The Pirouettes son uno de los secretos más excitantes del pop francés de los dos últimos años, si es que se puede llamar secreto a un grupo que desde que debutó con el EP ‘L’importance des autres’ se granjeó la atención de la crítica más atenta. Aquella primera entrega incluía una canción titulada ‘Oublie moi‘, que nos alegró 2014 con su factura tecno-pop totalmente redonda. Desde entonces el grupo ha seguido esa trayectoria tan habitual en parte del pop actual, la de un goteo lento pero seguro de vídeos y canciones que permite a los artistas centrarse en preparar su primer disco de larga duración sin prisas ni presiones. Un sistema que suele dar buenos frutos cuando el proyecto está fresco y bulle con nuevas ideas que desarrollar. Es el caso, desde luego, de este ‘Carrément Carrément’.
La fórmula de The Pirouettes es clara: en la línea de sus contemporáneos más brillantes (La Femme, Flavien Berger, Bagarre…) pertenecen a una generación que se fija mucho en la tradición de las primeras dos décadas de la música pop electrónica pero que a la vez la combina sin ningún tipo de complejos con otros géneros más contemporáneos, dando además mucha importancia a la melodía como es habitual en la tradición del pop francés. Una fórmula que puede dar lugar a discos tan inclasificables y variados como el reciente de La Femme o, en el caso que nos ocupa, a algo cuyo sonido está mucho más delimitado estilísticamente. The Pirouettes parten de una base muy tecno-pop de los 80, sí, pero la combinan con interesantes elementos de r’n’b y hip hop (se declaran ultrafans del rapero francés Booba) y un gusto por la melodía clásica francesa de la larga tradición que va de Gainsbourg a Etienne Daho, pero sin olvidarse de los aromas más dulzones del pop de los 70 y 80 de artistas como Michel Berger, otro de sus ídolos.
Desde el mismo comienzo del disco dichos polos quedan establecidos: si la introducción ‘Coup d’éclat’ hace los honores por el lado más urbano, a base de electrónica algo y voces muy pop, la canción que sigue, ‘Carrément, carrément’, es puro tecno-pop «années quatre-vingt» con esos arpegiadores monofónicos estilo Yazoo y una melodía a dos voces deliciosa. Conforme las canciones se suceden va quedando claro uno de los logros principales del álbum: las melodías son inspiradas, ocurrentes, puros hits en potencia como ‘L’escalier’ y ‘Jouer le jeu’, con sus respectivas preocupaciones existenciales de los veinte años, o ‘Dans le vent d’été’ y su hermoso paisaje otoñal dibujado con sintetizadores clásicos. La melancolía en acorde menor es recurrente, como es de esperar en el mejor electropop, y más si es en francés. Las dos voces, a veces al unísono otras cantando a turnos, pueden recordar a los imprescindibles Elli et Jacno pero las melodías son más Lio o incluso Mylène Farmer. Melodías por cierto presentadas con unos arreglos muy inteligentes, utilizando lo justo y necesario para que la composición funcione, sin caer en excesos.
Las canciones más r’n’b no se alejan totalmente del pop, pero sus bases más alienadas dejan espacio para ampliar temáticas más allá del amor y sus preocupaciones. Así, ‘Signaux’ es una metacanción que no es tanto autobombo rapero como autoconsciencia postadolescente: «te gustamos en Facebook, te has enterado de que tocamos / Así que has traído a todos tus colegas, y habéis fumado antes de entrar (…) Esta noche otra vez los Pirouettes van a ofrecer / un show flipante, con gritos y canciones en abundancia / el público se sabe de memoria todas las canciones». La canción menos synth pop de todo el disco, ‘2016 – En ce temps-là’, es también muy meta, en este caso en un formato de balada melancólica muy a lo Michel Berger: en ella el dúo recuerda décadas después de sus comienzos cómo fue la génesis del grupo, cómo Leo se enamoró de Vicky y quiso que cantase sus canciones, cómo montaron el grupo… y proyectan perversamente una melancolía futura: «quiero fotos, videoclips, mostrar a mis hijos lo guapo que era (…) / éramos jóvenes, lo sabíamos todo / Por aquel tiempo era 2016, en París».
La canción ‘Je nous vois’ es la cumbre del disco por cómo consigue amalgamar a la perfección el toque pop (estrofas) y el r’n’b (estribillos) en una melodía magistral, no en vano fue single ahora hace justo un año, el único de The Pirouettes editado en vinilo. De nuevo se sitúa en parámetros metamusicales, pero en su literalidad consigue imágenes muy bellas de cotidianeidad y sueños de éxito («eres guapo, eres guapa, en esta habitación de hotel / tumbados, acostados, cabezas sobre la almohada / hablamos de ayer / fue guay el concierto / tengo planes, mi vida es la música (…) Los jóvenes se amasan en masa / para coger sitio para ver más cerca / en tus ojos, en tu reflejo / se ven sin que tú lo sepas / destellos y flashes / flashes en el cristal / te veo».
En el resto del álbum ambos sesgos estilísticos se alternan, a veces se llegan a acoplar, pero no con esa precisión. Lo cual para nada impide el disfrute de este disco de letras realistas («no pretendemos hacer poesía», han dicho), flashazos de deliciosa autoconsciencia Generación Z, y melodías e ideas que dejan realmente impresionado. En definitiva, un excelente debut.
Calificación: 7,9/10
Lo mejor: ‘Je nous vois’, ‘L’escalier’, ‘Jouer le jeu’, ‘Dans le vent d’été’
Te gustará si te gusta: Yelle, La Femme, Lio, Elli et Jacno, el buen synth-pop
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