Parece mentira pero después de toda la crisis en la industria discográfica, que se ha llevado por delante no sólo el CD sino probablemente el mismo formato de «disco» en sí, la banda sonora no ha muerto. Es habitual encontrar en las listas de ventas alguna que otra, incluso arrasando y vendiendo más que los discos de estudio de artistas internacionales (’50 sombras de Grey’, ‘Fast & Furious’). Es normal: la gente ve una película en el cine, escucha su música y después quiere hacerse con esta. Lo que ocurre con ‘The Duke of Burgundy’ es lo contrario: uno escucha la banda sonora seducido por el magnetismo de la música de Cat’s Eyes, el dúo formado por Faris Badwan de los Horrors y la mezzo-soprano Rachel Zeffira, que nos deslumbrara con su debut en 2011, y lo que necesita es ver la película.
‘The Duke of Burgundy’ es el film de Peter Strickland que sucede a ‘Berberian Sound Studio‘, aquella cinta de giallo paranoide muy conocida en el mundo musical por constituir su banda sonora el último trabajo de Broadcast antes de la trágica muerte de Trish Keenan. Peter Strickland no se ha comido la cabeza y, desaparecidos antes de tiempo Broadcast -eran, por cierto, grandes aficionados al cine y a alquilar VHS antiguos en el videoclub de un amigo-, llamó a sus fans Cat’s Eyes para componer la música de esta película de tintes S&M, lésbicos y estética setentera. Si su cine te traslada a otro tiempo, lo lógico es que la música también.
Cat’s Eyes muestran su valía para el cometido de llevarte 40 años atrás, y para el género. Son excelentes sus canciones más tradicionales para la cinta, como ‘The Duke of Burgundy‘, el operístico «requiem» o la dream pop ‘Coat of Arms’ (tan cerca de Badalamenti como de Enya, en esta ocasión), exentas muy adecuadamente de la voz de Faris porque en la película no hay personajes masculinos. También funcionan sin ver la cinta temas ambientales llenos de misterio muy bien orquestados, entre flautas, cuerdas y clarinetes, como ‘Black Madonna’, ‘Hautbois’, ‘Lamplight’ o esas puertas numeradas (‘Door nº1’, ‘Door nº2’) que van abriendo y estimulando la imaginación.
Después de ver la película, bajada, porque no ha habido forma de que se estrenase ni siquiera a través de Filmin o plataforma similar, todo funciona por supuesto mejor. Incluso los temas que recogen el sonido de un río fluyendo o un aleteo en medio del bosque; por no hablar de los significados que aporta la letra del tema titular, una vez visionado el principio y el final de la película: «One day you’ll be back / When you’re done dreaming / At last / Now this road has passed / And you’re done wandering / Will you come back? / How people change / But you were never like the others, baby / Now that’s the same».
Mi compañero Joric decía del film que era «una enigmática y turbadora historia de sadomasoquismo a medio camino entre el surrealismo de Buñuel y el erotismo softcore de Jesús Franco. Un fascinante ejercicio de estilo que te cosquillea con una pluma de ganso y te atrapa con correas de cuero». La banda sonora no solo cautiva de manera independiente sino que, sin ella, la película habría funcionado muchísimo peor: desde luego habría sido menos «enigmática», «turbadora» y «fascinante», e incluso, con una elección alejada de los parámetros estéticos de Cat’s Eyes, hasta podría haber rozado fácilmente la comedia.
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘The Duke of Burgundy’, ‘Requiem for The Duke of Burgundy’, ‘Coat of Arms’, ‘Lamplight’
Te gustará si te gustan: Broadcast, United States of America, Goldfrapp
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