La segunda jornada grande en el Parc del Fòrum barcelonés se saldó, entre otras cosas, con un masivo concierto de Radiohead, polémico por su escaso sonido, las grandes canciones y la teatral chulería de The Last Shadow Puppets y un buen concierto, sin más, de Beach House.
Ben Watt nos debía un concierto después de causar baja en el PS de 2015. Acompañado por el ‘guitar hero’ Bernard Butler, su concierto fue aparentemente homogéneo, pero sufrió unos cambios de calidad extraños. A ratos no se oía bien (se acoplaba la batería y el contrabajo, se colaba el sonido de otros escenarios…), y a ratos el sonido era perfecto. Por momentos se hacía aburrido, pero en otros alcanzaba cotas muy altas: la exquisitez bossa de ‘Some Things Doesn’t Matter’ de su primer disco, una ‘Gradually’ contundente… hasta el final, en que se sucedieron un ‘Nathaniel’ en el que pareció quedarse sin voz con un ‘Fever Dream’ fantástico. Mireia Pería.
A pleno sol y en un formato de cuarteto, menos poblado de lo que hemos visto en otras ocasiones, Titus Andronicus sirvieron una buena, muy sólida ración de pub-punk, centrados en su repertorio más bullicioso (no faltaron ‘Fatal Flaw’, ‘Fired Up’ o ‘Dimed Out’), que hizo las delicias de unas primeras filas que poguearon sin parar. Estaba claro que Patrick Stickles había encendido el modo festival en su grupo, pero por si no quedaba claro, ahí quedó esa versión de ‘Blitzkrieg Bop’ que, para bien o para mal, fue lo más coreado de su buen show. Se echó de menos la profundidad que los teclados daban en la antigua formación e, incluso, un puntito más de garra, pero con la temperatura que debían sufrir sobre el H&M, no podría culparles. Raúl Guillén.
Savages sonaron rocosas, oscuras, precisas y duras, disponiendo un colchón de rock anguloso para que Jehnny Beth se postulara como una de las front-woman más poderosas del panorama, a medio camino de Patti Smith y Siouxsie. Desafiante, perversa, no paró de ir de un lado a otro del gran escenario Heineken, arengando al numerosísimo público que congregaron. Se entregó en numerosas ocasiones a los brazos de las primeras filas, entregando una de las estampas más inolvidables de esta edición: elevada, sujeta por las rodillas sobre un mar de manos. Poco importó que canciones afiladas y fieras como ‘Husbands’, ‘Adore’ o ‘T.I.W.Y.G.’ (una celebrada ‘The Answer’ fue excepción) estén algo lejos del tópico espíritu festivalero, pero no cabe duda de que convencieron a propios y ajenos. Se despidieron con una bárbara ‘Fuckers’ que supo a gloria. Raúl Guillén.
A sus 68 años, la cantautora turca Selda Bağcan es capaz de congregar en sus conciertos a tal variedad de generaciones que, por momento, te hace pensar si no se ha equivocado la gente de escenario. Que nombres modernos de la música como Dr. Dre o tUnE-yArDs la reivindiquen es solo una muestra de ello. Al igual que sus fans más veteranos, la juventud atiende a Bağcan orgullosa, maravillada por su digno porte, y baila sus canciones, que combinan las hermosas melodías de la guitarra turca con el rock psicodélico de su banda, Boom Pam, con gran júbilo. Y no solo hablo de la juventud turca presente ayer, sino a la local, que también le bailó a Selda todo y se deleitó con su despliegue de voz, especialmente en el bonito lamento acústico que precedió a sus canciones finales. ¿Qué demostró esto? Aparte de lo que mola la música turca, que más allá de Radioheads, PJ Harveys y compañía, la alternativa musical más exótica de Primavera Sound cuenta con más adeptas y adeptos de lo que pudiera parecer en un principio. Siempre está bien cambiar de aires. JB.
A Robert Forster me lo llevaría a casa para que me estuviera cantando todos los días. A diferencia de sus conciertos de enero, esta vez iba acompañado de banda y eso le hizo ganar (aún más) enteros. Él, como liberado de la carga de soportar todo el peso del concierto, pudo desplegar su encanto de frontman distinguido pero gracioso ante un público relativamente escaso (el factor Radiohead empezó a hacer mella) pero entregadísimo. Desde la inicial ‘Learn to Burn’ aquello fue memorable. No solo nos regaló temas de su último ‘Songs to Play’ (aunque se permitió el lujo de prescindir de enormidades como ‘Let Me Imagine You’), sino que nos regaló joyas de The Go-Betweens como ‘Born to a Family’ (maravillosa), ‘Surfer Magazines’, ‘Clouds’, una estupendísima ‘Spring Rain’… Adorable y encantador. Mireia Pería.
