos, aparte de Los Hermanos Cubero?
E: Musicalmente, ya solo en este. Luego tenemos nuestros trabajos.
R: Nuestros trabajos de día, digamos.
Sois muchos los grupos que tenéis una cierta repercusión, pero luego no vivís, al menos exclusivamente, de la música.
R: Hay muy poca gente que se dedique a un proyecto musical en exclusiva.
¿Cuál creéis que es el principal escollo?
E: El quid de la cuestión es: si tú das un concierto en una sala y vienen mil personas, te puedes dedicar a ello. Si vienen cien, no te puedes dedicar a ello. Es la respuesta del público, es en los conciertos es donde ves el público que realmente tienes. Dar un “me gusta” en el Facebook es muy fácil. Pero salir de tu casa, desplazarte, pagar una entrada y aguantar una hora y media la chapa… eso es distinto.
R: Haciendo el estilo, la sonoridad y el tipo de canciones que hacemos, yo creo que estamos llegando más lejos de lo que esperábamos. Es que nos salimos tanto del estándar, de lo que suena en la radio, de lo que se programa en los festivales… Tiene su parte buena, porque la peculiaridad también vende. Pero para cómo sonamos y lo que hacemos, de momento, podemos estar contentos.
Una pregunta cotilla. Vosotros, ¿a qué os dedicáis? ¿Tenéis oficios manuales?
E: No, yo trabajo en una oficina.
R: Somos técnicos.
E: Soy de formación tornero-fresador, pero trabajo en una oficina.
R: Él trabaja en una empresa de valvulería y yo en una constructora.
¿Pero en Barcelona?
E: Sí. Bueno, yo en Granollers.
¿Hace mucho que vivís aquí?
Los dos: Veinte años.
¿Vinisteis para buscaros un futuro musical?
E: No. Se cambió de trabajo nuestro padre y se trajo a toda la familia.
R: Aún estábamos estudiando todos y nos vinimos, aún no éramos independientes.
E: Y lo mismo que estábamos haciendo allí, que entonces tocábamos los tres hermanos, pues continuamos aquí. Poco a poco, una cosa llevó a la otra.
R: Se quedó por el camino un hermano…
E: El del medio de los Cubero.
R: Que ahora nos ha hecho algunas portadas. La de ‘Flor de canciones’ y ‘A burrasca perdida’ [N.d.r: el anterior disco y EP, de 2013 y 2015, respectivamente] son obra suya.
Como siempre leía lo de “Hermanos Cubero, Barcelona”… Me extrañaba un poco, haciendo música de la Alcarria, pensaba que vivíais allí.
E: Hay mucha confusión con eso. Nos llaman de Madrid y nos dicen “ya que sois de aquí, a ver si podéis venir”. O de Barcelona: “la putada es que vengáis de tan lejos”.
R: Ese misterio va bien. Siempre conviene que haya un poco…
Sonáis muy castellanos, a pesar de que tenéis una influencia muy grande del bluegrass. ¿Creéis que estamos demasiado sometidos a estructuras musicales anglosajonas en general?
R: Sí. De hecho, estoy convencido de que es todo por el bombardeo. Es lo que suena en la radio, en la televisión, en todas partes. Vas a una tienda -que ahora las tiendas tienen la música puesta a toda castaña- y es todo música… no de raíz anglosajona, sino del mercado anglosajón. Y nuestra apuesta es esa, que se puede hacer música con sonoridades y procedencias distintas y estar compitiendo en la misma liga que ese tipo de música. No sé si se puede, pero lo estamos intentando.
«Tienes un bajo, una batería y una guitarra eléctrica distorsionada y ya funciona solo. Es mucho más difícil coger una mandolina y una guitarra completamente desnudas»
Bueno, muchos de nosotros, si montáramos un grupo, a día de hoy aún trataríamos de parecernos a los Pixies o a My Bloody Valentine…
R: No somos mucho de dar titulares… pero te voy a dar uno (risas). ¿Sabes por qué? Porque es muy fácil hacer música así; tienes un bajo, una batería y una guitarra eléctrica distorsionada y ya funciona solo. Es mucho más difícil coger una mandolina y una guitarra completamente desnudas y tocar el ‘Isolda y Tonelilla’ [N.d.r: uno de los temas instrumentales del disco], que tienen el esqueleto de la melodía que cualquier estándar de rock.
Volviendo a ‘Arte y orgullo’, no solo la manera de tocar es tradicional, sino también la de grabar, ¿no?
E: El disco lo hicimos con solo un micrófono y todo a la vez.
A la antigua…
E: ¡Siempre! Así se capta el sonido de la sala donde está grabado, es una cosa muy natural, como si estuviéramos allí.
