Desechando (aunque no enteramente) el jazz y el funk clásicos como base de su sonido, una apuesta sublimada en el sobresaliente ‘To Pimp a Butterfly’ y su epílogo ‘untitled unmastered.’, ‘DAMN.’ llega con la premisa de resituar el rap de Kendrick Lamar Duckworth en la época contemporánea, contextualmente más próximo a ‘good kid, m.A.A.d. city’. Sin embargo, nada es categórico ni definitivo en la carrera del rapero de Compton. Aun logrando esa vigencia, con una entidad clara y sólida desde las primeras escuchas, aquí se diluyen las líneas de pasado, presente y futuro, tanto en lo sonoro como en lo lírico, construyendo una historia que funciona en dos direcciones: comienza impactando con una alegoría de una mujer ciega que explota con un disparo en ‘BLOOD.’, y termina del mismo modo en ‘DUCKWORTH.’. Un disparo, este, que no llegó a suceder, cuando el ahora director artístico de su sello, Anthony “TopDawg” Tiffith, entró a atracar el KFC en el que trabajaba el padre de Kendrick, que consiguió convencerle de que saliera sin hacerle daño prometiéndole comida gratis para su familia. Hoy no estaríamos hablando aquí de Kendrick ni Top Dawg si la pistola hubiese percutido aquel día. Una historia real que puede ser «puesta en reversa».
Aunque en apariencia sea menos concreto como obra conceptual, en el fondo ‘DAMN.’ no se aleja tanto del estilo narrativo de sus trabajos previos. Como aquellos, parte de lo particular para extrapolarlo hacia algo más universal, buscando un sentido de comunidad que Kendrick considera en decadencia. Otra vez logra ganarnos recurriendo a lo íntimo y lo humano, historias en primera persona como la indicada anteriormente, las referencias a su prometida (su pareja desde el instituto, Whitney Alford, en la preciosa ‘LOVE.’), a su sobrina («es mi musa definitiva, [hace que] vivir merezca la pena» canta en ‘YAH.’), a sus debilidades más personales (‘FEAR’.) y a su particular manera de entender la espiritualidad, casi como una herramienta de trabajo (las referencias a las escrituras sagradas –al Deuteronomio, concretamente– son constantes). Pero su objetivo, como decíamos, va más allá de observar fascinado su ombligo.
El rapero vertebra este álbum en la dualidad intrínseca al ser humano, contraponiendo antagonismos en los 14 cortes del álbum: pecado y virtud, maldad y debilidad, orgullo y humildad, lujuria y amor, codicia y lealtad… Suena duro de roer, ¿verdad? Que nadie tema: la gran habilidad de Duckworth está, precisamente, en que no transmite sus ideas como una sesuda erudición filosófica. Ese juego de ida y vuelta que vertebra ‘DAMN.’ también funciona para trasladar esas contradicciones a un entorno más real y cercano: brutalidad policial, racismo, la ausencia del control de armas por intereses mercantiles, la hipocresía de los medios de comunicación (su polémica con el «tertuliano» de FOX News Geraldo Rivera emerge en un par de ocasiones) o la falta de compromiso social de buena parte de populares artistas de rap como parte del problema (hay quien observa alusiones veladas a Big Sean o Drake), emergen como causa y efecto a la vez de esa doble condición de la existencia humana. Una reflexión que no es nueva, como tampoco lo es la lírica absolutamente privilegiada de Kendrick, ilustrada, pero por y para la calle.
Musicalmente ‘DAMN.’ es más compacto y concreto que ‘TPAB’, prescindiendo de interludios y yendo más al grano, lo cual hará que su escucha sea más placentera para más gente, presumiblemente. Pero, como decía al principio del texto, también es una suma de elementos muy diferentes, se diría incluso que divergentes en ocasiones, ejecutada junto a una pléyade de productores, colaboradores y samples no siempre predecibles: desde un iluminado Mike WiLL Made It (en ‘HUMBLE.’ y ‘DNA.’, dos de los momentos más poderosos del disco) y los habituales Sounwave y DJ Dahi, pasando por James Blake, Greg Kurstin o the Alchemist; de los esperables Thundercat, BadBadNotGood o Kamasi Washington a las mayúsculas sorpresas de Rihanna (que rapea fantásticamente bien en ‘LOYALTY.’) y U2 (cuya aparición en ‘XXX’ está lejos de ser cutre o mal traída); desde elementos de James Brown y ’24K Magic’ de Bruno Mars, pasando por ‘Echoes’ de Pink Floyd o los mozalbetes ingleses Rat Boy (en ‘LUST.’) y Fleurie (en ‘FEEL.) –que no pueden ni creérselo–.
Así, ‘DAMN.’ se debate entre la influencia jazzística, el G-funk (‘DUCKWORTH.’, ‘YAH.’), el trap (‘DNA.’ ‘GOD.’), el R&B (‘LOVE.’) y hasta el rock (‘HUMBLE.’). Pero lo más llamativo de esta amalgama que fluye de lo experimental a lo comercial con enorme naturalidad es lo mucho que se aproxima al pop. ‘LOYALTY.’, ‘PRIDE.’ (muy Frank Ocean), ‘ELEMENT.’ o ‘LUST.’ son un reflejo de ese concepto de lo popular que reina hoy en día, cada vez menos encorsetado y rígido. Ese que le permite participar con idéntica naturalidad y maestría en canciones de Sia, Beyoncé y Maroon 5 que de Kanye West, Flying Lotus y Danny Brown.
Y, a lomos de esa especie de iridiscente nube sonora que engulle espacio y tiempo, la lírica de K-Dot se eleva de forma sobrenatural, en auténtico estado de gracia. Aunque vuelve a hacer gala de esa versatilidad que le hace parecer varios raperos en uno, la mayor parte del tiempo «se folla» (si se me permite la vulgaridad) las bases a su antojo, arrasándolo todo con sus versos. En ocasiones, incluso avanzando impasible sobre distintas bases y fases dentro del mismo tema, caso de ‘DNA.’ -apabullante– o ‘XXX.’. En estos momentos Kendrick se eleva varios palmos del suelo por encima del resto de artistas de su estilo (solo Kanye West y Chance The Rapper pueden hacerle sombra ahora mismo). Pero considerando que, como decía, ‘DAMN.’ es más que nunca un reflejo de lo que hoy consideramos globalmente popular, este paso de Kendrick Lamar va más allá de su género. ¿Quién puede negar que en el futuro se hable de esta excelente terna de álbumes que Duckworth ha facturado en este lustro como hoy se hace de ‘Bringing It All Back Home’, ‘Highway 61 Revisited’ y ‘Blonde on Blonde’?
Clasificación: 8,8/10
Lo mejor: ‘LOYALTY.’, ‘DNA.’, ‘HUMBLE.’, ‘PRIDE.’, ‘LOVE.’, ‘ELEMENT.’
Te gustará si te gustan: Kanye West, Frank Ocean, Chance The Rapper
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