Primavera Sound es un festival que tradicionalmente ha tratado bien a Zach Condon y su proyecto musical. Como Beach House, que actuarían más tarde, han ido subiendo en el escalafón, aumentando el tamaño de su escenario y su audiencia a cada edición en la que han participado. Sin embargo, en el caso de Beirut al menos, parece que todo tiene un techo. El grupo norteamericano, perfectamente engrasado, con la riqueza de los metales y la bonita y evocadora voz de Condon como principales enseñas, interpretó un repertorio en el que no faltaron sus mejores y más conocidos temas, dispuestos a darse un baño de masas. ‘Scenic World’, ‘Perth’, ‘Elephant Gun’ y ‘Santa Fe’ daban comienzo al show, enardeciendo y anticipando un delirio. Sin embargo, no fue tal. Primero, trazaron un set con demasiados temas (16 en una hora), algunos de ellos (‘The Peacock’, ‘The Akara’, ‘Fener’) monos pero sin la relevancia que requería la ocasión, que diluían las subidas de ‘Postcards From Italy’ o ‘No No No’. Y segundo, la distancia entre las tablas del H&M y el grueso del público era grande, difícil de salvar, evitando que el candor que Condon y los suyos transmiten en las distancias cortas llegara hasta nosotros. Una pena. Raúl Guillén.
La calidad de sonido no acompañó al concierto de Radiohead en el escenario Heineken. Se fue a ver a Tortoise. Expectativas de un gran concierto había, y me atrevería a decir que dos cuartas partes de la asistencia al festival de anoche se encontraba en ese momento esperando al grupo, pero los problemas de volumen eran evidentemente perceptibles desde cualquier situación, ya fuera desde primera fila como desde el escenario H&M, en frente, por lo que a Thom Yorke y compañía se hubieron de conformar con ofrecer un espectáculo la mitad de emocionante de lo que suelen ofrecer, y el público con verlo, que no sé cómo se vio desde las primeras filas, pero las caras de caballo desde atrás eran curiosas. Por suerte, el setlist fue, como viene siendo habitual en el grupo actualmente, impredecible: no había listado en setlist.fm que valiera seguir. La noticia, hito máximo, es que cayó ‘Creep’, con la que el grupo, agradecido por la calidez de su público, se despidió. Es la segunda vez en siete años que la banda la toca en un concierto (la primera fue hace unas semanas en París) y no hace falta decir lo emocionante que fue escuchar cantar a todo el mundo eso de «I am a creep / I am a weirdo / what the hell am I doing here? / I don’t belong here». ¿Cuántas generaciones se fundieron en una en ese momento en amor a Radiohead?
Antes de eso, el grupo empezó su set desgranando su último disco, ‘A Moon Shaped Pool’ -sin sorpresas con los setlists conocidos- y partió de ‘The National Anthem’ para su viaje de vuelta al pasado, del que también recuperaron ‘No Surprises’, ‘Karma Police’ o ‘Pyramid Song’. Las tres se vieron afectadas por el problema de volumen, realmente atroz, aunque no exento de algún ocasional destello de calidad, como en esa versión medio bailable que se marcó la banda de ‘Everything In Its Right Place’, o en la contundencia de las casi finales ‘2 + 2 = 5’ y ‘There There’. Pero no, los cabezas de cartel por excelencia de Primavera Sound 2016 no ofrecieron el mejor concierto del festival, aunque sí uno de los mejores repertorios oídos, pero eso ya se sabía. Menos lo de ‘Creep’, claro. JB.
Huí de la decepción del minúsculo sonido de Radiohead hacia el escenario Primavera, otrora escenario principal del festival, para resarcirme con Tortoise, que me dejaron boquiabierto en este mismo recinto hace pocos años. Pero está claro que nada es infalible y todo tiene su momento. Si bien la banda de post-rock, jazz o como queramos llamarlo, de Chicago presumió de la precisión habitual, esta vez no dieron, al menos para mí, con la tecla mágica de entonces. Con un sonido potente pero algo latero (especialmente en una de las dos baterías), Doug McCombs y los suyos se revistieron de una aspereza desafiante, poco seductora. Centrados en ‘The Catastrophist’, con algún corte suelto de ‘Beacons Of Ancestorship’, fueron poco a poco suavizando las aristas hasta ser, hacia el final, los Tortoise de siempre. Raúl Guillén.
Disfuté muchísimo de The Last Shadow Puppets. Cuarteto de cuerda reproduciendo los exquisitos arreglos de sus discos, banda cojonuda, muy buen sonido (al menos en mi zona)… Y claro, ellos. Miles con su look de macarra británico elegante y seductor. Alex… las pintas de Alex dan para escribir otro artículo. Especialmente su pelo. Mientras Miles, sobrio y contenido, se mantuvo en un ligero segundo plano, Alex se dedicó a hacer el payaso contoneándose, dirigiéndose al público y haciendo monerías que, dependiendo de como te pillara el cuerpo, podrían parecer directamente abofeteables. Además, estaba en un aparente estado de borrachera que iba progresivamente en aumento. No pareció afectarle mucho… excepto cuando pareció que arrastraba demasiado las sílabas en “My Mistakes Were Made For You’ o cuando cantó al pie del micro (sin micro) en ‘In My Room’. Pero aun así, estando en ese punto, bordó una versión de ‘Is This Is What You Wanted’ de Leonard Cohen. Anécdotas aparte, el concierto fue todo lo excitante que podía esperar. Ellos se complementaron a la percepción, alardearon de amistad y se dedicaron continúas (y exageradas) muestras de complicidad. Y lo importante: cantaron magníficamente bien. Aunque en general los temas de ‘The Age of the Understatement’ ganaron en aceptación a los de ‘Everything You’ve Come to Expect’, todos fueron ejecutados en perfecta sincronía. Se permitieron el lujo de colocar su mayor hit, ‘Standing Next To Me’, en segundo lugar, en un claro ejercicio de confianza en su repertorio. ‘Aviation’, ‘Miracle Aligner’ y, sobre todo, ‘Bad Habits’ (el momento de lucimiento de Miles), fueron recibidas como clásicos. ‘The Age of the Understatement’ sonó tan poderosa como cabría desear. En los bises se estiraron y se gustaron con una canónica versión de ‘I Want You (She’s so Heavy)’ de los Beatles y cerraron con mi tema preferido, ‘The Meeting Place’. Gozo pleno. Mireia Pería.