R: Realmente, como se debería grabar todo. Cualquier otra cosa, para nosotros es trampa. Que grabe un tío, que a las dos semanas llegue otro… está bien, porque son herramientas tecnológicas, pero para nosotros se pierde algo.
El sonido también se pierde con el streaming, igualmente. Me pasó con el disco de Triángulo de Amor Bizarro; hay una diferencia abrumadora entre escucharlo en Spotify a hacerlo en formato físico. Pero supongo que estamos demasiado acostumbrados a oír toda la música por ordenador o móvil…
R: Y aparte se escuchan con los cascos que te regalan con el móvil. Y se oye fatal.
E: De hecho, nosotros nunca habíamos querido subir nada a plataformas digitales por eso. Para defender un poco el concepto de coger un disco, ponerlo y sentarte a escucharlo.
R: Ahora con ellos [N.d.r: se refiere a su nuevo sello y management, El Segell del Primavera] vamos a probarlo, ver cómo van las plataformas.
E: Cuando sacas el disco lo fundamental son las canciones, claro, pero hay otro trabajo más: los títulos, cómo está grabado, quién ha compuesto cada tema, las letras… todo eso forma parte de la obra, también.
Lo que le da calidez…
R: Los datos son importantes. Si se ponen los créditos en el disco es porque es importante que se conozcan.
¿Lo editaréis en vinilo?
E: Está en la fábrica, el problema es que el plazo de entrega va para largo.
R: Ahora parece que están saliendo más fábricas de vinilo… y si no los precios, al menos que bajen los plazos de fabricación, que son brutales. Y con los precios de los vinilos se pasan.
E: La última vez que vino Sturgill Simpson o Daniel Romano, vendían los vinilos ¡a 25 euros! A Daniel Romano aún se lo compré, pero al otro…
R: ‘Flor de canciones’ lo sacamos en CD y en vinilo y pusimos al mismo precio ambas cosas. Al vinilo le sacamos peor rendimiento porque la fabricación es más cara. Pero a mí me parece de justicia, son dos formatos: o te compras uno o te compras otro, el que más te conviene… pero estás comprando la misma obra, en realidad. Tiene sentido que el vinilo sea un poco más caro porque es más caro de fabricar. Con el vinilo de ‘Flor de canciones’ había gente que nos preguntaba: “¿pero no tiene descarga?” o “¿no lo vendéis con CD?”. No. Lo vendemos al mismo precio porque es la misma obra. Y eso conlleva que, o lo tienes en un formato o lo tienes en otro. Claro, si sacas vinilo y CD… ¡estás sacando dos copias!
En una entrevista que os leí en Folkworld, en 2011, hablabais de que el problema de la música popular en España era que, mientras el folk de raíces de EEUU se iba adaptando a la actualidad, aquí eso no ocurría, y vosotros aspirabais a conseguirlo. ¿Creéis que, de entonces hasta ahora, se haya cambiado esta tendencia?
R: Puede ser. Yo creo que va a ciclos. Por ejemplo, en los setenta, con la música tradicional de aquí, se recuperó un poco ese espíritu, de llevarlo al aquí y ahora y utilizarlo como herramientas para explicar cosas. Después, en los ochenta y noventa, decayó un poco. Ahora sí que puede ser que se esté recuperando un poco la música tradicional… pero no la música tradicional en si, sino como herramienta de comunicación.
E: Sí, hay grupos actuales que, basándose en las tradiciones, están haciendo música actual.
R: Están Vallarna de Valladolid, principalmente. Para nosotros esos tíos son lo más.
A pesar sobriedad, Los Hermanos Cubero tienen un hito que pocos artistas del panorama actual han conseguido: protagonizar una película. ‘La muerte en la Alcarria’, que se pudo ver en el Festival In-Edit 2015, es una extraña road-movie en la que solo vemos a los dos hermanos emprendiendo un extraño viaje por tierras alcarreñas, intercalado con actuaciones en que interpretan sus canciones. Todo en austero blanco y negro.
¿De quién fue la idea de la película? El guión y la dirección fue de Fernando Pomares, pero ¿disteis vosotros alguna idea?
E: No, fue Fernando Pomares, nos conoció a través de algún vídeo de Youtube, nos contactó, quedamos y empezamos a hablar. Quería hacer algo con nosotros, no sabía muy bien qué: si ficción, si un documental de una gira nuestra… Fueron surgiendo ideas y, a medida que fuimos hablando, se adaptó hasta que salió eso.
R: Realmente, la película es una obra de Fernando, nos utiliza como recurso, pero lo que quiere transmitir es una idea suya. Utiliza nuestras canciones, pero es una obra muy de autor.
Es una película tan… silenciosa. Excepto cuando cantáis, claro.
R: No decimos ni una palabra, solo hay ruido de ambiente.
E: Es documental-ficción.