Die Antwoord / Mount Ninji and da Nice Time Kid

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Die Antwoord / Mount Ninji and da Nice Time Kid

dieantwartUna canción de 1.15 minutos sobre «tetitas» sucede a una canción de 1.15 minutos sobre «penes». Ambas cuentan con un niño de 6 años. No es fácil adivinar con estas pistas que estamos hablando sobre Die Antwoord, el grupo procedente de Sudáfrica que supuestamente nos traía una mezcla del underground de su país y el estadounidense sobre una estética feísta e incestuosa, con ¥o-landi Vi$$er ejerciendo el papel de niña desvalida y Ninja de papi siempre con la tranca medio fuera.

Se pierde rápido la cuenta del número de veces que aparecen en este disco la palabra «daddy» y las diferentes posibilidades de qué hacer con un falo y aledaños. El más sonoro es «los penes son increíbles, los penes molan, dibujad penes en la pared, en la escuela, en el menú y por todas partes» de ‘Wings on my Penis’; pero también está el momento en el que Ninja le quita el móvil a alguien con quien se está peleando en un club en ‘Peanutbutter+Jelly’ para restregárselo por «su polla»; o el momento en el que compara sus pelotas «gordas y sudorosas» con las del actor Jonah Hill en la canción ‘Jonah Hill’, trágicamente interrumpida por sonar «demasiado gay» después de hablar de una «garganta profunda».

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Die Antwoord no han aprendido -o les da igual- que el chiste del caca, culo, pedo, pis puede enturbiar el resto de su repertorio y aunque sea carne de cañón para las proyecciones de sus directos, lo cierto es que todas las canciones mencionadas hasta ahora sobran. En ningún caso se encuentran entre lo mejor de un ‘Mount Ninji and da Nice Time Kid’ que funciona más bien en otros terrenos.

El principal es el bailable, aunque muchos criticarán a Die Antwoord por sumergirse sin reparos en el trance noventero más basiquito, como sucede en temas como ‘Gucci Coochie’ con Dita von Teese o el single ‘Banana Brain‘. Pero la primera conserva parte de sus ritmos característicos y la segunda se acerca también al drum&bass con buen resultado. Hablando de Dita von Teese, hay un par de temas interesantes influidos por el burlesque, muy teatreros, como son la inicial ‘We Have Candy’ o la central y musical ‘Rats Rule’. Esa ‘We Have Candy’, que contiene un guiño a Eminem, recuerda que el rapero blanco sigue siendo una referencia, y también posiblemente Beastie Boys en ‘Shit Just Got Real’, que comparte más de una idea -salvando las distancias- con ‘Frankie Sinatra’ de Avalanches.

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Hay otras muchas. ‘Fat Faded Fucked Face’ parece una parodia de Drake hasta que comienza a retratar la carrera de alguien que se ha terminado («tu legado está sobrevalorado, tu nueva mierda suena vieja / ya no tienes fama / los chicos no saben cómo te llamas»). Es la única de las canciones trap algo llamativa porque a esas alturas del disco, lo que de verdad hace remontar el álbum es ‘Alien’. Ahí percibimos a una ¥o-landi Vi$$er totalmente cómoda en su registro de niña inquietante que produce tanto miedo como ternura cuando se plantea como marginada social: «decían que era rarita, y fea y que yo era una mierda / sabía que algún día todos esos niños crecerían para ser aburridos como un demonio».

Aunque para hablar de remontadas, la de la pista final. Recuperada, como un par de canciones más de la mixtape que sacaban hace unos meses, ‘I Don’t Care’, con su nada velado homenaje a Faithless («God is a DJ and loves you») es todo un subidón. Puede que no sea exactamente lo que buscabas varios discos después en un grupo underground por el que apostó el Sónar, pero anda que no les funciona.

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Calificación: 7,2/10
Lo mejor: ‘I Don’t Care’, ‘Banana Brain’, ‘Alien’, ‘Rats Rule’
Te gustará si te gustan: Eminem, Aqua, Major Lazer
Escúchalo: single en Youtube
Cómpralo: Amazon

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