Animal Collective en vivo: ¿revelación o timo? Había oído opiniones negativas sobre el directo de los de Baltimore hace unos años. Durante la gira de presentación de ‘Merriweather Post Pavilion’, la valoración predominante era que, en directo, eran malísimos. No fue el caso anoche. Quizá beneficiados por su giro marcadamente electrónico (en lugar de «psicodélico» o «experimental», nótese el entrecomillado), Avey Tare, Panda Bear y Geologist ofrecieron un espectáculo entretenido y dinámico en el que destacaron las meditaciones melódicas de Panda Bear, en gran forma vocal; los chillidos de Avey Tare, ídem; las conversaciones entre ambos, la habilidad de Geologist a los mandos y la potencia y nitidez del sonido en general. Sí, ‘Painting with…’ es uno de esos discos que mejorar exponencialmente en directo y lo mejor es que lo mismo puede decirse de las canciones antiguas del grupo remezcladas acorde a su nuevo sonido, como ‘Daily Routine’ o la preciosa ‘Loch Raven’, quizá la cumbre del concierto solo por detrás de ‘FloriDada’, que cerró a lo grande. Muy bien enunciado ese «girls from BARCELONA», por cierto, por parte de Avey Tare, aunque al público pareció escapársele, distraído con la energía del momento. En definitiva, revelación. JB.
El formato festival funciona a muchas bandas. No es, exactamente, el caso de Beach House. El grupo sonó bien, mucho mejor que Radiohead, pero sus canciones, al menos la mayoría, empequeñeceron frente a la enormidad del Parc del Fòrum y la de su asistencia. Recuerdo su concierto en el mini festival Fly Me to the Moon de Barcelona, en 2011, como uno de los más bellos que he visto, pero el de anoche fue, en cuanto a despliegue de sonido en vivo, simplemente correcto, quizá algo más que eso, pero no mucho más. Eso sí, Victoria Legrand se mostró apasionada, rebosando carisma y erotismo y marcándose unos melenazos que ni Beyoncé, por ejemplo en ’10 Mile Stereo’. El setlist fue también estupendo, ni una sola canción sobrante. Más bien hubo que lamentar ausencias (‘Zebra’, ‘Walk In the Park’, ‘Majorette’, ‘Levitation’, etc). El grupo abrió fuerte, con ‘PPP’, a la que siguieron ‘Silver Soul’, ‘Space Song’ o la maravillosa ‘Beyond Love’. También cayó la infalible ‘Take Care’ y la contundencia shoegaze de ‘Elegy to the Void’ impresionó justo antes de ‘Myth’, cuya delicada melodía de guitarra sigue siendo una de las mejores de la historia. «Buenas noches, encantadores vampiros», dijo Legrand antes de que el grupo abandonara el escenario, no sin antes tocar ‘Sparks’. JB.
Shura comenzó quince minutos tarde y la abandoné a la tercera canción. Lamentablemente, se solapaba con The Avalanches y no me quería perder su regreso. Monumental error. Dieciséis años para esto. En mis loquísimas fantasías me imaginaba un despliegue como el del vídeo de ‘Frontier Psychiatrist’. Sabía que no, claro, pero no me esperaba algo tan descorozanador. Aún no sé si se dedicaron a ponernos su aún inédito nuevo disco (aunque de ‘Frankie Sinatra’ insertaron unos pocos segundos) o nos encasquetaron un DJ set plano, lejos del sonido excitante que supieron desplegar en el 2000. Solo cayeron un par de temas de su mítico primer disco pero, esto sí que fue grave, ni rastro de ‘Since I Left You’ (la canción). Y que un grupo que siempre ha cuidado tanto sus clips resultara anoche tan rácano visualmente fue desalentador. Solo teníamos a dos tipos en una mesa con un par de fotos fijas detrás. En serio, ¿no se podrían haber preparado al menos unos visuales decentes para adornar la cosa? La gente bailaba, claro. Pero a esas horas y en el Ray-Ban era lo esperable. Decepción mayúscula. Mireia Pería.
Fotos cedidas por Primavera Sound.
Créditos: Eric Pàmies.